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Chile y su entorno vecinal Opinión Foto: Getty Images

Chile y su entorno vecinal

Gabriel Gaspar
Por : Gabriel Gaspar Cientista político, exembajador de Chile en Cuba y ex subsecretario de Defensa
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Lo cierto es que lo que suceda con los vecinos debe estar en la primera prioridad de nuestra atención, asumiendo la clara convicción de que el mejor gobierno en un país vecino es aquel que asegure la estabilidad en su país. Para dejar a un lado el fenómeno episódico de las eventuales coincidencias políticas de los gobernantes, o como a veces ocurre, para evitar tomar partido en sus asuntos internos.


La realidad político social de nuestros tres vecinos se encuentra inmersa en intensos y diversos procesos que poseen un común denominador: hoy no existe certidumbre de cuál será la fórmula política que suceda a la actual situación imperante en cada uno de ellos.

Agreguemos otra similitud, que en realidad es una tendencia generalizada en toda América latina: todos padecen (padecemos) de una base económica precaria, unos más otros menos, pero ninguno tiene números boyantes.

Veamos el caso de cada uno de ellos.

Argentina

Para Argentina, 2023 es un año electoral. En agosto se llevarán a cabo las PASO (primarias amplias, simultáneas y obligatorias) donde concurrirán todas las fuerzas políticas que postularán a la presidencia a fin de año. Las PASO prefiguran el resultado electoral, y sus opciones enmarcaran las decisiones de la ciudadanía.

Hasta la elección presidencial pasada el mapa político lo conformaban dos grandes alianzas: el Frente de Todos (FT) y Juntos por el Cambio (JXC). La primera agrupa a la amplia mayoría del peronismo, con la salvedad de que una de sus tendencias más importantes, el kichnerismo, había ungido a un peronista no kichnerista como su abanderado: Alberto Fernández. A ellos se sumaban fuerzas afines de partidos provinciales, y núcleos del socialismo argentino. Como sabemos, Alberto Fernández ganó bajo la consigna de que con Cristina no se alcanzaba a ganar el poder, pero sin ella tampoco. En la fórmula también entro el movimiento sindical, numerosos gobernadores de provincia, y vastos sectores del conurbado de Capital Federal, fuente del movimiento piquetero, donde cosecha Cristina a través de sus operadores (que en jerga argentina se conocen como “punteros”) y donde antaño pastoreó Bergoglio, hoy Santo Padre. La otra alianza la conformaban el partido progresista (PRO) fundado por el presidente Macri, y también concurrían las tradicionales y extendidas redes del radicalismo argentino, sumando a las fuerzas de la combativa dirigente chaqueña, Elisa Carrió.

JXC gobernaba hasta que la crisis económica los desbanco, el dólar subió súbitamente de poco más de 20 pesos a más de 50 en pocas semanas, y en las PASO de aquellos días el macrismo se desmoronó. Pese a que recibió un préstamo millonario del FMI. El peronismo regresó, pero la convivencia entre Alberto y Cristina no fue siempre armónica, y la economía y la pandemia complicaron más la situación. Amén de la deuda cuantiosa. El resultado es que la popularidad del presidente Fernández ha sufrido una constante baja, y en ello ocupa un lugar destacado la inflación y la devaluación del peso argentino. Hoy la inflación supera los 100 puntos anuales, y el kilo de asado se puso prohibitivo para la mayoría.

Pero como Dios es argentino, y además los transandinos tienen al Papa y a Messi, la guerra elevó los precios de los alimentos y allí la economía argentina ronca fuerte, porque los produce en abundancia, especialmente carne, trigo y soya. El 2022 fue un año espectacular para las exportaciones argentinas, pero la maldición de la momia se hizo presente por la vía del incremento del precio de la energía que consumió buena parte de los ingresos de la soya. ¿Resultado? El gobierno hizo un giro hacia el peronismo no kichnerista y nombró ministro de Economía a Sergio Massa que todos los días dice que no es candidato a presidente, pero todos saben que sí. Si Massa logra controlar la inflación de seguro se lanza, no es fácil. Por su parte, el presidente Fernández no abandona la posibilidad de su reelección mientras que Cristina tiene varias cartas como su hijo Máximo y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kiciloff.

