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Navidad en Chile

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Por: Mario Sánchez Bustos



Señor Director:

Hoy es altamente necesario, un nacimiento entre quienes vivimos en Chile, un nacer a nuevas formas de conductas, de acciones que no lleven a mayor empatía, para entender los dolores y sufrimientos de otros; es necesario dar espacio a la generosidad, que nos permita estar atentos para escuchar las injusticias sociales, que hoy nuestro pueblo denuncia, y que quienes tienen el poder, se niegan a responder con medidas concretas, mostrando una ausencia de solidaridad con otros, que les impide dejar sus burbujas e intereses mezquinos, que dañan el bienestar común, para conservar los privilegios individuales.
Que, en esta fecha, los creyentes puedan ver en Jesús, el más preciado regalo, aunque para algunos, ese ver sea un sentir, porque en este Chile, se han perdido ojos, con la violencia desmedida y abusadora, de algunos que tienen el poder, pero no la autoridad, que da el respeto y respaldo social. Estos infiltrados de la navidad, no representan el verdadero nacimiento, por el contrario, nos nublan con humos enceguecedores, que destruyen la vida de los hijos de esta tierra, hijos que son la Patria, porque la patria no solo es terreno, o los límites fronterizos, Patria fundamentalmente, son las personas.
Quienes vivimos entre las fronteras de Chile, buscamos urgentemente regalos importantes, como sueldos más justos, pensiones que permitan dignidad, a quienes han entregado su vida en el trabajo, una mejor educación y salud para todos, precios de medicamentos accesibles, y al alcance de todos, que respondan a la salud y no al mercado.
Más que en una fecha, pensemos en un hecho, ese acontecimiento, es que Jesús Hijo de Dios, nace y llega a la vida de los creyentes y de todos quienes quieran acogerlo, de quienes reconocen en El, a un Salvador, que nos guía, que nos indica el camino, la verdad y la vida plena. Por eso la invitación es a celebrar el nacimiento de Jesús que viene a salvarnos, hagamos de este hecho una fiesta en nuestras vidas.
Para quienes no crean, pueden al menos, regalar un saludo afectuoso a los vecinos, compartir un pan con el más necesitado, ser solidarios con los más vulnerables, denunciar las injusticias, renunciar a los abusos, tratando con respeto a otros, quizá entonces, se pueda decir con voz fuerte, clara y coherente…

Mario Sánchez Bustos
Académico Universidad Católica del Maule

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