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Sobre el SARS-CoV2 y las mutaciones “buenas personas”

Por: Gabriel Castillo Rozas y Paulina Aguilera Cortés


Señor Director:

En los últimos días hemos sido testigos de declaraciones aberrantes por parte del Ministro de Salud, Dr. Jaime Mañalich, en materia de virología y genética, afirmando con una certeza tenebrosamente apodíctica que “el virus mutará convirtiéndose en “buena persona’”. Queremos refutarlo “fuerte y claro”.

Para que se produzca una infección en los seres vivos se requiere de la interacción de la llamada “Tríada Epidemiológica” (Epidemiology, Gordis L., 1996), que incluye al hospedero (seres humanos), al agente infeccioso (virus, SARS-CoV2) y al medio ambiente. Por otro lado, cabe destacar que las mutaciones son fenómenos azarosos dentro de la biología (no tienen intencionalidad, no son “buena o mala onda”) y la permanencia de esta mutación en las siguientes generaciones de virus depende de la ventaja evolutiva que le confiera (selección natural). Si relacionamos esto con la tríada epidemiológica, se traduce en que estas mutaciones permiten que el virus infecte más fácilmente a sus hospederos, independiente de la letalidad. Por otro lado, existen reportes de mutaciones en Dengue, por ejemplo, que le otorgaron menos letalidad (Islas del Pacífico Sur, años ‘70), pero considerando el estado actual de emergencia sanitaria mundial, ¿es responsable tomar decisiones político-sanitarias basadas en el azar, esperando que la circulación viral y su letalidad disminuyan gracias a una mutación “buena persona”? Una vez recuperados de la infección, habremos desarrollado una respuesta y memoria inmunológicas en contra del agente, de modo que si ocurriera una re-emergencia de este virus, probablemente el efecto individual y poblacional sería menor. En conclusión, la magnitud individual y poblacional de los procesos infecciosos no sólo se pueden atribuir a los agentes microbiológicos causantes, sino también a la susceptibilidad de los hospederos. Y, por cierto, no hay intencionalidad. Sólo ocurre.

En tiempos como los que vivimos, donde la circulación de fake news abunda, es necesario contar con autoridades que sean capaces entregar a la ciudadanía información verídica, confiable, reproducible y fidedigna. Con más ciencia y menos suposiciones. La irresponsabilidad política y sanitaria de incumplir con este principio puede ser catastrófica y letal.

 

Gabriel Castillo Rozas

Médico Cirujano. Estudiante de Doctorado en Ciencias Médicas y Especialidad

Paulina Aguilera Cortés

Bióloga, MSc. Candidata a Doctora en Ciencias Mención en Microbiología

Universidad de Chile

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