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Wallmapu, la tierra sin mal Opinión

Wallmapu, la tierra sin mal

Hans Labra Bassa
Por : Hans Labra Bassa Artesano, músico, escritor ("Lluvia de Sol, La Memoria del Canto" y "Paz Universal, el Derecho de la Humanidad a un buen vivir"), defensor ambiental. "Contralor ciudadano" nombrado por la Contraloría General de la República. Fue colaborador personal de don José Lincoqueo.
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Wallmapu representa para el pueblo Mapuche la patria común, herencia y legado de antiguos guerreros que no sólo defendieron frontera y soberanía por siglos, sino que defendían su buen vivir en medio de la naturaleza más virgen. Aun cuando a muchos no les guste, Wallmapu comprende los territorios de Ngulumapu al sur del río Biobío (invadido por Chile), y de Puelmapu al sur del río Colorado (invadido por Argentina), es decir, todo el cono sur del continente. Al proyectar una línea entre ambos ríos se traza la única frontera de Wallmapu, jamás se habló de otra frontera al sur. Los intentos de dividirlo y restarle la porción más austral, basándose en mapas winkas, no son más que fake news y oportunismos extractivistas, impulsados por la codicia de los que van tras el abundante oro de la falla hidrotermal Liquiñe-Ofqui. Los fake news, la difamación y el bullying hacia el mapuche comienzan cuando los patriotas pierden el gobierno ante oleadas de inmigrantes europeos que no invaden sólo Wallmapu, sino también las ciudades y la capital, apropiándose del poder político, económico y militar del pueblo chileno. Apellidos que aún hoy saquean las arcas del Estado.
Wallmapu era conocido como la «tierra sin mal» donde no se conocía la mentira, la codicia ni la maldad, un verdadero paraíso protegido por un pueblo indómito que sólo bajó sus armas porque confío en los primeros patriotas chilenos. Las familias inmigrantes y los colonos al invadir Wallmapu introdujeron entre los sobrevivientes aquellos males que no se conocían, comenzando la difamación y los montajes para usurparles sus territorios. No obstante, y gracias al trabajo de don José Lincoqueo, sabemos que el Ngulumapu es una certeza jurídica, toda vez que: 1) existen 28 Parlamentos generales con la corona española, que establecen la soberanía del pueblo Mapuche al sur del Biobío; 2) mediante la ley del 27
de octubre de 1823 se facultó al general Ramón Freire para «celebrar con los indígenas araucanos un tratado de paz para fijar la frontera sur de Chile», esto, decía Lincoqueo: «es un explícito reconocimiento de soberanía de Chile al pueblo Mapuche en todo su territorio situado al sur del río Biobío»; 3) en cumplimiento de dicha ley, se celebró el Parlamento General de Tapihue el 7 de enero de 1825, cuyos arts. 19° y 20° disponen que «el río Biobío es la línea divisoria o frontera entre los nuevos hermanos y aliados», estableciéndose, además, embajadas, aduanas y pasaporte; 4) en cumplimiento del art. 18° de dicho tratado, Chile y el pueblo Mapuche se vuelven a reunir en diciembre de 1825, ratificando la paz de Tapihue; 5) en 1841, el gobierno de Manuel Bulnes celebró un tratado con la Reina Isabel II de España, por el cual la corona reconocía la independencia si Chile se comprometía a cumplir todas las obligaciones pendientes de España, lo que incluye respetar los 28 Parlamentos Generales firmados con el pueblo Mapuche; 6) Chile confiesa que el territorio mapuche no le pertenece y lo define como «territorio de los indígenas situado al sur del río Biobío» en la ley del 2 de julio de 1852, y en la ley del 4 de diciembre de 1866, que establece «la fundación de poblaciones en el territorio de los indígenas»; y 7) todo esto el art. 1° N°X del Reglamento Constitucional de 1812, que señala que Chile tiene 3 provincias: Coquimbo, la capital y Concepción (únicas provincias que constituían la Gobernación y Capitanía General de Chile durante la Colonia), lo que es ratificado en el Capítulo IV art. 1° de la Constitución de 1818.

Por lo tanto, Chile define su frontera y reconoce en dichos instrumentos públicos de carácter internacional que los territorios al sur del Biobío son territorios de los indígenas y no territorio chileno, «confesión que no admite prueba en contrario» sentenció Lincoqueo.
Lo que algunos llaman «proceso de anexión efectiva» jamás sucedió. Al invadir sin declararle antes la guerra a su «hermano y aliado», Chile cometió sendos crímenes contra la paz firmada en Tapihue y ratificada ese mismo año, produciendo desplazamientos forzados y genocidio contra el Pueblo Mapuche, violenta invasión que continúa hasta hoy. El gobierno tiene la obligación moral de iniciar preparativos para conmemorar el Bicentenario de Tapihue en 2025, momento oportuno para restituir el territorio de los indígenas a sus legítimos dueños ¿o acaso este gobierno pretende alargar la violenta e ilegal invasión por otro siglo, ocultando el valor jurídico que el Parlamento General de Tapihue tiene en el Derecho Internacional? He aquí una buena oportunidad para devolver a Chile el alto valor moral que le soñaron los padres de la Patria.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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