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Trump: ¿Causa o consecuencia de la decadencia norteamericana?

Por: Álvaro Muñoz Ferrer


Señor Director: 

La irrupción de la fanaticada de Trump en el Capitolio es un hecho que debemos analizar en profundidad. Sin embargo, como ya es posible constatar en redes sociales y en medios masivos, la opinión más popular es también la más superficial: la decadencia de la democracia norteamericana es fruto de cuatro años de un gobierno irracional, narciso y personalista. Esto es un grave error.

En primer lugar, porque si bien Trump es, como dicen los(as) politólogos(as), un outsider, contó con el apoyo irrestricto del Partido Republicano. Es decir, no se trata de un fenómeno puramente personalista. En segundo lugar, porque sus seguidores – más de 74 millones de votantes, según la última elección presidencial – no devinieron irracionales durante su mandato: el individualismo, la xenofobia, el racismo supremacista y tantas otras categorías que observamos en su electorado – por supuesto, con excepciones – no afloraron espontáneamente con su llegada a la Casa Blanca; es más, fueron estos rasgos caracterológicos de una parte de la sociedad norteamericana – componentes que, como dice Erich Fromm, construyen el “carácter social” de una sociedad – los que propiciaron su ascenso al poder.

En síntesis, sin el apoyo republicano y sin el carácter social apropiado, Trump no habría alcanzado el sillón presidencial. A propósito de esto, cabe preguntarse lo siguiente: ¿no es Trump el fruto ineludible de la sociedad norteamericana? Macpherson identificó como característica central del liberalismo al “individualismo posesivo”, esto es, a la idea de que el individuo sólo es libre en la medida en que se concibe a sí mismo como propietario de sí y de sus capacidades y no, como creían los Antiguos, como una parte del entramado social. ¿No es Trump el destino inevitable de este modo de concebir la sociedad? ¿No es acaso el “asalto” al Capitolio, con consignas en favor de lo blanco y contrarias al Estado, una consecuencia natural de un ethos individualista que ve en el Otro a un enemigo?

Trump es la consecuencia de la decadencia de la democracia norteamericana. Por supuesto, su personalidad catalizó el proceso de descomposición, pero en ningún caso podríamos verlo como la causa del declive. Entenderlo de esta manera nos permite comprender en profundidad el fenómeno y, por cierto, en cuanto que ciudadanos(as) de un país que sigue con rigurosa obediencia el recetario del “sueño americano”, nos ayuda a prepararnos ante la posibilidad de ocurrencia de un fenómeno similar en Chile. Después de todo, ¿no existen ya gérmenes libertarios pululando peligrosamente en el país con consignas similares a las que vemos en el país del norte?

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