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La minoría feminista y el presupuesto de la nación Opinión

La minoría feminista y el presupuesto de la nación

Laura Quintana
Por : Laura Quintana Periodista. Coach Ontológico y Mentora. Fundadora de El Mostrador Braga. Experta en comunicación estratégica, género e inclusión. Sígueme en Instagram @coachdevida_lauraquintana.
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La semana pasada, en el Congreso Nacional, un grupo de asesores nos reunimos en torno a la tarea de darle una mirada de género al presupuesto 2019. La idea ya venía de antes, cuando parlamentarias y asesores se dieron cuenta que la desigualdad de la repartición de los recursos para mejorar la vida de las mujeres y la falta de políticas públicas para disminuir la precarización del trabajo femenino, dentro y fuera de la casa, se mantenía un año más sin fondos para combatir a la desigualdad de género.

Pasa pocas veces que las matemáticas no reflejan la realidad, pero la sociedad patriarcal es un monstruo que abarca todo y cambia las percepciones. Es así como la mitad de los habitantes de este país son tratadas como minorías y las soluciones para mejorar su calidad de vida o respetar sus derechos humanos ,están circunscritas a pequeños avances.

No parece ser -al revisar la propuesta del Gobierno para el presupuesto 2019- que seamos la mitad de Chile, menos que a nadie le importe nuestro bienestar como ciudadanas, más que como una máquina para hacer guaguas, claro.

Y como las minorías son invisibilizadas, nadie piensa en ellas, el problema existe, pero no se ve, por lo que nadie podría siquiera imaginar que una niña del Sename pueda necesitar apoyo a través de políticas públicas de acompañamiento y educación sexual, que impidan que sean discriminadas o expuestas a abusos sexuales, violación y comercio sexual. Eso no está en el presupuesto.

Menos aún recoger las demandas de esta minoría que llenó las principales calles en todo Chile exigiendo una educación no sexista, esas que se tomaron 14 universidades, incluida la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. No hay presupuesto para eso, tampoco para entregar educación contra la violencia de género e intra familiar a los funcionarios de Carabineros, Gendarmería, el Poder Judicial, militares, etc.

No hablemos del trabajo, aunque seamos las que sostenemos el modelo neoliberal con las horas no remuneradas en el cuidado del hogar. No hay un espacio que nos asegure condiciones de trabajo siquiera similares a las masculinas.

Pero agradecemos a los ideólogos del presupuesto, porque sí pensaron aumentar fondos para constituirnos como emprendedoras accediendo a trabajos precarios, sin previsión social, pero que permitan seguir con nuestro rol de cuidadoras, Dios no quiera que los niños se queden en casa mientras la madre trabaja.

No hay una palabra sobre políticas públicas para mejorar la brecha salarial, terminar con el “techo de cristal” o incentivar más mujeres influyentes dentro los servicios públicos. Demás está decir que tampoco existen incentivos para mejorar el acceso a la educación de postgrado, casi el 80% de los beneficiarios de becas Conicyt son hombres, reflejo de la educación sexista que se ha perpetrado por años, poniendo una barrera psicológica a nuestras niñas frente a la ciencia y tecnología.

¿Qué harán las niñas chilenas en la ya incipiente revolución de inteligencia artificial? ¿serán las que tomen las notas?; ¿Las que lleven los registros? ¿Por qué no estamos haciendo nada para anticiparnos a esa realidad?

Parece cada vez más clara la señal de este Gobierno “feminista”: que sigamos siendo las madres que trabajan dos o tres jornadas (una de ellas en el hogar), para mantener una economía que beneficia a otros, nunca a nosotras, que se construye en las bases de la esclavitud moderna patriarcal.

Así lo develó el Presidente Sebastián Piñera cuando instauró un bono para que las personas más pobres, corrijo, para que las mujeres más pobres -porque en más de la mitad de los hogares en Chile el padre es ausente- tengan más hijos para extender la pobreza. Qué visión de país puede tener un Gobierno que relega el presupuesto de género sólo al Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, ¿acaso las mujeres no trabajamos, no somos deportistas, no nos gusta la ciencia y tecnología?.

¡Cómo podemos ser tratadas como minoría siendo más de la mitad del país!. Por eso Presidente, le retruco su broma de mal gusto, no vaya a ser cosa que apliquemos “el viejo y sabio principio de la minifalda”, lo suficientemente corta para mantener la atención y lo suficientemente larga como para esconder una revolución.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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