Señor Director:
La crisis provocada por el covid-19 demuestra que los problemas actuales son transnacionales y multidimensionales, que traspasan las fronteras e involucran a todas las áreas de la sociedad. Responder a todos los desafíos exige respuestas colaborativas y coordinadas a nivel nacional e internacional.
La calificación tardía de pandemia por parte de la OMS y la lentitud de la acción del G20, en contraste con el rol jugado en 2008, demuestran que la acción internacional no ha estado a la altura. A esto se suma la lentitud de las medidas adoptadas en Chile, en que se podría haber iniciado una acción temprana basada en las experiencias comparadas.
Se esperaría también una coordinación estrecha a nivel nacional, tanto interministerial como con las estructuras municipales y regionales. La falta de tal coordinación ha sido criticada en otros países como Estados Unidos, agravada por la ausencia de cooperación internacional en medidas como el cierre de fronteras. Por lo mismo, se puede rescatar la acción de Chile en el marco de Prosur, que debiese expandirse respecto de todas las herramientas internacionales disponibles. La UNESCO, por ejemplo, ha elaborado directrices relativas al acceso a la educación, considerando el impacto crítico de las desigualdades.
En un momento crucial para la construcción de una nueva agenda social en Chile, el covid-19 demuestra la necesidad de una cooperación amplia basada en el rol central de los servicios públicos, la reducción de las desigualdades estructurales y la conciencia social sobre el impacto de nuestras acciones. Cuando la urgencia de paso a las lecciones, estas debiesen determinar, no sólo la preparación ante futuras crisis, sino la agenda global de nuestro país para proveer soluciones reales, solidarias y justas.
Francisca Aguayo
Colaboradora del Centro de Sistemas Públicos (CSP) de la U. de Chile y PhD en Derecho Internacional
