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¿Por qué Chile está tanto mejor que Argentina? Opinión

¿Por qué Chile está tanto mejor que Argentina?

Miguel A. Boggiano
Por : Miguel A. Boggiano MA Economics 2001 University of Chicago. Dedicado a la Asesoría Financiera. Profesor Behavioral Finance en #UdeSA y @DerechoUTDT - CEO de Carta Financiera
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¿Cuál es el mal de Argentina?, ¿Por qué si el mundo se resfría, Argentina termina internada? Claramente, el problema está en los cimientos de un estado ineficiente. Argentina, necesita un plan Integral con mirada de largo plazo para achicar un estado enorme, descomprimir la elevada presión tributaria que genera sobre el sector privado y con ello encausar las cuentas públicas hacia el equilibrio.


¿Cómo se responde la pregunta que le da el título a la nota? La respuesta es sencilla: por la presencia de políticas de largo plazo. Mientras, Chile, y la mayoría de sus pares de la región, avanzaron consistentemente en consolidar su matriz económica, Argentina se ahogó en el cortoplacismo. No solo se estancó, sino que vio deteriorada muchas de sus variables económicas. Con un estado que duplicó su tamaño, un PBI per cápita estancado y problemas de inflación aún no resueltos, Argentina es un claro exponente del daño que generan las políticas de estado improvisadas.

Argentina sobresale por su vulnerabilidad ante cada cambio en los mercados mundiales. Para entender el problema en Argentina, es necesario observar el mismo desde dos perspectivas: a) su complejo estadío actual, combinado por la pereza y obstinación del gobierno para enfrentarlo; b) la conjunción de medidas (o ausencia de ellas) ejercidas en el pasado y que de manera sostenida expusieron al país al borde del precipicio.

¿Cuál es el mal de Argentina?, ¿Por qué si el mundo se resfría, Argentina termina internada? Claramente, el problema está en los cimientos de un estado ineficiente.

[cita tipo=»destaque»]El problema es que generalmente a la salida de dichas crisis esos ingresos se consolidaban en mayor gasto público y entonces se argumentaba la imposibilidad de eliminarlos. Sin embargo la agobiante presión tributaria no resultó suficiente. El gobierno comenzó a financiar los déficits fiscales con deuda interna, generando en consecuencia un espiral inflacionario que al día de hoy no se logra resolver. Esto es lo que miramos por el espejo retrovisor del pasado más reciente de Argentina, y explica en gran medida la actualidad y los problemas que enfrenta. Argentina está atrapada en un espiral vicioso de cortoplacismo.[/cita]

Al asumir la presidencia Néstor Kirchner, Argentina se encontraba muy golpeada por el colapso que implicó el default incurrido en el año 2001. Los niveles de desempleo de dicho año ascendían a valores del orden del 24%, la industria doméstica estaba totalmente destruida producto del carnaval de importaciones de la década de los ‘90s y la nueva paridad cambiaria dotaba circunstancialmente de mayor competitividad al país.

Ante esta situación delicada, el gobierno enfrentaba una enorme oportunidad de proponer políticas y reformas estructurales que permitieran reactivar la matriz productiva. Sin embargo, el gobierno se ensañó en convertir al sector público en el motor de la economía, sobredimensionando con ello el tamaño del estado. Resulta obsceno observar que luego de 12 años de gobierno, el estado aumento su tamaño del 22% al 44% del PBI. De esta forma todo el empleo que no se generaba en el sector privado se escondió durante el Kirchnerismo bajo el ala del estado.

Con un estado en crecimiento que demandaba cada vez más recursos, se prolongaron hasta la fecha esquemas tributarios que nacieron de forma transitoria para cubrir la necesidad de recursos que el estado requería. De esta manera, la mayoría de los cambios en materia fiscal no se dieron en el marco de una reforma de largo plazo, sino más bien al calor de las crisis o en situaciones de emergencia.

El problema es que generalmente a la salida de dichas crisis esos ingresos se consolidaban en mayor gasto público y entonces se argumentaba la imposibilidad de eliminarlos. Sin embargo la agobiante presión tributaria no resultó suficiente. El gobierno comenzó a financiar los déficits fiscales con deuda interna, generando en consecuencia un espiral inflacionario que al día de hoy no se logra resolver. Esto es lo que miramos por el espejo retrovisor del pasado más reciente de Argentina, y explica en gran medida la actualidad y los problemas que enfrenta. Argentina está atrapada en un espiral vicioso de cortoplacismo.

Con el cambio de gobierno en 2015, Mauricio Macri asumía la enorme tarea de rencausar una economía diezmada y ordenar un estado deformado. Había dos objetivos fundamentales a lograr: a) reducir el déficit fiscal y b) encarar reformas estructurales y profundas, principalmente en materia fiscal. En pos del logro de este objetivo, el gobierno desarrolló un plan económico con impronta gradualista. De esta manera las modificaciones que requería la economía se realizarían progresivamente conforme el gobierno fuera ganando aceptación política.

Sin embergo, el plan del gobierno descansaba en una enorme dependencia externa. En efecto, dependía de que el mercado mundial continuara operando con los niveles de liquidez que lo venía haciendo, dado que la variable de ajuste para equilibrar las cuentas fiscales era el endeudamiento. En el momento que la Reserva Federal de los EEUU comenzó a avanzar con una clara política monetaria contractiva, Argentina quedó al desnudo y su elevado nivel de vulnerabilidad se manifestó.

En el marco de este contexto ya adverso para la economía Argentina, se sucedieron otros eventos desfavorables como la brutal sequía que acosó al país a inicios de 2018 y los brotes de crisis en países emergentes. El mercado local comenzó a inquietarse y se precipitó una feroz devaluación de la moneda del orden del 54%. El escepticismo respecto de las posibilidades genuinas del gobierno de encauzar la economía comenzaba a acrecentarse. Aquí terminó de morir la política gradualista (o lo que quedaba de ella) y Argentina se vio forzada nuevamente a acudir el FMI. Por la pereza del gobierno, el ajuste lo realizó el propio mercado.

Hoy Argentina enfrenta una encrucijada. Deberá resolver su problema de déficit fiscal, sin volver a caer en soluciones cortoplacistas y demagógicas. Deberá apropiarse de su historia y no volver a cometer los errores del pasado. Argentina, necesita un plan Integral con mirada de largo plazo para achicar un estado enorme, descomprimir la elevada presión tributaria que genera sobre el sector privado y con ello encausar las cuentas públicas hacia el equilibrio. Argentina, debe probarse a sí misma que puede salir de la inercia en la que viene inmersa hace décadas y asumir que ante la adversidad vuelve a tener una oportunidad para hacer las cosas mejor.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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