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Dinámicas políticas y la elección del 19 de diciembre Opinión

Dinámicas políticas y la elección del 19 de diciembre

Eugenio Rivera Urrutia
Por : Eugenio Rivera Urrutia Director ejecutivo de la Fundación La Casa Común.
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Tras el plebiscito del Apruebo y la elección de los constituyentes, la elección del 19 de diciembre es la más importante de los últimos 30 años y representa una difícil decisión para muchos(as) ciudadanos(as), en un contexto de alta volatilidad política. En la era de la complejidad y la indignación, las decisiones políticas no obedecen a una única disyuntiva. También incide la dinámica vertiginosa, propia de los tiempos turbulentos e inciertos que experimenta el mundo, debido a la pandemia, el cambio climático y la celeridad de la innovación tecnológica. Baste recordar los numerosos candidatos que gozaban del apoyo ciudadano en las encuestas y luego desaparecieron del escenario. Todos los partidos políticos que antaño eran puntos de referencia significativos y estables, modifican sus planteamientos conforme a los escenarios políticos cambiantes. En un mundo plagado por las “fake news”, es difícil formarse una opinión mediante las campañas políticas y los debates. En este contexto, analizar las dinámicas políticas que han venido determinando el acontecer nacional puede ayudar a poner en contexto e iluminar la decisión electoral.


El 18 de octubre marcó un quiebre en la trayectoria política nacional. Los ciudadanos dijeron “no más” al estilo de convivencia marcado por el abuso y la corrupción, a la falta de soluciones en pensiones, salud, educación y vivienda y a la Constitución del 80. Ello fue ratificado con la marcha de millones de personas el 25 de octubre del 2019, con el plebiscito en que el Apruebo y la Convención Constitucional (CC) paritaria lograron el 80% de apoyo, y con la derrota de la derecha en la elección de constituyentes, que apenas logró superar el 20% de los votos. Sin embargo, cabe destacar que la lectura política del estallido no fue nítida, ni menos aún unívoca, lo que generó diferencias de apreciación y, sobre todo, desató tres dinámicas políticas que han incidido, de manera conflictiva y determinante, en el escenario nacional. 

Una primera interpretación se plasmó en el sector mayoritario de la oposición, en términos de que era indispensable que el sistema político diera una salida institucional innovadora al estallido social. Esta mirada fue compartida y protagonizada por amplios sectores del Frente Amplio encabezados por Gabriel Boric, Giorgio Jackson, Fernando Atria, entre otros; numerosos dirigentes políticos de la ex Concertación y sectores importantes de la derecha encabezados por Mario Desbordes; y se tradujo en el Acuerdo del 15 de noviembre y en la apertura del proceso constituyente. La gravedad de la situación obligó a dirigentes de la UDI y de otros sectores de la derecha a sumarse a regañadientes a la iniciativa, mientras que otros, liderados por José Antonio Kast, se opusieron al Acuerdo. 

Una segunda dinámica se generó en círculos minoritarios de la izquierda, particularmente del Partido Comunista y sectores del Frente Amplio, para quienes el estallido debía constituir el prólogo del colapso del sistema político y derivar en una “Asamblea Constituyente”, entendida como totalmente soberana, pese a que, como se sabe, ello es solo posible tras una guerra civil o una insurrección, escenarios que, por fortuna, no correspondían al proceso sociopolítico que se vivía. Pese a los avances del proceso constituyente, esa perspectiva se vio después reforzada por quienes transformaron la Plaza Dignidad y otras calles y actividades del país en un campo de batalla con Carabineros, que afectó los esfuerzos por retomar la normalidad y fortalecer el diálogo constitucional para generar las condiciones para impulsar un proyecto transformador, y nutrió de ansiedad a la población. La falta de capacidad gubernamental de avanzar en la resolución del conflicto en La Araucanía contribuyó también a acrecentar los miedos y la incertidumbre.

Un sector de la derecha protagonizó la tercera dinámica. Consciente de que era improbable que el proceso constituyente produjera un texto tan marcadamente neoliberal como el de la Constitución vigente, decidió desde un inicio boicotearlo, anhelando su fracaso. Por su parte, un sector minoritario pero significativo de la derecha votó por el Apruebo, y ha desempeñado un papel constructivo en el proceso constituyente, lamentablemente sin lograr poner su sello a la recomposición de la derecha.

Dinámicas y tensiones políticas de la primera vuelta presidencial

Las tres dinámicas políticas descritas incidieron crucialmente en la elecciones parlamentarias y presidenciales de fines del 2021.

