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El cambio climático para Trump, Morrison y Bolsonaro: la absurda política de tirar todo por la borda Opinión

El cambio climático para Trump, Morrison y Bolsonaro: la absurda política de tirar todo por la borda

Jaime Hurtubia
Por : Jaime Hurtubia Ex Asesor Principal Política Ambiental, Comisión Desarrollo Sostenible, ONU, Nueva York y Director División de Ecosistemas y Biodiversidad, United Nations Environment Programme (UNEP), Nairobi, Kenia. Email: jaihur7@gmail.com
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Es insólito constatar que, cuando la ciencia destaca la urgente necesidad de reforestación y mayor protección de los bosques, nos enteramos que el señor Bolsonaro, nuevo Presidente electo de Brasil, pregona retirar a su país del Acuerdo de París y avisa que abrirá la Selva Amazónica para agricultores y mineros. Preocupa también la aparición de movimientos de ultraderecha que seducen a los decepcionados ciudadanos por el fracaso de los gobiernos de izquierda. Una cosa es la decepción por los embustes de malos líderes del progresismo y otra cosa muy distinta es dejarse convencer con sueños de grandeza con nacionalismos grandilocuentes y palabras falsas. Este nuevo tipo de líderes, donde se destaca el Presidente Trump, con la excusa de favorecer el crecimiento económico y conservar empleos, lo que persigue es proteger los intereses de las grandes empresas de los combustibles fósiles. Por ello se comportan abiertamente hostiles con la lucha al cambio climático. No olvidemos que, apenas asumió, Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París. Ahora se ha unido alguien más. Se trata del Primer Ministro de Australia, Scott Morrison, quien dijo que no había dinero para las «conferencias mundiales sobre el clima y todas esas tonterías”.


Es tan delicado el equilibrio ecológico en nuestro planeta que, tal como subraya el último Informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), cambios de tan solo 0.5°C, la diferencia entre 1,5 y 2,0°C en el promedio de elevación del calentamiento global de la atmósfera, puede significar enormes variaciones en la magnitud de los daños. En solo un par de semanas más, del 2 al 14 de diciembre de 2018, en Katowice, Polonia, se definirá si la humanidad es capaz o no de dar una respuesta contundente a la amenaza del cambio climático, en el marco del desarrollo sostenible y los esfuerzos por erradicar la pobreza. Participarán todos los países partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC). Se le conoce también como la próxima Cumbre del Clima (COP24).

Uno de los temas que concentrará la atención será el apoyo financiero a los programas y actividades que tendrían que realizarse urgentemente en los países en desarrollo en mitigación y adaptación a los cambios, así como aplicación de tecnologías para combatir el calentamiento. Entre las medidas que el IPCC ha destacado, figura poner un precio a las emisiones de dióxido de carbono. En la actualidad más de 40 gobiernos de todo el mundo, incluidos la Unión Europea, Chile y el Estado de California, han puesto un precio al carbono, pero les ha resultado políticamente difícil establecer un precio lo suficientemente alto como para generar reducciones significativas en las emisiones de carbono.

No es de extrañar que este instrumento económico de fijación de precios del carbono haya recibido un respaldo explícito por parte del Comité del Premio Nobel, que otorgó a William D. Nordhaus de Yale el Premio Nobel 2018 en Ciencias Económicas por, entre otras cosas, afirmar que “el remedio más eficiente a los problemas causados por las emisiones de gases de efecto invernadero serían un esquema global de impuestos al carbono”. Se requiere que se aplique de inmediato para garantizar que las empresas paguen un precio justo por todas sus emisiones, el cual incluya el daño que generan en términos de contaminación y daños a la salud humana. Una cuestión de la cual deberían tomar nota los parlamentarios y funcionarios del Ministerio del Medio Ambiente que están lidiando con el caso Quintero-Puchuncaví y otros episodios socioambientales que afectan a la sociedad chilena.

[cita tipo=»destaque»]En el tema del financiamiento, nadie puede aspirar a un “pasaje gratis”, exento de cualquier costo. Se nos vienen encima épocas duras, golpeadas por eventos climáticos extremos y cuanto antes estemos preparados para enfrentarlas, mejor. En primer lugar, es conveniente que tengamos muy claro que el cambio climático tiene que tratarse en conjunto con el desarrollo sostenible, o correrá el riesgo de exacerbar la pobreza y la desigualdad. Estas son cuestiones que tienen que ver con ética, valores y justicia. No tenemos excusas para la desidia o la inacción. Por eso resulta intolerable escuchar declaraciones destempladas. A diario nos informamos del insistente rechazo de los poderosos intereses de las grandes empresas de los combustibles fósiles y los agronegocios, que apoyan a políticos apáticos u opuestos a la acción climática. Este es un factor por el cual el Informe del IPCC y la ciencia del clima pueden transformarse en una poderosa herramienta para desenmascarar con datos duros a los políticos corruptos e inescrupulosos, que mienten, tergiversan y tratan de confundir a la opinión pública con falsas apreciaciones.[/cita]

En el tema del financiamiento, nadie puede aspirar a un “pasaje gratis”, exento de cualquier costo. Se nos vienen encima épocas duras, golpeadas por eventos climáticos extremos y cuanto antes estemos preparados para enfrentarlas, mejor.

