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Adiós, señor Presidente Opinión

Adiós, señor Presidente

Rolando Garrido Quiroz
Por : Rolando Garrido Quiroz Presidente Ejecutivo de Instituto Incides. Innovación Colaborativa & Diálogo Estratégico
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Revalorizar la política implica reencontrarse con las demandas ciudadanas sin caer en el populismo, que no es más que un intento burdo y peligroso de simplificar la complejidad y los niveles crecientes de incertidumbre. Dicho esto, el tamaño de las complejidades que vive o padece cualquier país, requiere de avanzadas ciencias y tecnologías de gobierno para el bienestar de sus habitantes en el contexto de la crisis ecológica global, considerando las evidentes interdependencias y asimetrías en el plano internacional. 


La decisión de leer un libro es un momento donde tenemos la oportunidad de poner en juego nuestras experiencias, conocimientos, aprendizajes, prácticas y valores. Leer El Quijote, La Biblia, El Canto General o Cien años de soledad nos lleva a visitar mundos, explorar personajes, involucrarnos con sus tramas y evoluciones que, al cerrar el libro, nos devuelve a la escena situacional del texto en las manos y al acto fisiológico y mental de respirar profundo y quedar suspendidos entre la realidad habitada y la creación textual. 

El título de esta columna es el mismo de una obra mayor de Carlos Matus (1931-1998), quien dedicó parte importante de su vida a pensar, elaborar y producir ciencias y técnicas de gobierno. Matus planteaba que gobernar es cada vez una acción más compleja y, por consiguiente, existe una tendencia real que hace que el desafío que emprenden los gobernantes este más lejos de sus tareas y la acción política de gobernar requiere de equipos especialmente preparados para navegar el proyecto por diversos trayectos y que ello se logra sobre la base de sistemas, métodos y equipos de gobierno adecuados y calificados, donde el alto rendimiento de los equipos gubernamentales exige una alta dosis de equilibrios frente a escenarios inestables.

Matus afirmaba que gobernar no se podía convertir en una siembra de ilusiones electorales para cosechar frustraciones a finales de gobierno. Poner todo el acento en el diseño de los programas de acción y no en la formación de equipos, métodos, estrategias y técnicas de gobierno, era desatender la capacidad de concebir y ejecutar imaginativa y eficazmente un proyecto de gobierno que sea dialógico con la realidad de su tiempo. Este intelectual chileno advertía que, sin equipos y técnicas de gobierno avanzadas, los programas electorales eran letra muerta y los programas de acción, que los contradicen en la coyuntura, devienen en inusitada improvisación. 

En el último capítulo de su libro Adiós, señor presidente, anunciaba que los partidos políticos, que son el sostén principal de la democracia, perderán prestigio y confianza ante la ciudadanía si no elevan drásticamente su capacidad de comprensión de la realidad social en que existen, haciéndose necesario cambiar el estilo de hacer política para concentrarse más en los problemas terminales del sistema social y menos en los problemas intermedios que produce la política institucional y partidista para sí misma, ya que la política produce sus propios problemas.

Revalorizar la política implica reencontrarse con las demandas ciudadanas sin caer en el populismo, que no es más que un intento burdo y peligroso de simplificar la complejidad y los niveles crecientes de incertidumbre. Dicho esto, el tamaño de las complejidades que vive o padece cualquier país, requiere de avanzadas ciencias y tecnologías de gobierno para el bienestar de sus habitantes en el contexto de la crisis ecológica global, considerando las evidentes interdependencias y asimetrías en el plano internacional. 

Gran parte del espectro político sufre de la misma enfermedad: métodos primitivos de gobierno, donde, además, Matus sentenciaba que el político “no sabe que no sabe” y, en tanto esa ignorancia, no pueden aprender porque están anestesiados y dejan de atender a las llamadas de atención, que luego devienen en estallidos sociales o crisis que, por su efecto, impacto y tamaño paralizan los planes de gobierno, basados en enfoques clásicos de planificación no situacionales, incapaces de proyectar escenarios en torno al juego social y sus dinámicas dialógicas. 

El auge de los populismos y sus puestas en escena para simplificar la complejidad, evidencian el reducido espacio para el diálogo y la negociación política, ya que priman las estrategias mediáticas, donde el espectáculo de la acción populista edifica símbolos en forma de “casas-narco”, muros o zanjas en el estrecho campo de la virtualidad política, que pone todo su esfuerzo en la sordera e inmediatez de la encuesta del momento, magnificada por el coro de percepciones manipulables en medios de comunicación y redes sociales que dan forma a la tiranía de las masas.

En su libro Matus escribe: “Hoy, el señor presidente sabe que los problemas no son tan simples. Él intentó honestamente cambiar las cosas pero, al final, las cosas lo cambiaron a él. Intentó aplicar su voluntad y terminó por perderla. Veía tan claros los problemas del país y después todo se nubló en un mar de opiniones encontradas. Nunca hubo consenso sobre nada. Tenía ilimitada confianza en la capacidad de gobierno de sus colaboradores, pero ahora los veía como eran, hombres comunes con debilidades y fortalezas, sobrepasados por la complejidad de las situaciones y dominados por el inmediatismo y un realismo pequeño” (…)  ‘Hoy es el momento de la táctica, mañana hablaremos de estrategia’, dice el nuevo presidente”.

Lo interesante es que este libro fue dedicado en su época a un gobierno que fracasó en su intento de gobernar, como fue la administración del Presidente Salvador Allende. El libro fue escrito, además, por quien fue ministro en tiempos de la Unidad Popular, sin embargo, su mensaje y cuerpo teórico metodológico no se circunscriben a los aprendizajes poscrisis de un gobierno derrocado, sino que cobra plena actualidad para abordar con ciencias y tecnologías de gobierno las complejidades e incertidumbres en este siglo XXI.

En la escena actual tenemos la certeza de que el Presidente Boric tiene el hábito de la lectura. Bienvenido, señor Presidente a la lectura o relectura de Carlos Matus. Nunca es tarde cuando habitamos el cargo en tiempos de agobiante intranquilidad. Al cumplirse un año de Gobierno, el Presidente señaló: “Seguimos trabajando junto a ministras, ministros, subsecretarias y subsecretarios en las urgencias de nuestros compatriotas”. La pregunta es si esas urgencias, ya conocidas e instaladas, se trabajaron con anticipación desde “La Moneda Chica” o este verano del 2023 a nivel de escenarios, estrategias de negociación, gestión de crisis y de resolución de conflictos posibles y probables, para dimensionar la complejidad  del juego social dinámico y dialógico, o bien, ha primado una cuota de improvisación entre proyecto y trayectos.

En el libro de Matus, publicado en 1987, se lee: “El presidente no se dio cuenta de la velocidad con que transcurrió el primer año de su gobierno sin que abordara ningún gran problema. Desde el gobierno los problemas nacionales parecen montañas que uno intenta remover cada día con las manos como un puñado de tierra. Hasta que se agota y decide gradualmente que no es posible. Entonces se dedica a lo posible, que es lo que no cuenta a los ojos del pueblo”. En este contexto, el conocimiento más valioso para un gobernante es saber, con cierta anticipación o de manera aproximada, si su proyecto será eficaz y políticamente viable. La eficacia de la acción política es lo que examina Matus en su libro Adiós, señor presidente, desde las ciencias de gobierno.

Bueno… digamos por ahora, ¡nos vemos, señor Presidente! Mañana será otro día para abordar la complejidad, visualizando escenarios desde lo estratégico situacional en clave dialógica. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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