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Tu argumento económico también es ideológico MERCADOS|OPINIÓN

Tu argumento económico también es ideológico

Elisa Durán Micco
Por : Elisa Durán Micco Investigadora del Instituto Milenio MIPP, Ph.D. Agricultural and Resource Economics UC Berkeley
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El poder que los economistas hemos ostentado durante las últimas décadas en Chile es indiscutible. Tanto en el ámbito público como privado, las ideas económicas han influenciado profundamente la trayectoria de nuestro país. Muchas veces se tilda de ideológico, con tono despectivo, un argumento por el solo hecho de no tener un sustento económico. Sin embargo, pretender que la economía es cercana a una ciencia exacta y que no está determinada por supuestos filosóficos sobre la naturaleza humana, es producto de ignorancia o derechamente un engaño.

Y es que el pilar fundamental de la economía moderna –también llamada marginalista, neoclásica o neoliberal–,aquella piedra angular que sostiene que el mercado es eficiente –el primer teorema fundamental de la teoría del bienestar–, se basa en la premisa de que el ser humano es profundamente individualista y consumista. De acuerdo a este dogma, este individuo es insaciable, su bienestar solo depende de lo que consume y no se interesa por lo que le pasa al resto. Esto puede ser cierto en una feria libre o mercado online. Pero sostener que los individuos se comportan de esta manera al tomar decisiones en cualquier ámbito de su vida, es igual de extremista que asumir que todos los seres humanos son altruistas y austeros.

Para los economistas, una situación es eficiente cuando nadie puede estar mejor sin que al menos una persona esté peor. El nombre técnico es Pareto eficiente o Pareto óptimo. En otras palabras, la existencia de una alternativa donde la gran mayoría pueda estar mejor (digamos el 80%), no significa que estemos en una situación ineficiente, si es que esta alternativa supone el más mínimo costo para la minoría. Para los economistas la distribución de los recursos no tiene nada que ver con qué tan eficiente es una situación. En otras palabras, una sociedad extremadamente desigual puede ser perfectamente eficiente desde la perspectiva económica.

Las escuelas de ingeniería comercial, donde nos formamos los economistas chilenos, enseñan solo economía marginalista. En la clase de economía se asume que los mercados son eficientes y, rara vez, se explican los supuestos que sustentan esta idea. Y es que la mayoría de los libros de economía de pregrado dedican escasas líneas a los teoremas del bienestar. Esto trae consigo que muchos economistas ni siquiera sepan los supuestos que sustentan sus modelos de oferta y demanda.

Personalmente, fue recién estudiando un doctorado donde se me exigió aprender y demostrar estos teoremas. Es verdad que la matemática necesaria para demostrarlos es compleja, pero mucho más grave es el hecho de que las ideas que sostienen esta piedra angular no se corresponden necesariamente con la realidad empírica. Los supuestos sobre la naturaleza humana que sostienen a la economía moderna no son para nada complejos, al contrario, son extremadamente simples y radicales. La economía moderna se basa en que las personas solo actúan por interés propio y ansias de consumo.

Si bien existe el segundo teorema fundamental de la teoría del bienestar, en el cual bajo una serie de supuestos imposibles (información perfecta, competencia perfecta, ausencia de externalidades, etc.), se argumenta que se puede actuar con respecto a la distribución. Si bien existen diferentes ramas de la economía donde se relajan algunos de estos supuestos imposibles, todos estos esfuerzos son como las ramas de un árbol. Cada rama relaja supuestos diferentes y, a medida que se vuelven más especificas su incidencia es cada vez menor. La diversidad en economía es tan escasa, que las corrientes alternativas a la economía marginalista son llamas heterodoxas y en la gran mayoría de los programas de estudio ni siquiera se mencionan.

De cara a un proceso constituyente, un punto de inflexión en el cual decidiremos colectivamente el rumbo de nuestro país, la discusión será ideológica porque siempre lo ha sido. Que te preocupe el crecimiento, la inversión y la eficiencia, es tan ideológico como que te preocupe la desigualdad, el medio ambiente y la paridad de género. En este momento en que el pueblo chileno ha exigido un cambio, es imperativo repensar el rol y la relevancia que tenemos los economistas en Chile.

Colegas, es tiempo de bajar del Olimpo, esta crisis social cuestiona profundamente las raíces de la ciencia económica. Los problemas que enfrentamos hoy tienen mucho que ver con la relevancia que nuestra profesión ha tenido las últimas décadas. Creo que es tiempo de sentarse con el resto, participar y, sobre todo, escuchar con humildad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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