Liderazgo
Señor Director:
La elección del Papa ha suscitado una serie de reacciones, todas marcadas por una efusividad evidente. Predominan sentimientos de admiración, curiosidad e incluso crítica, pero por sobre todo emerge un sentimiento de esperanza depositado en quien asume este rol de liderazgo espiritual, particularmente entre los fieles de la iglesia.
Me detengo en este último punto: la esperanza. Independiente de su identidad o cargo, la elección de una autoridad suele despertar en la comunidad un ánimo esperanzador, en tanto se percibe como posible la realización de anhelos colectivos o personales.
El psicólogo Daniel Goleman, en su artículo “¿Qué hace a un líder?”, identifica cuatro características esenciales que, a mi juicio, deben ser consideradas por quienes ejercen el liderazgo y por aquellos que tienen la responsabilidad de elegir a sus líderes. Estas son: la autoconciencia, la autorregulación —particularmente importante en contextos de alta exposición pública—, la motivación y la empatía. Todos estos elementos configuran lo que Goleman denomina inteligencia emocional.
Cabe preguntarse si estos atributos fueron considerados por el Colegio Cardenalicio al elegir a León XIV. Pero estas cualidades debieran guiar también la elección de líderes seculares. Esto es especialmente relevante ante las complejas y cuestionadas circunstancias que atraviesa hoy el gobierno, y considerando la próxima elección. La responsabilidad recae no solo en los candidatos, sino también —y quizás con mayor peso— en los electores.
Javier Aleoíza
Escuela de Gobierno IPP UNAB