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La Araucanía o cómo perpetuar el conflicto mapuche Opinión

La Araucanía o cómo perpetuar el conflicto mapuche

Laura Quintana
Por : Laura Quintana Periodista. Coach Ontológico, y Mentora. Experta en comunicación estratégica y legislación en torno a Diversidad, Género e Inclusión.
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La violencia en todas sus formas se vive en La Araucanía: la pobreza, el desamparo, la desigualdad y la muerte.

En las últimas décadas, Alex Lemún (2002) muerto supuestamente en un enfrentamiento, luego se  comprobó que eso era falso; Matías Catrileo el 2008 , baleado por la espalda, recuerdo que los peñis no querían entregar el cuerpo y lo cargaron un buen tramo por los campos. Tenían miedo que lo intervinieran para tapar el asesinato y así fue; luego vino Mendoza Collío, el 2009 y un vergonzoso y pueril montaje de carabineros, que dispararon a quemarropa un chaleco policial para alegar legítima defensa.

El 14 de noviembre de 2018, la muerte a tiros de Camilo Catrillanca lo primero que se informa, un enfrentamiento. Algo difícil de creer, no sólo porque estaba desarmado, sino porque la historia demuestra como sistemáticamente se ha asesinado a jóvenes mapuches sin piedad, con racismo y odio.

Durante los 12 años que viví en La Araucanía y mientras fui estudiante y periodista corresponsal de medios de comunicación conocí de cerca las comunidades, visité y entrevisté a presos mapuches en huelga de hambre. En la cárcel de Concepción, en 2010 Héctor Llaitul, acusado de incendio terrorista, porte de armas y atentado en contra de un Fiscal, nos contó que el ataque fue un montaje, lo que se comprobó años después. Fue absuelto de los cargos, para luego en 2017 develarse el fraude del Caso Huracán, que lo sindicaba como miembro de una organización ilícita terrorista.

[cita tipo=»destaque»]Scilla Elworthy, tres veces nominada al Nobel de la Paz estuvo en La Araucanía, en enero de este año. Ella habla de la lucha sin violencia, de cultivar la habilidad de escuchar, la habilidad de negociar, de mediar, de la autoconciencia en los conflictos. Todo lo contrario a lo que estamos haciendo en ese territorio. Entonces como en todas las guerras, cabe preguntarse, ¿a quién le sirve la guerra que se está propiciando en el Wallmapu?; ¿por qué se militariza La Araucanía?, ¿cuántos mapuches muertos más serán necesarios para cambiar la estrategia.[/cita]

Mentir para reprimir, le escuché decir a un carabinero del Gope en la Intendencia de La Araucanía, alguna vez. En ese mismo lugar fui testigo de un piquete de carabineros que atacó al hijo de la Machi Juana Calfunao, sólo por estar parado ahí. A golpes y palos lo metieron al carro policial, algunos de los que lo defendimos terminamos también en la comisaría.

Esto es lo que sé sobre violencia policial en La Araucanía: que la policía miente, que – aunque no se ha comprobado – han participado en autoatentados, en los tiempos en que los terratenientes negociaban el precio de las hectáreas con Conadi, que los mapuches no enfrentan en igualdad de condiciones a la justicia, que crecen siendo víctimas de la violencia del Estado, que en la misma comunidad de Temucuicui donde murió Camilo los niños dibujan allanamientos y helicópteros y son interrogados camino a la escuela en patrullas policiales. Lo sé porque lo vi y me lo contaron los propios peñis, hay un territorio militarizado que potencia la violencia en la comuna de Ercilla y todos sus habitantes son víctimas.

En la cárcel de Temuco, dos mapuches en huelga de hambre (2010) hablan de morir por su lucha, uno de ellos tiene tres hijos, y explica que moriría por ellos. Se equivoca este Gobierno, como se equivocaron otros en creer que la fuerza y la violencia del Gope, del “Comando Jungla” y otros inventos con nombres fantasiosos lograrán acallar el fuego de esa convicción. No ha sucedido en toda la historia de Chile, no sucederá ahora. La violencia que se combate con violencia sólo se perpetúa, se acalla a veces con sucesos horribles y actitudes malvadas, pero nunca cesa.

Scilla Elworthy, tres veces nominada al Nobel de la Paz estuvo en La Araucanía, en enero de este año. Ella habla de la lucha sin violencia, de cultivar la habilidad de escuchar, la habilidad de negociar, de mediar, de la autoconciencia en los conflictos. Todo lo contrario a lo que estamos haciendo en ese territorio. Entonces como en todas las guerras, cabe preguntarse, ¿a quién le sirve la guerra que se está propiciando en el Wallmapu?; ¿por qué se militariza La Araucanía?, ¿cuántos mapuches muertos más serán necesarios para cambiar la estrategia?

Pienso en la Lagmien compañera de Camilo con un hijo de seis años y embarazada de otro que aún no nace y ya está estigmatizado, violentado y rotulado como “terrorista”.

Vergüenza del Chile racista, hipócrita y arribista.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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