Respecto de las dinámicas predominantes en la oposición, tres elementos son relevantes: el deterioro de la ex Concertación como alternativa política en la elección presidencial, a lo que se sumaron hechos lamentables al concretarse las primarias; la fragmentación del Apruebo en varias candidaturas presidenciales; la primaria de Apruebo Dignidad en que se enfrentaron los protagonistas de la salida institucional y que impulsaron consecuentemente el proceso constituyente en las formas definidas por el Acuerdo del 15N y por las reformas constitucionales, con el PC y sus aliados, que apostaban a introducir modificaciones al proceso en la dirección de su transformación en una Asamblea Constituyente totalmente independiente del sistema político que le había dado origen. El decisivo triunfo de Gabriel Boric, que alcanzó casi un 60% de la numerosa votación, representó un paso decisivo para resolver diferencias fundamentales entre las dos visiones; además se dio fin a los intentos de sectores constituyentes que insistían en modificar la regla fundamental de los 2/3 en la decisión sobre las normas constitucionales. 

No obstante, la persistencia de movilizaciones de grupos anarquistas aprovechadas por delincuentes, ayudaban cada vez más a la campaña de la derecha contra el proceso constituyente. También errores, vulnerabilidades y problemas comunicacionales de la CC fueron erosionando el apoyo popular del que había venido disfrutando el proceso constitucional. Ello, sumado a errores de la campaña de Boric, tuvo como resultado que Apruebo Dignidad sumara en la presidencial solo 65 mil votos a los obtenidos en la primaria.

En el contexto indicado, la alta participación de la derecha en su primaria le permitió impulsar un vigoroso proceso de recomposición, estructurado en una dura campaña contra el proceso constituyente: en ningún momento reconoció la rápida aprobación del Reglamento de la CC, incluida la ratificación de la norma de los 2/3 y la diligencia con que se iniciaba la elaboración de la nueva Constitución. Varias razones, además, llevaron a un rápido desplome de la candidatura de Sebastián Sichel y al crecimiento de la candidatura de JAK. ¡Qué paradoja! El más claro e intransigente adversario del proceso constituyente, pese a que el Apruebo había sido apoyado por el 80% del electorado, lograba un triunfo muy estrecho en la primera vuelta presidencial, pero triunfo al fin. Los problemas de la Convención Constitucional, las violentas acciones callejeras cuyo sentido resultaba cada vez más difícil de entender, la sensación de incertidumbre, la normalidad que no terminaba de volver, llevaron a mucha gente a pensar que era más importante ordenar el presente y abandonar la idea de un futuro mejor, que parecía desdibujarse en un contexto de incertidumbre, como ha sugerido Cristián Valdivieso.

Dinámicas políticas en la lucha por la preeminencia y la segunda vuelta presidencial

La vertiginosa campaña de la segunda vuelta ha generado múltiples iniciativas en ambas candidaturas tendientes a captar una mayoría. Kast logró reunir tras de sí a toda la derecha y ha sumado a los equipos programáticos de la candidatura de Sichel. El resultado de dicha convergencia ha provocado diversas evaluaciones, algunas de las cuales relevan que el programa ha dejado atrás inconsistencias y propuestas extravagantes y que sigue apostando al sector privado. Otros hablan de que los cambios continuos introducidos lo han transformado “más en una proclama, que un programa” (Nicolás Eyzaguirre).

Desde el punto de vista político, la derecha busca vender la idea de que su triunfo representaría la posibilidad de establecer un equilibrio frente “a los afanes refundacionales” de la Convención Constitucional. La idea de que buscaría equilibrar fuerzas para un mejor resultado constitucional, no se condice con la dinámica política de la derecha en los últimos 6 meses que ha encabezado y que, como vimos, ha centrado su atención en rechazar el proceso constituyente y en obstaculizar el trabajo de los constitucionalistas. Sus partidarios no cejan de criticar el trabajo de la CC y hacen caso omiso del claro cumplimiento del compromiso con los 2/3, condición indispensable para que la nueva Constitución sea efectivamente la “casa de todos”.

Se le critica a Gabriel Boric por la introducción de un “giro radical” en su discurso y porque ha votado en el Congreso contra las recomendaciones de su equipo programático, fuertemente reforzado por destacados economistas y otros profesionales. Además, por un discurso identitario, una mirada básicamente moralista y “buenista”. No obstante, es posible otra interpretación.

La lucha contra la crisis ambiental, las transformaciones históricas que impulsa el feminismo no son simples demandas “de nicho”, como algunos las denuestan, sino que aluden a problemas cruciales que enfrenta la humanidad. La campaña de la segunda vuelta, al sumar a amplios sectores sociales, a los partidos de la ex Concertación, a sectores independientes vinculados, por ejemplo, a los “independientes no neutrales”, constituye, en los hechos, un esfuerzo por reconstruir la gran coalición del Apruebo, por remediar los errores que se cometieron en las primarias, por superar las caricaturas, y por reconocer que era mucho más lo que unía a las candidaturas de la oposición que lo que las diferenciaba.

Encarna además algo crucial para el sistema político como un todo: representa la posibilidad de alcanzar una sinergia positiva entre la Convención Constitucional que busca construir acuerdos mayoritarios (2/3) para la nueva Constitución, y un eventual futuro Gobierno de Boric, que estará obligado a construir una mayoría que viabilice el proceso transformador, que cohesione y genere una efectiva y durable paz social. La decisión del 19 de diciembre es clave para determinar la dinámica política que predominará en los próximos años.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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