En la oposición pese a que Macri acaricia el sueño de todo ex presidente (volver a serlo) le ha surgido competencia: el jefe de Capital Federal Horacio Rodríguez Larreta y la combativa dirigenta del PRO, Patricia (la Piba]) Bulrich, quien en los setenta era una combativa lideresa de Montoneros.

Pero a la derecha de JXC surgió el liderazgo del diputado Milei, economista ultraliberal que golpea por igual al FT y a JXC, crece a costa del macrismo desencantado y los números le empiezan a sonreír en las encuestas.

A la izquierda del FT también emergen alternativas, no tan potentes electoralmente como el ultraliberalismo pero que le pueden restar algunos votos indispensables en finales estrechos: el partido obrero y otras organizaciones de izquierda menor han recobrado fuerza.

Por todo lo anterior no es claro el resultado de las PASO, y lo más seguro es que los argentinos deberán ir a una segunda vuelta. ¿Entre quienes? ¿Massa vs Rodriguez? ¿O Milei desplazara a JXC? La crisis recrudeció el 2022 pero a fin de año Argentina ganó el Mundial y se suspendió la lucha de clases. La discusión de si Messi era mejor que Maradona desplazó cualquier debate de políticas públicas. Pasó la borrachera del mundial, enero de vacaciones y ahora ya todo entra en clave electoral en Argentina. Ojo, el dólar blu como le llaman al dólar libre, se acerca peligrosamente a los 400 pesos en estos días. ¿Conclusión? Es difícil predecir hoy quién ganará las próximas elecciones. Más difícil es predecir cómo se gobernará Argentina el próximo año.

Bolivia

Bolivia presenta un panorama con dos grandes novedades: en lo político, la división del Movimiento al Socialismo (MAS), principal expresión del movimiento campesino, indígena y popular boliviano, y en lo económico, la drástica disminución de las reservas de divisas, que amenaza una eventual devaluación.

El MAS ha sido el principal actor político boliviano en el presente siglo. Surgido de las entrañas del movimiento cocalero del Chapare, tuvo en Evo Morales a su líder indiscutido por años. Ganó todas las elecciones unificando a diversas fuentes de la izquierda y del movimiento social altiplánico: el mundo aymara de Occidente, con David Choquehuanca a la cabeza, los restos del Partido Socialista 1, que encabezara Marcelo Quiroga Santa Cruz (de cuyas filas provienen el presidente Arce) junto a la emergencia de nuevos actores como el movimiento de las “Bartolinas” (feminismo popular) o los llamados “interculturales”, amen obviamente del otrora poderoso movimiento sindical que se aglutina en la Confederación Obrera Boliviana y agreguemos a los mineros cooperativistas.

Durante 14 años el MAS detento el poder, logro importantes avances de inclusión social, y al mismo tiempo administró (de la mano de Arce) con sabiduría la economía, especialmente los ingresos del gas cuyo precio se benefició de los años del boom de las comodities. Evo dejo de ser el combativo y horizontal diputado para transformarse en “el Jefazo”, y se rodeó de un férreo núcleo de ministros. Esta racha de popularidad y logros se empezó a desmoronar con el intento de su cuarta reelección y el rechazo que recibió en el plebiscito convocado a autorizarla. De allí en adelante todo fue problemas para Evo y culmino con las elecciones del 2019 y su desenlace de Evo exiliado en México y la instalación del gobierno de Jeanine Añez, que debía convocar elecciones en tres meses, pero se quedó un año y trato de reelegirse también. Hasta hoy no hay consenso en cómo interpretar este episodio: ¿fue un golpe o antes hubo un fraude? Lo cierto es que el nuevo gobierno se instaló a sangre y fuego, y si bien la Vieja Guardia masista se exilió, las bases sociales se reorganizaron y lograron presionar por realizar elecciones donde ganó Luis Arce, el “hermano Lucho”. Quien asumió el poder a fines de 2020. La vieja guardia regresó junto con Evo y quiso retomar las riendas del MAS y del nuevo gobierno, pero se toparon con la emergencia de una nueva generación que disputa el liderazgo. La confrontación se dio por el control del gobierno, por la composición del gabinete y también se ha trasladado al aparato partidario. Hoy emergen dos candidatos presidenciales: el antiguo Jefazo y el Hermano Lucho.

