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#LeyCultivoSeguro: un imperativo social para Chile Opinión

#LeyCultivoSeguro: un imperativo social para Chile

Eduardo Vergara B.
Por : Eduardo Vergara B. Director Ejecutivo de Fundación Chile 21
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La Ley de Cultivo Seguro no viene a solucionar todo este problema de la droga. Sin embargo, aborda un área crucial en el debate: el derecho de los usuarios al uso medicinal. Es de esperar que el Gobierno actual demuestre madurez y decida enfrentar este tema con la lupa de la modernidad y la sensatez. Lo que ya vimos durante 4 años nos preocupa. No podemos volver a las más de 85 mil detenciones que tuvimos en Chile durante el 2012, ni a los recortes en programas preventivos de perfil local. Esto generó efectos tremendamente negativos sobre el panorama de las drogas, que, acompañados de las precarias estrategias educativas, preventivas y de despliegue local, permitieron que hoy vivamos en un país con más consumo y con traficantes más empoderados. Es la oportunidad para que la administración actual sea consecuente con sus discursos de libertad y responsabilidad, claro, adecuándolos al Chile actual y no solo cuando conviene.


La Cámara de Diputados acaba de aprobar en Sala el proyecto de ley para el cultivo seguro. Ahora solo debe volver a la Comisión de Salud por indicaciones. Pasaron años hasta que un renovado Parlamento tuvo la capacidad de abordar este tema con seriedad, evidencia en mano y poniendo la dignidad de las personas por sobre cálculos políticos, trabas morales y tabúes ideológicos. Hoy Chile da un paso importante para derribar un modelo que ya por años viene victimizando desproporcionadamente a los más débiles. Este proyecto, es un paso hacia la regulación responsable que necesitamos.

La evidencia para sustentar este cambio, sobra. Por un lado, al mirar los datos, hemos visto cómo en un país de solo 17 millones de personas se concentran cerca de doscientas detenciones al día por ley de drogas. De ellas emanan cifras preocupantes.

El 64% de los detenidos son personas menores de 29 años, sobre el 60% de las mujeres en la cárcel llegó allí a causa de delitos relacionados con drogas. La proporción de mujeres detenidas viene en aumento en el país desde el 2010. Por otro lado, la ineficiencia en las labores investigativas y de control han terminado por perseguir a los más débiles, dejando un amplio margen no solo para que el crimen organizado siga creciendo a costa de los recursos que les genera la producción y venta de droga, sino que incluso extendiendo sus tentáculos a municipios e instituciones.

Si bien el panorama no es como en México o Colombia, hay indicios permanentes de que la situación ha empeorado. Tras millonarias e ineficientes inversiones en el Plan Frontera Norte, sucedió lo que venimos argumentando hace tiempo: el problema solo se movió, no desapareció, sino que se robusteció. Ya en el 2014 empezamos a ver decomisos históricos en regiones como el Biobío y La Araucanía. Gasto ineficiente, detenciones y controles desproporcionados, víctimas inocentes, son algunos de los legados de nuestro enfoque hacia las drogas en el Chile de hoy.

Mientras tanto, el consumo de drogas sigue en aumento. Esto no ocurre solo en cantidad, sino también en diversidad. Las incautaciones de drogas sintéticas son testigos del aumento de la producción y el tráfico, pero peor aun, muestran cómo por prohibir drogas como la cannabis natural, se ha dado nacimiento a drogas como la cannabis sintética, generando efectos irreparables en la salud y bienestar de los más jóvenes. Como si fuera poco, y en paralelo a este fenómeno, la percepción de riesgo sobre el consumo muestra cifras alarmantemente bajas especialmente entre niños y adolescentes.

La Ley de Cultivo Seguro no viene a solucionar todo este problema. Sin embargo, aborda un área crucial en el debate sobre las drogas. Esta tiene que ver con los derechos de los usuarios, la dignidad, y de manera especial de  quienes sufren y han encontrado en la cannabis una forma de recuperar tal dignidad, paliar el dolor y vivir vidas plenas.

Ya es costumbre ver casos de madres y adultos mayores que son detenidos y criminalizados por mantener plantas en su hogar. Parece casi ridículo ver operativos con millonarios recursos policiales que terminan en dos o tres plantas. Mientras tanto, los grandes traficantes aumentan su poder y capital de manera acelerada. Que Chile haga realidad esta ley, es un imperativo social, un paso urgente hacia una sociedad que debe poner el foco en las personas y no en las cifras de detención.

Por supuesto que no podemos centrar todo el debate sobre drogas en la cannabis. El fenómeno es mucho más complejo y sus aristas más peligrosas tienen que ver con el tráfico, el crimen organizado y drogas como la cocaína, las pasta base y las sintéticas. Sin embargo, este paso es un recordatorio de lo arcaicas que son nuestras políticas y cómo, por años, las leyes han generado efectos peores sobre la salud, la paz social y el bienestar de las personas que las drogas mismas.

Es de esperar que el Gobierno actual demuestre madurez y decida enfrentar este tema con la lupa de la modernidad y la sensatez. Lo que ya vimos durante 4 años nos preocupa. No podemos volver a las más de 85 mil detenciones que tuvimos en Chile durante el 2012, ni a los recortes en programas preventivos de perfil local. Esto generó efectos tremendamente negativos sobre el panorama de las drogas, que, acompañados de las precarias estrategias educativas, preventivas y de despliegue local, permitieron que hoy vivamos en un país con más consumo y con traficantes más empoderados. Es la oportunidad para que la administración actual sea consecuente con sus discursos de libertad y responsabilidad, claro, adecuándolos al Chile actual y no solo cuando conviene.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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