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La opción por la bicicleta, el transporte público y el distanciamiento físico frente al Coronavirus Opinión

La opción por la bicicleta, el transporte público y el distanciamiento físico frente al Coronavirus

Beatriz Mella Lira
Por : Beatriz Mella Lira Directora Centro de Investigación CIUDHAD, Universidad Andrés Bello.
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En la actualidad, el teletrabajo y la posibilidad de reducir los viajes nos ha hecho repensar hasta qué punto tenemos que movernos desde nuestros hogares. Conforme avanza el tiempo, la crisis del Covid-19 ha evidenciado fuertemente la relación estrecha entre la salud, el ambiente construido, la movilidad y las inequidades sociales.

Si bien estamos en la actualidad en un escenario que promueve la menor cantidad de viajes, estamos poco a poco transicionando hacia un segundo momento definido por las autoridades como la ‘nueva normalidad’. En esta ‘nueva normalidad’ varios han debido volver a sus puestos de trabajo, pero poco se ha discutido acerca de las estrategias de movilidad a las actividades regulares. Una vez que los servicios, el comercio y los colegios comiencen de a poco a volver en parcial funcionamiento, el auto destacará como un modo conveniente que facilita el distanciamiento físico. En este escenario, además de responder a la emergencia sanitaria, se hace imprescindible que el transporte público sea un modo seguro para sus usuarios, de manera de no aumentar los índices de usabilidad del transporte privado.

El transporte público requerirá entonces nuevos esquemas de utilización a través de un distanciamiento social en buses y vagones de metro. El ITF (International Transport Forum) ya ha comunicado la relevancia de contar con un re-espaciamiento de las calles y ciudades, de manera de minimizar los riesgos. Dentro de las recomendaciones se considera la entrada a los buses por la puerta trasera, la desinfección al interior de los buses y paraderos, limites de uso y distanciamiento físico interior, y un máximo factor de carga para buses, metros y trenes. Estos últimos siendo los más difíciles de ser implementados sin afectar las frecuencias y tiempos de espera.

Parte de la solución corresponde a la promoción del transporte activo: la bicicleta y la caminata. Varios países ya han decidido mitigar el impacto del coronavirus en la baja de uso de modos de transporte masivos. En Perú, la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao ha recientemente presentado el proyecto Sistema de Transporte Individual Sostenible (SITIS), que considera añadir 27 kilómetros a la actual red de ciclovías de la ciudad (145 kilómetros) para conectar y consolidar la infraestructura ciclista en los sectores donde la red carezca de conexiones. Se ampliará la red existente con nuevos 129 kilómetros de ciclovías (lo que sumaría un total de 301 kilómetros). Se busca además estandarizar los anchos de las ciclovías a 3 metros, tomando espacio del carril de los autos. El proyecto, ejecutado por los municipios y financiado por el gobierno central, espera convertir los viajes de menos de 5 kilómetros en viajes en bicicleta, de manera de descongestionar la red de transporte público.

El foco en el transporte activo, principalmente en la bicicleta para los viajes de distancias cortas y medias, es una alternativa que también se ha implementado en Colombia. Ya en Marzo de este año, y por efecto del coronavirus, Bogotá implementó 117 kilómetros de ciclovías para traspasar usuarios de Transmilenio a la bicicleta. Otras ciudades como Berlín y recientemente Madrid  también han anunciado medidas para promover el uso de la bicicleta.

Los beneficios no sólo impactan en el ámbito de la salud pública, sino que se extrapolan a las discusiones que seguirán rápidamente a la pandemia. Los protocolos de movilidad y decisiones en el ámbito del transporte debieran estar alineados con el Acuerdo de París, constituido dentro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Las decisiones que se tomen en esta emergencia tienen el potencial de impactar directamente en medidas futuras para la reducción de la contaminación del aire y reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. La utilización de la bicicleta tiene además la ventaja de la reducción de los costos de transporte. Todos los beneficios alineados con las metas de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.

Hemos visto diariamente cómo la autoridad da cuenta de la cantidad de nuevos casos y de las estrategias que se están tomando para hacer cumplir las cuarentenas. Hoy resulta imprescindible escuchar también las estrategias de movilidad que se están considerando para los escenarios de vuelta a la ‘nueva normalidad’ y los que respectan al largo plazo.

El mensaje es claro. Este es el momento oportuno para que tomemos medidas radicales y asertivas para promover el uso de la bicicleta, así como también aumentar la caminabilidad en las ciudades. Si bien hoy la ciudad está en crisis por la pandemia, en un futuro cercano el foco de la urgencia será la contaminación atmosférica, el cambio climático y los efectos irreparables en el habitar humano.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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