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A 10 años del 27F: las comparaciones para abordar los terremotos entre Chile e Italia Opinión

A 10 años del 27F: las comparaciones para abordar los terremotos entre Chile e Italia

Gabriella de Angelis
Por : Gabriella de Angelis Coordinadora de la Comisión Asesora de Reducción de Riesgo de Desastre en el MINVU
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Los terremotos nos enfrentan a múltiples desafíos, la reconstrucción es uno complejo y costoso, siendo abordado por la sociedad en su conjunto. No son solo un fenómeno que afecta las edificaciones, entornos urbanos y rurales, también altera la vida y el destino de las comunidades, del Estado y las políticas públicas de reconstrucción. Chile e Italia han sido afectados por devastadores terremotos en las últimas décadas.

El 27 de febrero de 2010 ha representado un gran cambio tanto en lo profesional como en lo personal. Cuando ocurrió el terremoto yo estaba en Chile para investigar el terremoto de Valdivia de 1960 para mi tesis doctoral. Lo que no podía imaginar era que iba a vivir un terremoto 8.8 que generaría un antes y un después en mi investigación y por la futura relación con este país.

Después del terremoto me quedé para trabajar como voluntaria en la construcción de viviendas de emergencia para el Maule. Tuve la oportunidad de visitar las ciudades devastadas y las caletas del borde costero destruidas por el tsunami. Me fui a Dichato y Talcahuano donde pude ver la dramática condición en la que vivían los damnificados que se encontraban sin carpas de emergencia y en general pude constatar el colapso operacional que sufrió el país.

En ese momento las mediaguas que se entregaban eran muy precarias, no tenían los servicios higiénicos y en algunos casos las ventanas no tenían vidrio. En estos 10 años se ha trabajado para mejorar el diseño y las condiciones higiénicas. Como mejorar la respuesta operativa en una catástrofe ha sido una parte importante de mi tesis y también trabajé con la facultad de arquitectura de Italia para desarrollar prototipos de viviendas de emergencia sostenibles y bajo costo.

A los 3 meses del evento tuve que volver a España para presentar mi tesis, pero con la idea de volver a Chile, cosa que hice en el 2016, cuando fui a investigar en la Universidad Austral de Valdivia, y en el 2018, cuando trabajé en el CEDEUS de Concepción.

Hasta que se me ofreció la oportunidad de trabajar en la Comisión Asesora de Reducción de Riesgo de Desastres del MINVU, lugar donde me desempeño desde noviembre de 2019.

He estado trabajando en los terremotos que han ocurrido en Italia que, aunque no se conocen muy bien nuestras catástrofes debido a que, si más bien son menos emblemáticas en términos cuantitativos, en término de magnitud son muy importantes desde el punto de vista de los daños y de los damnificados, esto debido a un patrimonio muy frágil y porque los hipocentros de los sismos son muy superficiales.

Después de un evento sísmico principal llamado «mainshock», sigue una secuencia más o menos larga de “aftershocks” (conocidas como «réplicas»), que se puede decir terminada solo cuando los terremotos, tanto en términos de frecuencia (número) como magnitud (energía), vuelven a los parámetros pre-mainshock. La secuencia sísmica en el centro de Italia, por ejemplo, no ha terminado y aunque son de una magnitud pequeña son aún más numerosos que el período anterior al 24 de agosto de 2016. Nuestros Apeninos están sometidos a tensiones tectónicas que determinan, en los primeros 10-15 km de espesor, la frágil ruptura de la corteza terrestre.

Es necesario y urgente hacer prevención de manera efectiva, en particular en Italia es un trabajo largo y exigente, especialmente para reducir la vulnerabilidad de los edificios en áreas de interés patrimonial que son muy vulnerables y sensibles a estos eventos, pero es la única forma de enfrentarse a los futuros fenómenos que, como sabemos, son cíclicos y sin previo aviso.

Chile es la tierra fértil donde mejor podré aplicar mis conocimientos y soluciones concretas. Durante todo lo aprendido en Europa siempre citaban a Chile como el mejor ejemplo para ponerlo en práctica. Primero, porque es un país que sufre casi todos los posibles desastres de origen natural y, segundo, porque hay muchos desafíos por delante. Mucho se ha logrado desde el 2010, bajo distintos aspectos, desde la política, la normativa, la respuesta operativa, las tipologías habitacionales hasta lo social.

Lo primero que estamos aplicando a modo de estrategia es el bottom-up, basado en la participación ciudadana que es un proceso que va más allá de la participación directa en la toma de decisiones, es el compromiso personal de pensar los nuevos espacios sin olvidar la relación entre espacio y memoria, además de tomar consciencia sobre el riesgo y las medidas que hay que tomar en una situación de emergencia. Una reconstrucción inclusiva y participativa con las comunidades asegura un estándar de seguridad, permitiendo recuperar el habitar urbano y no solo las vidas de los residentes, además de su patrimonio y capacidad de resiliencia urbana.

Nuestro desafío en el ministerio es potenciar y fortalecer la sensibilización con los niños, en los colegios y con las comunidades más vulnerables que viven en condición de riesgo. Por lo tanto, se está innovando en proyectos que he tenido la oportunidad de desarrollar en otros países y creo que en Chile hay que aplicar ese modelo. Estoy convencida que trabajando con lo más pequeños podemos lograr grandes cambios y en tiempo más rápido en nuestras comunidades.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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