Estamos acostumbrándonos a lecturas fugaces con multiplicidad de imágenes y palabras, unas tras otras, perdiendo de vista la profundidad de los contenidos de los mensajes.
En esa línea, vamos a detenernos en el mensaje publicitario que circula en un vagón del metro de Santiago, en el cual se lee en primer plano la siguiente frase: “Igualita a sus papás”, para referirse a la posibilidad de adopción de niños y niñas, publicitando una fotografía de una niña de raza negra con dos padres blancos.
Si se sigue avanzando en el texto, el lector se encuentra con un subtítulo, que dice: “La misma alegría, la misma energía y el mismo amor”, un giro interpretativo que redirecciona la idea hacia la igualdad de “sentimientos”, reflejados en la felicidad familiar, conectándose con el campo semántico asociado al ser, a la existencia y a la esencia de la vida.
El asunto es que, no todos leemos completamente los textos. Se ha entrenado el ojo para captar lo que aparece en primer plano, corriéndose el riesgo de quedarse en la superficie del mensaje.
Asumiendo que la lectura ha generado interpretaciones reactivas en el lector, las imágenes y las palabras, en este caso, tendrían una capacidad persuasiva para activar presupuestos preconcebidos asociados a diferenciaciones raciales, distinción étnica y discriminación, generando tensión, confusión y quizás rechazo.
No obstante, al realizar una lectura completa al mensaje: “Igualita a sus papás: La misma alegría, la misma energía y el mismo amor”, conectada contextualmente con la imagen, se produciría un redireccionamiento de ideas e interpretaciones, quizás vinculadas con la diversidad e integración intercultural, con la transformación y composición familiar.
Los anteriores supuestos no agotan de ninguna manera la variedad de interpretaciones. Dialécticamente los lugares y los sentidos asignados a las palabras, a las imágenes y las emociones son complejos e ilimitados. Si esto es así, entonces ¿cómo valorar, entender e interpretar los mensajes?
Lo esencial es relacionar palabras e imágenes a través de un ejercicio interpretativo intencional y contextual. Se requiere un esfuerzo de inteligibilidad que va desde la interpretación experiencial y personal hasta la interpretación teórica para aprehender el fenómeno o situación en observación.
Para el ejemplo en cuestión, son claves los estudios que teorizan sobre inclusión y exclusión para hacer inteligibles criterios abstractos como la “igualdad” de las personas; para debatir situaciones binarias como la igualdad/desigualdad y la inclusión/exclusión.
En la actualidad, las aportaciones sobre las nociones “exclusión incluyente” e “inclusión excluyente”, nos facilitan interpretar situaciones en que las personas no están ni incluidas ni excluidas, sino en ambas situaciones a la vez.
Los diversos significantes que envuelven los mensajes requieren de una hermenéutica, es decir, un posicionamiento del lector respecto de lo que lee e interpreta. Una interpretación integral invita a no perder de la vista a las imágenes, las palabras y los contenidos. En la práctica, no siempre se lee y se comprende las secuencias significantes, no necesariamente porque los textos carezcan de ellas, sino porque el lector tiende a buscar los caminos más rápidos para concluir una lectura y comenzar otra.