La Falla San Ramón en el Plan Regulador Metropolitano de Santiago
Señor Director:
El 27 de diciembre recién pasado la Sala de la Cámara de Diputadas y Diputados respaldó el informe de la Comisión Especial Investigadora (CEI19, del 27 de septiembre de 2023), sobre las acciones gubernamentales frente a las construcciones en la falla San Ramón, instancia que fiscalizó las medidas tomadas para prevenir o mitigar los riesgos de la existencia de edificaciones en esta zona de la Región Metropolitana. Esta nueva Comisión ratificó lo señalado por el informe de la primera Comisión Investigadora en esta materia (CEI57, del 16 de agosto de 2021), en cuanto a la contundencia de antecedentes científicos que señalan que este es un elemento de peligro y riesgo para la ciudad de Santiago y la Región Metropolitana, y urgió a las autoridades pertinentes a avanzar más rápida y oportunamente para considerar este riesgo en las regulaciones urbanas y de normativa sísmica, así como en los planes de respuesta y mitigación ante la potencial activación de la amenaza.
Así, son dos comisiones políticas de carácter transversal las que han investigado y llegado a conclusiones similares, cuyas recomendaciones apuntan a la sostenibilidad de nuestra ciudad, región y país.
En efecto, Chile no cuenta, en la práctica, con regulaciones urbanas ni con una normativa sísmica que se hagan cargo del riesgo que constituye la potencial activación de alguna de las fallas activas que se encuentran en nuestro territorio, como sí lo consideran desde hace décadas regiones como por ejemplo California, en la cual no se encuentra solo la Falla San Andrés (una falla rápida de borde de placas tectónicas), sino también otras fallas de actividad moderada y lenta. En nuestro país tenemos fallas de actividad lenta (como algunos ramales de la Falla de Atacama), de actividad moderada (como la Falla San Ramón y otras del frente occidental de la Cordillera Principal de Los Andes) y fallas rápidas (como la Falla Liquiñe-Ofqui y Falla Magallanes).
Las fallas no están en todas partes; el conocimiento geológico, sismológico y geofísico permite entender mejor su ubicación, su carácter activo o inactivo, su potencial sismogénico y fecha de los últimos terremotos, todo lo cual, de la mano de la ingeniería, el urbanismo y ciencias afines, permite estimar el riesgo y avanzar en medidas de mitigación del mismo.
La ciencia se funda en evidencia y argumentos. Un país que progresa toma el conocimiento científico y lo transforma en políticas virtuosas. Medidas de distintos gobiernos han permitido avanzar en esta materia y es deseable que pronto se pueda concretar una política ad-hoc que apunte a la sostenibilidad y el progreso de nuestra sociedad.
Gabriel Easton
Profesor Titular
Departamento de Geología
Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas
Universidad de Chile