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Dos prioridades para el gobierno Opinión

Dos prioridades para el gobierno

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Hannah Arendt, una de las mentes más lúcidas del siglo XX, observó que el poder corresponde a la capacidad humana de actuar en concierto. El poder no es propiedad de un solo individuo —escribió— sino que pertenece a un grupo y existe solo mientras ese grupo se mantiene unido. La autoridad, en tanto, y también desde el punto de vista de Arendt, tiene como principal característica el reconocimiento por parte de quienes se supone deben obedecer. Al exigir respeto, la autoridad tiene como principales enemigos el desprecio y la burla. Esta última, entiende la autora, es la que con mayor profundidad la puede socavar.

El gobierno del presidente Boric ha descuidado tanto el poder como la autoridad. Si quiere ser un gobierno exitoso —o al menos digno— debe tener como prioridad, desde ya, robustecer ambos flancos.

El poder se mantiene con unidad y, hasta ahora, el ejecutivo no ha podido ensamblar ni a las fuerzas de su coalición, ni a su base de electores; las primeras grietas se comienzas a hacer visibles. Los conflictos con el alcalde de Recoleta, el apoyo masivo de los diputados de su coalición al proyecto de retiro de fondos de pensiones y los cuestionamientos del PS y el PPD por el proyecto de ley de amnistía a los presos del 18 de octubre, constituyen demostraciones palpables de la falta de unidad dentro de la coalición. Su base de apoyo ciudadano también se ha dividido; muchos no entienden que, tras apoyar cuatro retiros, se niegue a un quinto.

La autoridad, en tanto, prácticamente partió socavada. El desafortunado viaje de la ministra Izkia Siches a la Araucanía demostró que hay grupos que no solo pretenden no respetarla, sino que están dispuestos a combatirla. Las burlas al mandatario, por otro lado, se han dejado caer con facilidad, y el gobierno tiene parte importante de la responsabilidad, pues han sido sus errores e incoherencias las que han abierto un amplio espacio para el humor. Los cambios de discurso, las desacertadas declaraciones sobre el rey de España y la designación de Bárbara Figueroa y otras figuras rezagadas como embajadoras, no solo dieron material para mofas locales, sino que también para internacionales. El ex presidente Sebastián Piñera, sin ir más lejos, descuidó demasiado este aspecto. Los resultados están a la vista.

El presidente, y el gobierno en su conjunto, aún están a tiempo de corregir estos aspectos. Sin embargo, el ánimo que han demostrado para congraciarse especialmente con algunos, constituirá una dificultad a la hora de lograrlo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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