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Educación integral, ¿cuál es el rumbo?

Por: Alejandra Garrido y Benjamín Searle


Señor Director:

Sin lugar a dudas, una oportunidad que ha traído esta crisis social  -luego de un estallido social y una crisis sanitaria- es la de detenernos en nuestras ajetreadas vidas y pensar hacia dónde nos dirigimos.

Un punto donde vale la pena reflexionar, es la diferencia que existe entre lo que integralmente entendemos por educación y lo que realmente sucede en los colegios, donde se ve una gran diferencia entre lo que buscan  en su “misión y visión” y la cantidad de horas que dedican a ponerlo en práctica.

Mientras el objetivo de la educación -según la Ley General de Educación- es el desarrollo integral de la persona en sus dimensiones espiritual, ética, moral, afectiva, intelectual, artística y física; las prioridades del sistema se ven confusas, de manera que todos aprendemos a dividir -a mano y sin problemas- un número de 6 cifras por un decimal, pero no todos aprendemos a preocuparnos por el compañero de curso que necesita ayuda, a valorar la diversidad de opiniones o entendernos como iguales pese a nuestras diferencias.

En estos 6 meses de crisis nos hemos hecho más conscientes de los excesivos niveles de individualismo e indiferencia que aquejan a nuestra sociedad, y es que todos, en algún punto, nos hemos concentrado en nuestros propios logros sin importar las repercusiones que le generen al resto.

Pero, ¿estamos enseñando lo contrario durante la etapa escolar?  Durante los 14 años aprendemos la excelencia de las personas como aquellos números bien logrados en los rankings, aspirando a ser “el número uno entre muchos”, pero escasas veces nos sentamos con el curso a preguntarnos si alguno necesita ayuda, buscando en conjunto aportar profundamente en la vida de nuestros compañeros.

Entonces, ¿cuál es el rumbo que estamos siguiendo? ¿Será posible acercarnos a una educación más integral, como la hemos definido? Donde nos reconozcamos como seres únicos, capaces de aportar desde nuestras debilidades y fortalezas a la sociedad. ¿Podremos abrir más espacios para reflexionar y discutir lo que pasa en nuestra comunidad-país?, generando la inquietud de involucrarse y ser aporte.

Si en octubre aprendimos a soñar con una sociedad en cuya esencia radique la humildad, la empatía y la justicia, y en cuarentena hemos rescatado lo esencial de la vida, no dejemos que la educación se pierda este aprendizaje y construyamos ese sueño desde la etapa escolar.

 

Alejandra Garrido

Directora Social

Fundación Huella

Benjamín Searle

Director Ejecutivo

Fundación Huella

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