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Vocación docente: proyecciones de futuro Opinión

Vocación docente: proyecciones de futuro

Pamela Medina y María Soledad Montoya
Por : Pamela Medina y María Soledad Montoya Pamela Medina, directora Pedagogía para Profesionales. María Soledad Montoya, directora Departamento de Pedagogía Media y Didácticas Especificas. Facultad de Educación Universidad Alberto Hurtado
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Actualmente la pandemia ha tensionado los distintos ámbitos de nuestras vidas, en especial la labor docente. Nadie estaba preparado para enfrentar la educación en virtualidad, la cual ha demandado importantes esfuerzos en la búsqueda de diversas estrategias para garantizar una educación de calidad para nuestros estudiantes.

Para muchos de nosotros como docentes, la vocación se inició en la niñez, inspirada por un profesor que nos marcó, o bien por la influencia de padres o familiares profesores. En otros, la sola experiencia de enseñar a alguien, le ha permitido descubrir ciertas habilidades escondidas y que salen a la luz al enseñar, considerándolo como una acción transformadora de la educación. Pero esta vocación también se va construyendo en la práctica docente. En efecto, buena parte de los profesores que actualmente realizan clases en el sistema escolar, han descubierto en la práctica su vocación, que sin tener formación pedagógica y didáctica, se han dedicado a enseñar.

Acá se abre una problemática de nuestro sistema escolar; no solo es relevante esta vocación como un esperable, sino que es necesario desarrollar ciertas competencias para aquello, lo que es posible al formarse en pedagogía, de modo de aprender para enseñar, en cualquiera de las distintas áreas disciplinares. Este es uno de los elementos claves de la mejora en la educación, según lo señala el Informe McKinsey [1]: “La calidad de un sistema educativo se basa en la calidad de sus docentes”. En este informe, al menos hay dos puntos que se señalan como importantes: mejorar la selección de los docentes para estudios de pedagogía y mejorar el estatus del docente mediante mejoras salariales.

Además, explica que se debe mejorar su formación no solo en sus primeros años de estudio, sino que también en la formación continua. Algunos de estos elementos han sido considerados en la actual Ley de Carrera Docente, al aplicar criterios de selectividad para ingresar a programas de pedagogía, evaluaciones diagnósticas para futuros profesores, aumento de la proporción de horas no lectivas respecto de las lectivas. Además de los exigentes procesos de acreditación de las carreras de pedagogía, que permiten monitorear los estándares de la formación inicial docente. Esto ha llevado al cierre de carreras de pedagogías en institutos profesionales y universidades, lo cual ha repercutido como una de las causas de la escasez de profesores en nuestro sistema educativo.

En un estudio de Elige Educar del año 2019, se proyectó que para el año 2025 faltarán 32 mil profesores con la formación requerida en todo el país, lo que significa que un 15% de todos los docentes en ejercicio serán profesionales sin formación pedagógica o disciplinar.

Por lo tanto, surge la pregunta: ¿cómo evitar la escasez de profesores con la formación requerida? Una de las medidas posibles es incentivar a profesionales con “vocación tardía”, mediante la activación de financiamiento para egresados de otras áreas disciplinares en programas de prosecución de estudios que otorga la oportunidad de formación pedagógica y didáctica, como por ejemplo la Beca Vocación de Profesor tipo III.

Dado lo anterior y en el contexto de la Beca Vocación de Profesor tipo III, otorgada a los profesionales que cuenten con una licenciatura, es importante darse cuenta que la formación inicial de profesores y profesoras para enseñanza media, tanto a nivel nacional como a nivel internacional, se basa en dos modelos de formación, denominados concurrente y consecutivo.

El modelo concurrente, es una formación de carácter profesional, teórica y práctica que se desarrolla simultáneamente en 8 o 10 semestres. Por su parte, el modelo consecutivo, consiste en una formación universitaria en un campo determinado en donde obtiene el grado de licenciatura o bien el título profesional en un área distinta a la pedagogía, y enseguida cursan una formación específica para la pedagogía y la didáctica de la disciplina que dura de dos a cuatro semestres. Este último modelo también suele llamarse prosecución de estudios.

Por otra parte, la investigación en formación de profesores y profesoras, tal como lo señala la revisión de la literatura, es escasa, más aun en formación de docentes basados en el modelo consecutivo. En la Universidad Alberto Hurtado se desarrolla actualmente una investigación en donde se indaga sobre los conocimientos disciplinares y didácticos de docentes egresados de un programa concurrente (carrera de Pedagogía en Matemáticas)  y de docentes egresados de un programa consecutivo (Pedagogía para Profesionales).

La indagación fue un estudio de caso en donde, mediante entrevistas y análisis de videos de clases, se comparan los tipos de conocimientos de siete docentes, cuatro de ellos formados en el modelo consecutivo y tres formados en un modelo concurrente. Estos profesores y profesoras realizaban clases en establecimientos educacionales con una experiencia de tres años. Los resultados del estudio, el cual también fue de tipo exploratorio, develan que hay coincidencias y diferencias en los tipos de conocimientos. Coinciden en la profundidad del conocimiento matemático que tienen los docentes para enseñar un contenido matemático en el aula y que dicho contenido debe ser transformado para ser enseñado. Las diferencias se evidencian en el conocimiento didáctico de la matemática.

Si bien este es un primer estudio de tipo exploratorio en el área de formación inicial de profesores de matemáticas en nuestro país, los resultados de la investigación se convierten en un antecedente que permite a las carreras de pedagogía en matemática y pedagogía para profesionales de nuestra universidad, replantear los planes de estudios de dichas carreras a la luz de la investigación internacional y también de la investigación local.

Finalmente, nos parece un gran acierto otorgar una beca vocación de profesor para aquellos profesionales que realizan clases en el aula y que tienen de base una licenciatura o bien un título profesional relacionado con la disciplina que enseñan, puesto que necesitan un bagaje didáctico que les permita seleccionar mejores estrategias para que sus estudiantes aprendan de acuerdo con las necesidades del siglo XXI, focalizadas en el desarrollo de habilidades.

 

 

[1] http://educacion2020.cl/documentos/informe-mckinsey-como-hicieron-los-sistemas-educativos-con-mejor-desempeno-del-mundo-para-alcanzar-sus-objetivos/

 

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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