En primer lugar, es conveniente que tengamos muy claro que el cambio climático tiene que tratarse en conjunto con el desarrollo sostenible, o correrá el riesgo de exacerbar la pobreza y la desigualdad. Estas son cuestiones que tienen que ver con ética, valores y justicia. No tenemos excusas para la desidia o la inacción. Por eso resulta intolerable escuchar declaraciones destempladas. A diario nos informamos del insistente rechazo de los poderosos intereses de las grandes empresas de los combustibles fósiles y los agronegocios, que apoyan a políticos apáticos u opuestos a la acción climática. Este es un factor por el cual el Informe del IPCC y la ciencia del clima pueden transformarse en una poderosa herramienta para desenmascarar con datos duros a los políticos corruptos e inescrupulosos, que mienten, tergiversan y tratan de confundir a la opinión pública con falsas apreciaciones.

En segundo lugar, es insólito constatar que, cuando la ciencia destaca la urgente necesidad de reforestación y mayor protección de los bosques, nos enteramos que el señor Bolsonaro, nuevo Presidente electo de Brasil, pregona retirar a su país del Acuerdo de París y avisa que abrirá la Selva Amazónica para agricultores y mineros. Preocupa también la aparición de movimientos de ultraderecha que seducen a los decepcionados ciudadanos por el fracaso de los gobiernos de izquierda. Una cosa es la decepción por los embustes de malos líderes del progresismo y otra cosa muy distinta es dejarse convencer con sueños de grandeza con nacionalismos grandilocuentes y palabras falsas.

Este nuevo tipo de líderes, donde se destaca el Presidente Trump, con la excusa de favorecer el crecimiento económico y conservar empleos, lo que persigue es proteger los intereses de las grandes empresas de los combustibles fósiles. Por ello se comportan abiertamente hostiles con la lucha al cambio climático. No olvidemos que, apenas asumió, Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París. Ahora se ha unido alguien más. Se trata del Primer Ministro de Australia, Scott Morrison, quien dijo que no había dinero para las «conferencias mundiales sobre el clima y todas esas tonterías”. Muy preocupante, ¿no les parece?

A pesar de estas manifestaciones negativas de parte de estos líderes de países claves para el combate al cambio climático, la comunidad internacional cuenta con el masivo apoyo de la mayoría de gobiernos, empresas y ciudadanos. Todos ellos consideran que los nuevos hallazgos científicos del IPCC son claves para que la humanidad apunte al límite de 1,5°C, el nivel más bajo y más seguro de calentamiento. Es obvio que Trump, Morrison y ahora Bolsonaro, cuando anuncian políticas dañinas para combatir el cambio climático, lo que realmente hacen es pretender romper con palabras falsas un consenso científico mundial.

Muy pronto para todos ellos será imposible pretender seguir ignorando los desastres de los eventos climáticos extremos sucediendo cada vez con mayor frecuencia. Ya están ocurriendo y golpeando a EE.UU. en California con incendios devastadores, enormes pérdidas económicas, ecológicas y en vidas humanas. Por eso siempre será preferible privilegiar la cooperación multilateral internacional, para frenar mancomunadamente el cambio climático. Las fuerzas naturales, económicas y políticas a las cuales el Acuerdo de París deberá vencer, obviamente son muy fuertes, pero no son insuperables. Ese es un concepto que no debemos olvidar.

Concluyendo, hoy vivimos en tiempos de grandes tensiones y peligros. Estamos inmersos en el comienzo de un caos climático muy serio. Contamos con un informe del IPCC muy juicioso sobre la gravedad de la situación climática mundial. Por ello, no debemos permitir que el poderío de los adversarios y la magnitud del problema nos hagan renunciar a nuestro derecho a luchar por mantener un país sostenible. El no conseguirlo, sería nuestra peor vergüenza.

Tenemos aún una última oportunidad para contribuir a frenar el cambio climático. Ese es el mensaje profundo del Informe del IPCC. Disponemos de los instrumentos y contamos con el impulso que nos da el conocimiento científico. Lo que nos falta es más voluntad política y participación ciudadana. La fuerza de nuestra participación y la firme decisión para pasar a la acción inmediata, son las únicas armas de las cuales disponemos para evitar que nuestro país sea un lugar de tragedias y catástrofes.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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