La oposición por su parte no logró recuperarse de la derrota del 2020, Carlos Mesa ya no es el líder de antaño, el gobernador cruceño, Luis Fernando Camacho, está preso y la vieja guardia de políticos tradicionales como Tuto Quiroga, Samuel Doria Medina, Jaime Paz Zamora, y otros, ya fue. ¿Conclusión? La principal disputa se da al interior del MAS y amenaza con ahondar las diferencias que hay a su interior.

Pero la economía empezó a dar quejidos. Si bien el PIB se mantuvo en buenos números, pese a la pandemia, las reservas de divisas empezaron a caer. El actual gobierno culpa a la administración de Añez de un alocado gasto público (el principal ex ministro de Añez esta hoy preso en EE. UU. por temas económicos). Otros critican la extendida red de beneficios y bonos que ha instalado el masismo. Lo cierto es que hoy en día las reservas se han reducido a cerca de 300 millones de dólares con lo cual amenaza la histórica estabilidad del peso que se ha mantenido en poco más de 6 bolivianos por dólar. No pocos llaman la atención a los efectos de la economía sumergida: el narco, la minería ilegal, el contrabando.

¿Quién logrará le hegemonía dentro del MAS? ¿podrá resistir el peso boliviano su paridad frente al dólar? Nuevamente la incertidumbre se instala en el horizonte cercano de un país vecino.

Perú

La estabilidad es un bien escaso en la historia reciente del Perú. Cualquier indicador así lo revela: numero de mandatarios, rotación de parlamentarios, fragmentación de partidos políticos, cantidad de políticos procesados, etc.

La fragmentación de los partidos políticos provoca desde hace rato que ningún candidato a presidente logre la mayoría en primera vuelta, desde hace rato al presidente se le elige en segunda vuelta. Por lo mismo, generalmente el presidente electo carece de mayoría parlamentaria y debe negociar con numerosas bancadas de muy diversa composición. El resultado es algo parecido a lo que hemos tenido en Chile en los últimos tiempos: un presidencialismo de minorías.

Gobiernos sin mayoría suelen ser gobiernos poco eficientes. Sumemos además el fenómeno de la corrupción y ya tenemos los ingredientes que explican la extraordinaria desconfianza que la ciudadanía peruana tiene respecto a sus elites. Esto pasa en buena parte de América latina, pero en Perú es uno de los lugares donde es más flagrante.

El gobierno de Pedro Castillo es reflejo de sus tiempos, derrotó en segunda vuelta a Keiko Fujimori, quien no aceptó nunca su derrota. El Congreso que resultó electo tenía todas las características de sus antecesores, unida a la tendencia a “la vacancia”. Castillo y su gobierno no lo hicieron mal en cuanto a rotación de ministros y protagonizar numerosos casos que hoy son ventilados en la justicia. Sin mayoría parlamentaria se enfrascó en una fuerte disputa con el congreso virtualmente desde el primer día. Por cierto, la elección fue también escenario para que se movilizasen sectores populares, sobre todo campesinos y de regiones, que depositaron grandes expectativas en el nuevo gobierno. “Me discriminan porque soy cholo” rezaba la propaganda castillista.

