Publicidad

La discriminación como causa de la epidemia del VIH

Por: Stefanella Costa Cordella


Señor director:

Las epidemias y otras problemáticas de salud están vinculadas al contexto social. A pesar de la extensa evidencia al respecto, nuestra noción de salud/enfermedad sigue estando marcada por la idea de que cada uno es responsable de su salud a partir de las decisiones que toma, y la mayoría de las campañas en salud apuntan a estos aspectos que omiten el rol del contexto social, a través de mensajes como: cuídate, usa condón, elige comer sano.

En el caso del VIH, existe extensa evidencia sobre cómo algunos grupos de la sociedad están mucho más expuestos a contagiarse y también a tener mayores complicaciones en el caso de contagiarse. Esta exposición y vulnerabilidad tiene sus raíces en motivos sociales.
¿A qué me refiero con motivos sociales? Las decisiones colectivas que moldean nuestras vidas (por ejemplo, las leyes), repercuten en cómo vivimos subjetivamente nuestras vidas, cómo sentimos, cómo deseamos, cómo nos comportamos. La evidencia científica muestra que las estructuras sociales y el acceso desigual a ciertos derechos, son elementos implicados en la perpetuación de la epidemia del VIH (y otras enfermedades de transmisión sexual).

Hagamos un ejercicio: imagine que a usted no le permitieran casarse después de los 50 años bajo la concepción de que el matrimonio debe ser entre “un hombre y una mujer en edad reproductiva”, o que sólo las personas de cabello castaño estuvieran autorizadas a casarse pero las personas de cabello rubio no, porque alguien dijo que el matrimonio debía ser entre personas castañas. Este ejercicio se puede repetir seleccionando aleatoriamente un criterio y llenando el espacio en blanco en la frase “el matrimonio debe ser entre ___” y luego justificarlo con alguna creencia. ¿Cómo se sentiría usted al nacer y crecer en una sociedad que no considera un aspecto fundamental de su existencia en la institución que la misma sociedad plantea como su núcleo?

No es ninguna revelación afirmar que nuestra sociedad privilegia la heterosexualidad. Las relaciones, comportamientos e identidades no heterosexuales son denigradas y, al estar privadas de ciertos derechos, se les está claramente discriminando. Miremos lo que ocurre paso a paso. ¿De qué manera la discriminacion afecta en que se traspase más el virus? La evidencia muestra que sentirse discriminado por la identidad sexual se relaciona con depresión, intentos de suicidio, estrés, bajo apoyo social y conductas sexuales de riesgo.
También la discriminación interfiere en la capacidad de establecer y mantener relaciones de largo plazo, las que se sabe previenen muchísimo la propagación de VIH (volvamos al ejercicio anterior: si la sociedad te dice que tu relación de pareja no es suficientemente válida, es menos probable que sueñes con esa relación estable que va a llenar tus días de amor romántico). Además, las experiencias de opresión se internalizan: de tanto recibir el mensaje de que tu identidad sexual no es adecuada, terminas tú mismo creyendo que así lo es, o sintiendo algún tipo de rechazo (consciente o inconsciente) por ti mismo. Esto repercute en que sea muy difícil desarrollar una identidad sexual positiva y que sea mucho más probable realizar conductas sexuales de riesgo (como por ejemplo, no usar condón).

Finalmente, en personas con VIH la discriminación internalizada se asocia a menor adherencia a la terapia antiretroviral. Esto quiere decir que personas con VIH que se sienten discriminadas están en mayor riesgo de no seguir el tratamiento que les permite vivir bien y que disminuye su carga viral, permitiéndoles no contagiar. Por lo tanto, la no adherencia aumenta la circulación del VIH.
Se desprende de los hechos anteriores que lo que impulsa la epidemia del VIH no son las conductas a nivel individual (la decisión que cada individuo toma de cuidarse o no), sino que los factores contextuales enraizados en temas culturales, históricos y estructuras políticas.
La discriminación basada en la identidad sexual es lo primero que hay que combatir, pues no sólo perpetúa la epidemia del VIH, sino que compromete el bienestar y la salud mental de las personas discriminadas. La prevención del VIH debe considerar colectivamente los factores sociales, psicológicos y biomédicos que generan estas desigualdades en ciertos grupos de la población.

Mientras tanto, debemos al menos asegurar que las estructuras políticas que dan forma a nuestras vidas, contribuyan a la integración de las diversas identidades en nuestra sociedad.

Stefanella Costa Cordella, académica Facultad de Psicología UDP.

 

Publicidad

Tendencias