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Las cosas en su lugar

Por: Jorge A. Cash Sáez


Señor Director:

El 4 de enero de 2018, El Mostrador publicó una nota que tituló, “Quiebre en la Patria Joven”, refiriéndose a las dificultades que atravesaría el colectivo DC G-35, afirmando la existencia de un “quiebre” en su interior, acerca de ciertas afirmaciones que habría realizado el suscrito y que habrían “interrumpido la paz” en el grupo.

En primer lugar, se afirma que el grupo se habría reunido post-elección, y que había adoptado la decisión de reunirse el día 13 de enero para “definir” el camino a seguir.

Ambas aseveraciones son falsas. Lo único que ha existido post elección, son reuniones informales que no han resuelto absolutamente nada.

En segundo lugar, se afirma que “a través de la prensa” yo habría sostenido que la DC debía seguir el “camino propio”. Jamás ha salido de mi boca una afirmación en esa dirección. Todo lo contrario. Mis esfuerzos políticos y personales los focalicé en sostener la posición de primarias y de unidad al interior de la Nueva Mayoría. Posición que reafirmo.

La nota luego afirma, que habría criticado la visita del ex Presidente Mujica en el cierre de campaña de Guillier, lo que también es absolutamente falso. Lo que señalé, fue que aplaudía con entusiasmo su venida y que había que cuidar no reproducir la lógica de coalición uruguaya en la centroizquierda chilena.

Continúa la nota, afirmando que habría señalado que lo mejor que le podía pasar a la DC, era que Sebastián Piñera triunfase. Aquí la frase es otra y es la que sigue: “Lo mejor que puede pasarle a la DC es que Piñera gane en primera vuelta”.

Como se desarrolla latamente en la entrevista en el “Pulso”, el sentido de esa frase no es otro, que a esas alturas, se trataba del único escenario que evitaba que la DC tuviese que elegir entre Guillier o Piñera o Sánchez o Piñera, porque pasaría lo que hoy está ocurriendo.

Del mismo modo, se señala que he “transitado” por lotes internos. “Colorín”, “Gutista” y ahora “chascón”. Sobre esto, decir que ingresé el año 99 a la JDC y al corto tiempo me sumé al chasconaje, mundo desde el cual asumí la Presidencia Nacional de la JDC, diez años después de haber ingresado.

Nunca recibí apoyo alguno del mundo colorín en ninguna de las seis elecciones que gané como dirigente de la JDC. Participé en seis. Gané las seis.

Cabe agregar, que los apoyos de sectores relevantes provinieron de Gutenberg Martínez y Nacho Walker, amigos de quienes soy tremendamente crítico respecto a cómo procedieron con la DC y cómo nos llevaron con Goic a un resultado bochornoso.

Con todo, las declaraciones que he realizado en el último tiempo han sido hechas a título personal y no representan necesariamente el pensamiento del colectivo que fundamos junto a 4 camaradas hace 2 años y que hoy reúne a más de 300 dirigentes altamente calificados en lo político y profesional, muchos de los cuales participan activamente en sus respectivos sectores políticos al interior de la DC.

Del mismo modo, siento el mayor de los respetos y admiración por el actual coordinador, Mauricio Araneda, a quien la nota asegura, yo le habría quitado el piso.

Mauricio es casi un hermano hace aproximadamente 20 años y la coordinación que ejerce, contó, cuenta y contará con mi más cerrado respaldo, por lo que nadie logrará instalar una cuña entre nosotros.

Lo vivido por cada militante DC en el marco de esta debacle, ha sido probablemente el momento más difícil que le ha tocado a todos en su vida militante. No imagino algo más duro para un militante que lidiar con el rostro de la extinción de su instrumento. El que primera vez se aparece con tanta claridad para los DC.
En ese cuadro, me entristece especialmente esta nota, la que además de apartarse de la evidencia escrita, se anima a afirmar la existencia de un quiebre en el colectivo, cuya cohesión, basada en la fraternidad que se ha construido por muchos años y que sobrepasa por lejos lo que yo pueda o no decir, lo transforma simplemente en algo indestructible.

Así, si mis declaraciones contribuyen a que aparezcan notas como ésta, escogeré el camino de la renuncia al partido, antes que el cobarde y simple camino del silencio, muchas veces cómplice histórico de las crisis más profundas y en otras, derechamente la causa de las mismas.

[*] Carta editada.

Jorge A. Cash Sáez

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