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Ciencia bajo sospecha

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Por: Rocío Mayol Troncoso


Señor Director: 

En enero recibí con enorme alegría la noticia de que me había adjudicado un Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDECYT) de Iniciación en Investigación. Este fondo cumple un rol clave en la promoción de nuevas trayectorias científicas en Chile y constituye una herramienta esencial para fortalecer la generación de conocimiento

Sin embargo, esa alegría se vio rápidamente empañada. En mayo, sin haber recibido aún financiamiento alguno para ejecutar el proyecto, se me solicitó firmar un pagaré en blanco como garantía en caso de incumplimiento. Esta exigencia, que parece partir desde la sospecha más que desde la colaboración, no solo genera inseguridad y malestar, sino que también revela el tipo de relación que el Estado ha construido con sus investigadores/as: una relación marcada por la desconfianza estructural.

Se espera excelencia, impacto y compromiso por parte de quienes investigamos, pero al mismo tiempo se nos impone un trato que desconoce las condiciones reales en que se hace ciencia en el país. Más que una política de fomento, lo que se percibe es una lógica de sospecha y tutela, que obstaculiza la posibilidad de establecer una relación colaborativa y estratégica entre el Estado y su comunidad científica. En este contexto, cabría preguntarse si no resultaría más legítimo avanzar hacia un modelo relacional fundado en un contrato donde ambas partes se reconozcan como sujetos con derechos y deberes recíprocos, y donde la ley se aplique con simetría para ambas partes.

Rocío Mayol Troncoso

Psicóloga Clínica

Doctora en Ciencias Biomédicas

Fundadora @cientificamente_mujeres

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