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Cuando la inteligencia artificial se encuentra con la mente humana: el futuro de la psiquiatría Opinión Imagen referencial

Cuando la inteligencia artificial se encuentra con la mente humana: el futuro de la psiquiatría

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Danilo Quiroz
Por : Danilo Quiroz director del Programa de Formación de Especialista en Psiquiatría y Salud Mental, Facultad de Medicina UDP.
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La IA no debe ser vista como un reemplazo del psiquiatra, sino como un espejo que nos ayuda a reconocer nuestras limitaciones y a potenciar nuestras capacidades. No como un amo que dicta diagnósticos y tratamientos, sino como un asistente que amplía nuestra mirada.


La salud mental está a punto de experimentar una transformación sin precedentes. La inteligencia artificial (IA), esa tecnología que ya recomienda nuestras películas y responde a nuestras preguntas cotidianas, está comenzando a aplicarse en uno de los campos más complejos y profundamente humanos: la psiquiatría.

Antes de hablar del futuro, es importante entender el presente. La psiquiatría moderna ha logrado avances significativos que han mejorado la vida de millones de personas. Los tratamientos actuales, tanto farmacológicos como psicoterapéuticos, ofrecen alivio real y han transformado radicalmente el pronóstico de muchos trastornos que antes eran devastadores.

Sin embargo, la mente humana sigue siendo extraordinariamente compleja, y la psiquiatría enfrenta desafíos únicos. A diferencia de otras especialidades médicas, no disponemos aún de biomarcadores definitivos o pruebas de laboratorio para la mayoría de los trastornos mentales. Seguimos dependiendo principalmente de la observación clínica y la descripción de síntomas.

Los avances en investigación van revelando la complejidad biológica subyacente. Los estudios genéticos, por ejemplo, muestran que trastornos que considerábamos completamente distintos comparten algunas similitudes neurobiológicas, sugiriendo que nuestras categorías diagnósticas actuales son aproximaciones útiles pero perfectibles.

Estos desafíos se traducen en experiencias concretas para quienes buscan ayuda: tratamientos que a veces requieren ajustes sucesivos hasta encontrar el adecuado, variabilidad en la precisión diagnóstica y una comprensión todavía en desarrollo sobre los mecanismos exactos de los trastornos mentales.

En este contexto de incertidumbre aparece la inteligencia artificial. Estos sistemas ya pueden analizar patrones lingüísticos que predicen episodios depresivos, detectar cambios sutiles en la voz que anticipan cuadros psicóticos o identificar patrones de actividad que preceden a crisis de ansiedad. Todo esto con una precisión que, en ocasiones, supera a los métodos clínicos tradicionales.

La capacidad de la IA para procesar enormes cantidades de datos y encontrar correlaciones que escapan al ojo humano podría revolucionar cómo entendemos y tratamos el sufrimiento psíquico. Pero esta revolución tecnológica nos plantea una pregunta fundamental: ¿cómo queremos integrar estas herramientas en la atención de la salud mental? El camino que tomemos definirá no solo la psiquiatría del mañana, sino algo mucho más profundo: nuestra concepción de la mente humana y de cómo debe ser ayudada cuando sufre.

Podemos visualizar al menos tres escenarios para el futuro de la psiquiatría:

La psiquiatría algorítmica total

En este escenario, la tecnología asume progresivamente todas las facetas de la atención psiquiátrica. Sistemas automatizados realizan evaluaciones continuas a través de nuestros dispositivos, detectan patrones de riesgo, sugieren tratamientos personalizados e incluso proporcionan apoyo terapéutico mediante chatbots avanzados.

La promesa es tentadora: atención psiquiátrica universal, disponible 24/7, sin listas de espera, libre de sesgos humanos y constantemente actualizada con la última evidencia científica. Las personas más vulnerables podrían recibir ayuda inmediata y poblaciones históricamente desatendidas tendrían acceso a recursos de salud mental.

Sin embargo, este modelo plantea interrogantes profundos. ¿Puede un sistema sin experiencia consciente comprender realmente el sufrimiento humano? La empatía simulada, por sofisticada que sea, ¿equivale a la presencia de otro ser humano que verdaderamente comprende porque también ha sentido? ¿Qué ocurre con la dimensión relacional, ese vínculo humano que numerosos estudios señalan como factor crucial en la eficacia terapéutica?

