Señor Director:
Hace ya 15 años que tengo la suerte y privilegio de vivir en Rapa Nui, han sido años hermosos, donde he construido una familia y ejercido mi profesión, años de profundo y constante aprendizaje, donde pasé de conocer solamente el Sau-Sau (que en realidad no es Rapanui) a poder sentir y comprender la esencia de su gente y de la relación con el Estado Chileno.
A partir de 2010, fui testigo de lo que aparentemente era el comienzo de una nueva relación, Chile finalmente parecía entender su deuda y responsabilidad, fueron años de fructífero diálogo con los gobiernos de turno, los que se vieron coronados cuando la Presidenta Bachelet entregó la administración de su patrimonio arqueológico a Ma’u Henua, la comunidad Indígena más grande del país.
Así las cosas, llegamos a la Convención Constituyente, donde el pueblo Rapa Nui tuvo una representante propia, un verdadero sueño, los Rapanui organizaron una primaria y alcanzaron una Convencional de consenso, después en base a un trabajo colectivo levantaron una propuesta y la refrendaron, acudiendo más tarde masivamente a votar apruebo.
Ya sabemos cuáles fueron los resultados del plebiscito, pero no sospechamos sus consecuencias, hoy ad portas de un nuevo proceso vemos con estupor y asombro que nuevamente Rapa Nui ha sido excluida volviendo Chile a su nefasta tradición colonial.
Nos gustan mucho sus bailes y cantos, nos sorprendemos con sus proezas y gigantes de piedra, pero otra cosa son sus derechos colectivos, ahí no, ahí serán los chilenos con sus expertos, los que a 4000 kilómetros y un océano mediante, definan el porvenir de esta milenaria cultura.
Un verdadero Bochorno.
Jaime Ernesto Tapia Silva
Abogado.
Mejor egresado vivo de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.