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Uso de drones: una herramienta clave para investigación social y la seguridad Opinión

Uso de drones: una herramienta clave para investigación social y la seguridad

Sergio Valdés Araneda
Por : Sergio Valdés Araneda Sociólogo, Master en Políticas Públicas y Administración. London School of Economics and Political Science Socio Fundador y Gerente General SY
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Los drones ofrecen la capacidad de recopilar datos de manera imparcial y objetiva, evidenciando transformaciones cada vez más recurrentes; y nos entregan los patrones de comportamiento humano en su relación con el espacio.


Los drones son vehículos aéreos no tripulados y controlados a distancia. Su uso en proyectos de investigación, ha emergido en silencio y asociado a facilitar la toma de decisiones de empresas e instituciones gracias a la observación directa y la recopilación de datos en tiempo real.

Esta tecnología está generando una “síntesis” entre los denominados estudios experimentales y no experimentales y se instala como una verdadera revolución a las formas convencionales de hacer investigación social y la producción de conocimiento científico. Por ello, los estudios de investigación multidisciplinaria, conllevan la sinergia entre metodologías, técnicas y datos LIDAR (Light Detection and Ranging).

El filósofo británico Karl Popper, conocido por su concepto de “falsacionismo”, sostuvo que la teoría científica debe ser falsable, es decir, debe ser posible de ser refutada mediante experimentos o evidencias empíricas.

En este sentido, los drones impulsan el anhelo de Popper, debido a que estos pueden observar fenómenos naturales o comportamientos sociales a través de una “observación no intrusiva”.

En comparación con las técnicas de investigación tradicionales, la observación a través de los drones pueden mantener una distancia segura y minimizar la influencia del investigador o investigadora en el entorno, reduciendo así el sesgo introducido tan solo por su presencia.

Del mismo modo, estos dispositivos pueden equiparse con cámaras y sensores especializados que capturan datos de manera objetiva y cuantitativa. Por ejemplo, pueden medir la temperatura, la humedad, la reflectancia del suelo o la cobertura vegetal de manera sistemática y precisa, además de predecir cosas como contingentes de personas y su relación con el entorno y vías de evacuación.

Las observaciones por “drone” pueden realizarse de manera consistente y reproducible en diferentes momentos y lugares. Esto ayuda a reducir el sesgo asociado con la variabilidad temporal o espacial en los datos recopilados.

Ser vivo

Las ciudades son entidades dinámicas y orgánicas que experimentan un continuo proceso de crecimiento, adaptación y transformación en respuesta a su entorno y a las necesidades de sus habitantes. Al igual que un ser vivo, las ciudades crecen y evolucionan constantemente. Nuevas construcciones surgen, áreas se desarrollan, se renuevan infraestructuras y se transforman paisajes urbanos. Pero también surgen amenazas. Por lo tanto, la observación de la ciudad, sus barrios, debería ser una actividad de monitoreo continuo, a través de un muestreo enfocado en cuadros de horarios y flujos de personas.

Por ejemplo, la observación de una cancha de fútbol, nos puede llevar a descubrir que un territorio durante el día es un lugar de encuentro familiar, y en la noche una feria comunitaria para la exhibición de armas; o en otras palabras devela una rotación de personas o comportamientos disímiles de los mismos habitantes.

Por otro lado, una toma habitacional de alta vulnerabilidad y escasez de recursos –si se observa desde el terreno– podría convertirse, por la vía de esta moderna observación, en una zona residencial donde sería posible encontrar vehículos de alto valor, tecnología, además de una red de bodegaje no registrada utilizada para fines diversos e incluso ilegales.

La experiencia en observar territorios, nos va alejando de la visión iluminista de la ciudad, es decir, la idea de ser el centro de la civilización y el progreso humano. Y, por qué no, nos acerca a visionar a un depredador que contiene células que crecen y se comen entre ellas, es decir, un organismo que vive en una permanente fagocitosis.

Es más, la combinación de drones e Inteligencia Artificial (IA) ofrece un gran potencial para una amplia gama de aplicaciones en diversos campos, desde la seguridad y la vigilancia para el fenómeno del crimen organizado, hasta la agricultura y la gestión de emergencias. De hecho, los algoritmos integrados a esta tecnología permiten identificar personas, vehículos u otros objetos de interés en tiempo real y seguir su movimiento. La acumulación de comportamientos nos puede llevar –incluso– a reconocer las anomalías como un potencial riesgo. Sin ir más lejos, se podría especular que una revisión oportuna desde el aire, habría podido tener un mejor panorama en las zonas de la Región de Valparaíso, donde se produjeron los incendios en que fallecieron personas inocentes.

Sin embargo, esta tecnología no necesariamente garantiza validez y veracidad, porque los resultados dependerán siempre de la relevancia de la pregunta y los conceptos que interpretan los datos.

De esta manera, los drones ofrecen la capacidad de recopilar datos de manera imparcial y objetiva, evidenciando transformaciones cada vez más recurrentes; y nos entregan los patrones de comportamiento humano en su relación con el espacio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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