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El rol clave de las telecomunicaciones en la construcción de un país justo Opinión

El rol clave de las telecomunicaciones en la construcción de un país justo

Rolando Hernández Mellado
Por : Rolando Hernández Mellado Miembro del Consejo de Desarrollo de las Telecomunicaciones, del Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones y Rector del Instituto Profesional Dr. Virginio Gómez González, de la Universidad de Concepción.
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Antes de referirme acerca de la infraestructura de telecomunicaciones como tal, en el contexto de la situación económico-social que vivimos y arrastramos desde hace tanto tiempo, a la que se suma una pandemia que agrega dificultad para visualizar un país próspero y a la vez equitativo a la hora de ofrecer oportunidades y desarrollar los talentos de las personas.

Es difícil no preguntarse primero: ¿qué país realmente deseamos y queremos para todos sus habitantes?

Si realmente deseamos avanzar, tenemos la obligación ética de intentar responder a lo anterior, ya sea para tratar de cambiar el rumbo o eventualmente confirmar que estamos conformes con nuestra situación actual de país productor de materias primas, que no añade mucho valor agregado en la cadena de producción completa, valor que es generalmente obtenido con maquinarias y métodos que provienen del exterior y que no son producto de las capacidades internas del país, incluyendo el capital humano que se forma en diferentes instituciones de formación superior, universitaria y técnico-profesional.

No está de más repetirnos que las capacidades internas son las que nos aseguran independencia, fortaleza y competitividad, y con esta perspectiva, se debe crear riqueza y se deben generar oportunidades para alcanzar una mejor calidad en los trabajos y las remuneraciones. Para esto último es necesario, entre otras cosas, que las personas y el país como un todo, además de contar con un conocimiento teórico de las materias respectivas, posean el correspondiente know how, el “saber hacer” que permite llevar la teoría a la práctica.

Ahora bien, con el fin de contextualizar y armonizar con los planes de desarrollo del país, avanzando hacia la tecnología de telecomunicaciones 5G, en que, por ejemplo, la latencia de la red será en muchos casos menor o del mismo orden de magnitud que los tiempos de reacción humana. Esto será crucial para un cambio sin precedentes de todo tipo de “teleactividades”, como instrumentación y monitoreo de procesos dinámicos, maquinarias u otros dispositivos en faenas geográficamente alejadas y cualquier otra actividad a distancia, como el monitoreo de las cargas que requieran telemetría y trazabilidad en tiempo real de parámetros que las caractericen, así como el monitoreo y control del proceso de transportarlas.

Las posibilidades de comunicación que vienen asociadas a 4G+ y 5G, sumadas al avance en la implementación de la robótica y la inteligencia artificial, debieran producir y/o profundizar cambios estructurales en los métodos de producción y distribución de las organizaciones. Por supuesto, siempre y cuando estemos preparados y planifiquemos el futuro en meses –el muy largo plazo en estas materias no existe–.

Específicamente, respecto de la infraestructura de telecomunicaciones, es fundamental una cobertura geográficamente distribuida para obtener beneficios, en términos reales y operativos. Es claro que la distribución actual es una gran falencia del país y en particular de varias regiones. Lo que demuestra una importante correlación entre la distribución geográfica de la pobreza, la falta de oportunidades y la conectividad.

En la actualidad existe la oportunidad cierta de dar un salto. Está la necesidad, como tener una herida abierta, y están las capacidades técnicas y financieras para una solución que combine las redes terrestres en fibra óptica, enlaces de microondas y enlaces satelitales con megaredes espaciales como SpaceX u otra.

En realidad, aparentemente no se pensaba que en este momento se iban a destacar tan crudamente nuestras vulnerabilidades y faltas de oportunidades de desarrollo y muchas otras prestaciones que inciden directamente en el bienestar de las personas, pero, al mismo tiempo, esta cruda realidad ha acelerado programas y proyectos, sobre todo los de conectividad con fibra óptica. Es así como en un par de años debiéramos tener troncales de fibra óptica a lo largo de todo el país y tenemos que preocuparnos especialmente de que quede interconectada la gran mayoría de las localidades, conectándolas digitalmente con infraestructura robusta y con la capacidad adecuada, pensando al menos en los próximos 20 años, en conformidad a la Agenda Digital 2020.

A lo anterior hay que añadir todos los proyectos de lo que técnicamente se denomina “capilaridad”, que es la conexión desde los terminales troncales de entrada hasta las casas y edificios públicos, educacionales y de salud de las localidades abordadas, de manera de completar la carretera de la información con una conexión vigorosa, efectiva y de punto a punto.

Tenemos tiempo suficiente todavía, pues transcurrirá aún un largo período con sistemas “automatizados”, los que requerirán, sin embargo, de personal técnico altamente capacitado para la mantención y operación del equipamiento. No contamos con una industria 4.0, pero obviamente debemos avanzar en esa dirección, no porque sea necesariamente lo mejor, sino porque con mucha seguridad es una enorme oportunidad para alcanzar un mayor bienestar para todas las personas.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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