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Música clásica chilena y patrimonio Opinión

Música clásica chilena y patrimonio

Daniela Fugellie
Por : Daniela Fugellie Directora Instituto de Música UAH / Anillo Música y Patrimonio ANID
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Entender la música como patrimonio implica abordar sus dimensiones materiales e immateriales. La música clásica es en Chile un patrimonio vivo, porque a lo largo del país existen personas que la practican, la enseñan y la escuchan. Sus diversos repertorios son interpretados por coros, orquestas y ensambles de músicos profesionales y aficionados, de niñas(os) y jóvenes, siendo sujeta muchas veces a arreglos y adaptaciones que la transforman en línea con las necesidades de comunidades particulares.


Música clásica, docta o académica: a los investigadores que trabajamos con ella nos parece más preciso llamarla “música de tradición escrita”, un nombre por supuesto demasiado largo para el lenguaje coloquial, pero que apunta a lo que la distingue de otras prácticas musicales. Salvo algunas excepciones, se trata de una música que se escribe en partitura, lenguaje que sus intérpretes aprenden a dominar para poder reproducirla, no así sus auditores, que pueden disfrutarla sin vincularse con la escritura.

Los adjetivos de “académica” o “docta” de alguna manera se relacionan con la partitura, sugeriendo indirectamente que la interpretación de esta música supone el dominio de un conocimiento de corte académico. Pero también se han prestado para prejuicios y malentendidos, tales como la idea de que quienes trabajamos con esta música pensamos que vendría a ser una manifestación musical superior con respecto a otras, cuando al siglo XXI sería difícil desconocer la existencia y validez de las más variadas formas musicales, que nos rodean en nuestro entorno físico y en las redes sociales. Más allá de eso, la existencia de la partitura a veces conduce a la idea de que la música clásica “es” la partitura, invisibilizando su importancia como práctica cultural realizada en contextos particulares.

Entender la música como patrimonio implica abordar sus dimensiones materiales e inmateriales. La música clásica es en Chile un patrimonio vivo, porque a lo largo del país existen personas que la practican, la enseñan y la escuchan. Sus diversos repertorios son interpretados por coros, orquestas y ensambles de músicos profesionales y aficionados, de niñas(os) y jóvenes, siendo sujeta muchas veces a arreglos y adaptaciones que la transforman en línea con las necesidades de comunidades particulares. La música clásica continuará viva en Chile en la medida en que haya personas que se interesen e identifiquen con ella, que disfruten escuchándola e interpretándola en salas de conciertos. 

Más compleja resulta la situación de la música clásica compuesta en Chile, la cual requiere de un apoyo de sus dimensiones materiales que aún está en desarrollo. ¿Conoce usted obras del repertorio clásico chileno? ¿Podría nombrarme tres compositores(as) chilenos(as)? La difusión de la creación nacional requiere del esfuerzo de una serie de actores: archivos que preserven las partituras, archiveros e investigadores que realicen su inventario y lo hagan accesible a quienes se interesen por descubrir este repertorio; investigadores e intérpretes que accedan a partituras y en el mejor de los casos las transcriban, tanto para fomentar su estudio teórico como su interpretación; editoriales que pongan dichas partituras al acceso de interesados nacionales e internacionales; investigadores que produzcan materiales de difusión no solo académica, sino también educativa y para el público general.

Esta compleja cadena de responsabilidades se realiza en gran parte a través de esfuerzos individuales. Anualmente, intérpretes e investigadores postulan a fondos concursables para realizar algunas de las tareas aquí enunciadas, produciendo material teórico, ediciones de partituras, grabaciones de discos y espacios online. No siempre es fácil acceder a este conocimiento, ya que no contamos con una plataforma que reúna todos los esfuerzos individuales en un solo lugar.

Mientras avancemos en desarrollar iniciativas que apunten a una mejor gestión del patrimonio clásico nacional, las partituras chilenas nos seguirán esperando, y con ellas sus códigos, sus citas y mensajes, esperando que accedamos a ellas para repensarlas y reinterpretarlas desde las perspectivas del Chile de hoy.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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