Sociedad enferma
Señor Director:
Nuestro país está padeciendo una profunda crisis moral, semejante a la denunciada por Enrique Mac Iver en 1900.
Esta crisis comienza con el decaimiento de las instituciones, vale decir, todas aquellas “parroquias” en torno a las cuales construíamos y vivenciábamos nuestro sentido de pertenencia, espacios que respetábamos y que, gozando de autoridad, proyectaban credibilidad, constituyendo una guía, un derrotero en nuestras vidas.
Tras ello, hemos devenido en una sociedad cuyas élites están totalmente disociadas de la realidad, del pueblo, de los muchos y muchas que ante la ausencia de referentes, se refugian en sus vidas privadas, en el individualismo y el consumo, en lo que Taylor caracterizó como la “vida corriente”, desatendiendo lo político, lo colectivo, lo común, espacio que ha terminado asociándose con aprovechamiento, corrupción, enajenación, reyerta estéril, irracionalidad y disputas en el que el único fin es el poder, sin proyecto colectivo, sin mínimos éticos que nos permitan transitar hacia una mejor vida entre nosotros.
En este panorama, los medios de comunicación se han convertido en caja de resonancia de cualquier chisme que venda, que provoque, que impacte, apelando a la emocionalidad más pueril, perdiendo el propósito de informar, de generar deliberación y debate con alturas de miras.
Por su parte, el sistema de persecución penal en su conjunto perdió su norte. Ya no se aboca a investigar, perseguir y sancionar delitos, sino que a alimentar el comidillo con información propia de la esfera privada de las personas, en donde mientras más relevante sea el sujeto expuesto, más atractivo se vuelve el develar su intimidad.
Si no somos capaces de poner freno a esta tergiversación social que confunde transparencia y búsqueda de justicia con degradación humana a través de los medios de comunicación, terminaremos transformándonos en una comunidad castrada, irreflexiva, carente de propósito y frivolizada, en definitiva, en una sociedad enferma.
Nicolás Mena Letelier
Abogado
