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Día Mundial de los Océanos: avanzar hacia un balance real entre conservación y uso sustentable porque vendrán otras tormentas

Día Mundial de los Océanos: avanzar hacia un balance real entre conservación y uso sustentable porque vendrán otras tormentas

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En un nueva conmemoración del Día Mundial de los Océanos debemos volcarnos – y también los líderes y autoridades- hacia un verdadero accionar, en todo ámbito de sus competencias, considerando que Chile cuenta con una de las 10 zonas económicas exclusivas más grande del mundo. Hay que aumentar esfuerzos por disminuir emisiones, avanzar en mitigación y adaptación al cambio climático, liderar la protección del 30% del océano en CBD, impulsar en ONU la creación de gobernanza en la alta mar que resguarde su biodiversidad; proteger la Antártica; dar continuidad a los esfuerzos de conservación en la Patagonia y en las áreas marinas protegidas a lo largo de Chile; no aceptar proyectos de inversión que sean nocivos para el ambiente terrestre y marino. En definitiva, enfocarse en un trato real y efectivo que permita el balance entre conservación y uso sustentable del océano. Se debe buscar de una vez por todas, dejar de lado los eufemismos, pensado en el presente, pero sobre todo en el futuro, porque vendrán otras tormentas y porque el océano no es un proveedor de servicios de la humanidad; el océano da vida.  


Este día se verán muchas columnas y artículos parecidos a este. Desde personalidades hasta líderes de opinión llamarán la atención sobre la relevancia del océano en nuestra vida, y esto es real, independientemente de que usted o yo podamos vivir en un lugar alejado del océano. En la actualidad, en medio de la travesía de nuestro país por esta tempestad denominada pandemia del COVID-19, cuyos números no alcanzan a reflejar cómo las personas reales y sus familias están siendo afectadas por la angustia de la enfermedad, el aislamiento y sí, también por la muerte. En este contexto, celebrar el día mundial y nacional del océano, no sería lógico, pero sí conmemorarlo. Porque a diferencia de este virus catastrófico que ha puesto de rodillas a la humanidad, este se irá y desaparecerá tal como lo hacen las tormentas, en tanto el océano ha estado y seguirá estando ahí por siempre, a pesar que en muchas ocasiones ha sido ignorado, invisibilizado, contaminado y sobre explotado por la humanidad. Ello, en una gran medida por la falta de responsabilidad de quienes tienen el mandato público de protegerlo y cuidarlo para todos nosotros.

Una mirada preliminar permite asegurar que la pandemia está golpeando en menor intensidad a aquellos territorios cuyos habitantes conviven de manera más armónica con el ambiente y también con el océano; menos casos de contagios y menos muertes. Comunidades a escala humana, en las cuales la participación y la responsabilidad mutua esta permitiendo proyectar el interés individual hacia el colectivo y viceversa para así salir adelante, en lo sanitario, económico y social. Un ejemplo claro, son las muchas comunidades costeras del norte, sur y de la Patagonia de Chile. Ese ejemplo, que en conservación y protección oceánica no es nuevo -el trabajo en comunidad- debiera constituir una inspiración real y efectiva para nuestros líderes y autoridades locales, regionales, y nacionales.

Una vez que pase la pandemia, no podemos apretar el botón y hacer reset y volver a la tan manoseada normalidad, como si nada hubiera ocurrido. Sería un error despreciar esta oportunidad, para generar la resiliencia, esta vez en cada uno de nosotros, y en nuestro accionar respecto a nuestra relación con la naturaleza y el océano. Ambos nos han dado muchas lecciones que podemos seguir. Esto no es abstracto, cabe ahora más que nunca pensar e impulsar acciones que permitan convivir ralamente entre naturaleza, océano y personas, en comunidad. Dejando de lado la ganancia marginal, la “leguleyada”, el force intelectual de las teorías, tantas veces aplicadas para justificar acciones nocivas; pescar más de las recomendaciones científicas, no reciclar, contaminar sin más.

Debemos volcarnos nosotros y por cierto los líderes y autoridades hacia un verdadero accionar, en todo ámbito de sus competencias, considerando que Chile cuenta con una de las 10 zonas económicas exclusivas más grande del mundo. Hay que aumentar esfuerzos por disminuir emisiones, avanzar en mitigación y adaptación al cambio climático, liderar la protección del 30% del océano en CBD, impulsar en ONU la creación de gobernanza en la alta mar que resguarde su biodiversidad; proteger la Antártica; dar continuidad a los esfuerzos de conservación en la Patagonia y en las áreas marinas protegidas a lo largo de Chile; no aceptar proyectos de inversión que sean nocivos para el ambiente terrestre y marino. En definitiva, enfocarse en un trato real y efectivo que permita el balance entre conservación y uso sustentable del océano. Se debe buscar de una vez por todas, dejar de lado los eufemismos, pensado en el presente, pero sobre todo en el futuro, porque vendrán otras tormentas y porque el océano no es un proveedor de servicios de la humanidad; el océano da vida.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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