A pesar de que bajó el consumo de alcohol, la forma en que tomamos los chilenos sigue siendo de alto riesgo.
Los resultados del último estudio de drogas realizado por Senda en población general en nuestro país vienen con luces y sombras. Por un lado, hay buenas noticias: cae significativamente el consumo de alcohol de un 44% a un 39%, explicado sobre todo en la baja en el grupo de 19 a 25 años. Se mantiene la tendencia a la baja en el consumo diario de tabaco, llegando a un 17%. Y, algo muy bueno, aumenta la percepción de riesgo para el consumo de alcohol y otras drogas.
Esto se da sobre todo para el consumo experimental de marihuana, con el valor más alto desde 2014. Este cambio de percepción es fundamental si nos enfocamos en niños y adolescentes que están pensando en probar esta droga por primera vez.
Las malas noticias: a pesar de que bajó el consumo de alcohol, la forma en que tomamos los chilenos sigue siendo de alto riesgo. La mitad de las personas que consumió alcohol en el último mes a lo menos se embriagó una vez. También es muy preocupante el aumento significativo del consumo de pasta base y cocaína; a pesar de que las cifras son bajas comparativamente con otras drogas, el aumento del consumo de cocaína fue casi al doble, y se cuadruplicó para pasta base en el grupo de 18 a 25 años. Y esto se suma al aumento de la oferta de estas drogas en el mercado ilícito.
Tres ideas para seguir mejorando: aumentar significativamente los recursos para prevención. La evidencia señala que a lo menos debiéramos gastar lo mismo que en tratamiento.
Además, debemos replicar para el alcohol lo que hemos hecho bien con el tabaco. Esto significa consensuar una política integral que regule el acceso, precios, impuestos y publicidad.
Por último, mejorar el acceso a tratamiento efectivo para poblaciones específicas que ya presentan un consumo problemático, y que, por su situación de mayor vulnerabilidad, requieren de un apoyo oportuno y efectivo: niños, adolescentes, mujeres y personas en situación de calle.