La resistencia tradicional

Como contrapunto, podría surgir un movimiento que reivindique el valor insustituible del encuentro humano directo y minimice la intermediación tecnológica. En este escenario, la terapia centrada exclusivamente en el contacto humano se convertiría en una alternativa para quienes buscan y pueden permitirse una experiencia sin mediación tecnológica, más tradicional o “vintage”.

Esta postura, legítima en su preocupación por preservar lo humano, corre el riesgo de convertirse en un privilegio inaccesible para la mayoría, mientras las desigualdades en el acceso a la salud mental se profundizan.

La psiquiatría aumentada: un tercer camino

Entre ambos extremos existe una tercera posibilidad: la psiquiatría aumentada. Este modelo mantiene el encuentro humano como núcleo irreductible de la atención en salud mental, pero reconoce honestamente las limitaciones de los profesionales e incorpora la IA como asistente para superarlas.

En este escenario, el psiquiatra o psicoterapeuta se concentra en lo que mejor sabe hacer: establecer una relación significativa, comprender el contexto único de cada persona, co-construir significados terapéuticos y acompañar procesos de cambio. Mientras tanto, la IA procesa datos, detecta patrones, señala posibles sesgos cognitivos del profesional y sugiere líneas de indagación complementarias.

La tecnología no reemplaza el juicio clínico, sino que lo potencia. No sustituye la comprensión humana, sino que la expande. No elimina el contacto humano, sino que libera tiempo y recursos para hacerlo más profundo y significativo.

Sin embargo, este modelo enfrenta un desafío fundamental: ¿cómo traducir los patrones identificados por la IA en intervenciones clínicamente significativas y humanamente comprensibles?

Los sistemas de IA más avanzados funcionan como “cajas negras”: identifican correlaciones y hacen predicciones asombrosamente precisas, pero no pueden explicar completamente el “por qué” de sus conclusiones. Han detectado patrones demasiado complejos para ser reducidos a explicaciones simples.

No basta con predecir; necesitamos comprender para intervenir efectivamente. Si un algoritmo predice con 85% de precisión que una persona tiene alto riesgo de experimentar una crisis psicótica en las próximas semanas, pero no puede explicar claramente por qué, ¿cómo diseñamos el tratamiento preventivo adecuado?

La verdadera psiquiatría aumentada debe ir más allá de la mera predicción estadística para desarrollar nuevas formas de comprensión integrativa que traduzcan los insights algorítmicos en intervenciones humanamente significativas.

El debate sobre la IA en psiquiatría no es meramente técnico. Lo que está en juego es nuestra concepción del sufrimiento psíquico y de cómo debe ser abordado.

¿Es el sufrimiento mental reducible a patrones neurobiológicos y conductuales que pueden ser detectados algorítmicamente? ¿O existe una dimensión irreductiblemente humana que solo puede ser comprendida por otro ser humano?

La respuesta probablemente contenga elementos de ambas perspectivas. Los trastornos mentales tienen indudablemente bases neurobiológicas que la IA puede ayudarnos a comprender mejor. Pero también están profundamente entrelazados con nuestra historia personal, nuestras relaciones, nuestros valores y significados, dimensiones que requieren una comprensión humana.

Hacia una psiquiatría más humana, no menos

La psiquiatría aumentada no representa una rendición ante la tecnología, ni un rechazo nostálgico a ella. Es una propuesta de integración donde la IA nos permite, paradójicamente, ser más humanos en nuestra práctica clínica.

Al liberar a los profesionales de tareas que pueden ser automatizadas (como la revisión exhaustiva de literatura, la detección de patrones en grandes conjuntos de datos, o el monitoreo de variables fisiológicas), la tecnología podría permitirles concentrarse en lo esencialmente humano de su oficio: la comprensión profunda, la empatía genuina, la construcción conjunta de significado.

No sabemos exactamente cómo será la psiquiatría del futuro. Lo que sí sabemos es que tenemos ante nosotros la oportunidad y la responsabilidad de co-crear una práctica clínica que, apoyándose en la tecnología, sea más eficaz, más accesible y, sobre todo, más profundamente humana.

La IA no debe ser vista como un reemplazo del psiquiatra, sino como un espejo que nos ayuda a reconocer nuestras limitaciones y a potenciar nuestras capacidades. No como un amo que dicta diagnósticos y tratamientos, sino como un asistente que amplía nuestra mirada.

En última instancia, la psiquiatría aumentada no busca menos humanidad, sino más. No menos comprensión, sino más profunda. No menos contacto, sino más significativo. Es una invitación a reimaginar la salud mental para una era donde la tecnología y lo humano no sean fuerzas opuestas, sino complementarias.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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