La historia es conocida, Castillo trato de disolver el congreso, le fue mal, terminó preso y asumió Dina Boluarte, su vicepresidenta que gobierna hasta hoy, con el apoyo de la mayoría derechista del congreso. Y se despertó el Perú profundo, dando lugar a una protesta que duró varias semanas, con fuerte epicentro en el sur peruano, bastión del mundo indígena y popular. Agreguemos que el “milagro peruano”, es decir, el sustancial crecimiento económico experimentado en los primeros años del siglo benefició mucho a la costa, especialmente a Lima (y dentro de Lima a Miraflores y sus alrededores) pero siguió postergando a las mayorías serranas, a la provincia lejana. La protesta fue violentamente reprimida, decenas de muertes lo atestiguan y el gobierno resistió la embestida que con el tiempo fue perdiendo fuerza, aunque a la fecha Puno (frontera con Bolivia) sigue bajo mando militar.

Si bien el movimiento contra Boluarte posee una multitud de objetivos según cada región, coincide en pedir la renuncia de la presidenta y la disolución del actual congreso, elegido hasta 2026. Hasta la fecha tanto la presidenta como los honorables han conseguido capotear la crisis, pero es difícil que esta situación pueda mantenerse en el largo plazo. Agreguemos que en el Perú se suprimió el senado por lo cual se trata de un congreso unicameral, donde, además, para evitar la perpetuación en los cargos, los parlamentarios no pueden postular a la reelección.

¿Y la economía? Por supuesto que un país lleno de protestas, cortes de ruta, desordenes y demases, no es el mejor escenario para la inversión. Menos para la extranjera. Ello podría explicar -entre otros factores- el extraordinario crecimiento de la informalidad, donde algunos calculan trabaja más del 50% de la población, otros sondeos aumentan esa cifra. Contemos además a centenares de miles de inmigrantes que se funden en una multitud que mototaxea, vende salchipapas, arepas, o labura en lo que sea. Precisamente esa masa de informales no resiste muchos días de paro porque viven al día y por ello su protesta no puede ser prolongada.

¿Resistirá la presidenta Boluarte? ¿Permanecerán los congresistas hasta el fin de su mandato? Los brotes de autonomía regional que se han evidenciado, ¿serán tratados solamente con el recurso policial o militar? Especial atención cobra el sur peruano, que orilla el lago Titicaca, donde habita la mayoría aymara que tiene multitud de vasos comunicantes con sus hermanos aymaras de Bolivia. El sur peruano ha sido históricamente el origen de las rebeliones: en el pasado colonial de allí surgió Tupac Amaru y Tupak Katari, mas recientemente en sus serranías emergió Sendero Luminoso. Una dirigencia e intelectualidad provinciana sale de sus colegios y universidades. Tiene más sintonía con el fenómeno del MAS boliviano que con los “caviares” limeños.

Colofón

Como hemos intentado reseñar, en los tres países vecinos se viven diferentes pero intensos procesos políticos y sociales que anuncian cambios políticos. A ello se suma un complicado pasar económico que la guerra ucraniana a complicado más aún, no se diga la bancarrota de algunos bancos en USA y Europa. Por cierto, es más que probable que en las capitales y en general en los tres países vecinos cuando nos lean, nos pregunten legítimamente ¿y Bosnia?.

Porque para los tres países no pasa desapercibido lo ocurrido en Chile en los últimos años.

Agreguemos a ello la especial atención que sus círculos especializados otorgaron al proceso constituyente chileno, tanto a sus orígenes como a su desenlace. La pregunta que muchas veces nos formulan cuando los visitamos y dialogamos es porque surgió el estallido social del 2019, y a reglón seguido, ¿“tú crees que acá pueda surgir un estallido similar”?

Lo cierto es que lo que suceda con los vecinos debe estar en la primera prioridad de nuestra atención, asumiendo la clara convicción de que el mejor gobierno en un país vecino es aquel que asegure la estabilidad en su país. Para dejar a un lado el fenómeno episódico de las eventuales coincidencias políticas de los gobernantes, o como a veces ocurre, para evitar tomar partido en sus asuntos internos. Finalmente, recordando a Bosnia, siempre es bueno ordenar la propia casa antes de empezar a opinar mirando por la ventana.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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