André, ¡hasta La Victoria!
Señor Director:
Ninguna muerte inocente debe dejarnos sin conmoción. Sin lágrimas. Dentro de algunos días se conmemoran 40 años del asesinato de André Jarlan en la población La Victoria. Su muerte y, sobre todo su vida, provocó un gran impacto y dejó una huella imborrable en la historia eclesial y social de Chile. Su entrega total a los más pobres y su firme convicción en la no violencia activa lo convirtieron en un símbolo de resistencia pacífica frente a la brutal represión de la dictadura.
Así mismo, Jarlan, en cuanto discípulo de Jesús, fue testimonio de una vida entregada en aprendizaje con los últimos y olvidados, viviendo una fe activa, esperanzada y comprometida. Testigo de la tradición más rica de la Iglesia latinoamericana (y su teología) que hoy se predica desde Roma en la voz y documentos del papa Francisco, “una Iglesia pobre y para los pobres”. Con ocasión de este su aniversario martirial, se publica de forma inédita su diario íntimo. Allí revela una mirada en primera persona de la represión sufrida en las poblaciones durante los oscuros años de la dictadura cívico-militar. Este cuaderno no es solo un registro personal, sino un testimonio invaluable de cómo la comunidad cristiana, liderada por mujeres y hombres como Jarlan, organizó formas de resistencia desde la solidaria cotidianidad vecinal.
Es fundamental que no permitamos que estos relatos caigan en el olvido. Este sábado 31 de agosto, a las 18:00 horas, en la población La Victoria, miles de personas repetirán el mismo gesto que hace 40 años: prenderán velas para recordar que la compasión y la unidad son memoria de lo mejor del pueblo chileno. Al recordar a Jarlan, recordamos a las miles de víctimas de la dictadura y a quienes, a través de su resistencia pacífica, mantuvieron y mantienen hoy también la esperanza viva de un Chile más justo y solidario.
Pedro Pablo Achondo M.
Teólogo y poeta