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Generosidad es lo que hace falta Opinión

Generosidad es lo que hace falta


Las manifestaciones recientes han puesto en evidencia a la clase política en su posición de privilegios, sin foco en las necesidades de la calle, sin prisas, pero sobre todo, sin plan de acción.

Sin duda, nadie esperaba que estas manifestaciones alcanzaran casi cuatro semanas con esta intensidad, nadie estaba preparado para ello. El escenario es complejo sí, no cabe duda, los anuncios del presidente han intentado llegar, aunque a destiempo y parecieran estar fuertemente influenciados por la clase político-económica gobernante que no desea perder su posición de privilegios.

Las condiciones que han generado este estado- casi al borde del caos total- están profundamente sustentadas sobre un contexto de falta de equidad absoluta, el que, sin embargo, lograba anestesiarnos con la quimera del Pib percápita, con la capacidad de endeudarnos, con la tecnología, con la superficialidad y la ramplonería de los medios nacionales, en fin, de lo que fuera.  Hoy no hay conversación en Chile donde, junto con rechazar la violencia, no se reconozca que la base del problema es esta inequidad, y en los medios extranjeros, quienes desde la distancia logran ver con mucha más claridad y visión global el problema, se destacan los mismos argumentos: “no eran 30 pesos, sino 30 años”.

Frente a esto, el Gobierno ha jugado al desgaste, lo que evidentemente no le ha resultado, pero convengamos en que no se puede dar lo que no se tiene, aceptemos que con la lentitud y el anquilosamiento propios más bien del despotismo ilustrado, y ajeno a las necesidades de la calle, se ha respondido a con medidas tibias y lentas. La oposición por su parte ha sido lenta y cautelosa en sus pasos, “antes de acercarnos al incendio, dejemos que se enfríe un poco, así se autocombustiona”.

Ahora ya, no hay más tiempo, no hay más cartas en la baraja, es necesario un último acto de generosidad y fe. Sólo hace dos días, el segundo piso del palacio de gobierno, planteaba que se harían los cambios que ellos establecieran en su cónclave dominguero y de la forma que ellos iban a fijar, hoy esto es un mero eco, pues ha tomado clara forma la necesidad de un plebiscito, y se ha posicionado, incluso en una gran parte del oficialismo, la necesidad de avanzar en el cambio de la constitución vía asamblea constituyente. En el otro extremo, están los que, apegados a oxidados modelos, piden la renuncia presidencial, la que, lejos de ser una mejora, nos agregaría una ingobernabilidad mayor, en los momentos en que las más mínimas certezas son fundamentales.

Pero volvamos a lo central, necesitamos un acto de generosidad y fe de todos los sectores: Del gobierno, que implemente los cambios necesarios para una nueva constitución con participación ciudadana, al parecer vía asamblea constituyente, que es lo que más clama la comunidad. De parte de la ciudadanía, celo en cuidar nuestra democracia, en proteger a las personas y la propiedad de ellas, rechazando la violencia categóricamente, por cuanto aunque a muchos les moleste el mal comportamiento de algunas empresas, no es menor el hecho de que mucha de esta infraestructura pertenece a pymes, a entes del estado y por ende recursos de todos nosotros, o finalmente, a empresas, pero que en su conjunto aportan servicios y empleo a muchas personas.

Ahora es el momento en que ya, una vez establecido con claridad el problema, nos enfoquemos en las soluciones. Exigimos generosidad de los partidos de oposición, no es el momento de los políticos, sino de los verdaderos estadistas, de grandes mujeres y hombres con mirada de futuro, con la visión para entender que la única forma de salir de este trance es el trabajo colaborativo, alcanzar acuerdos que no sean mezquinos, si no con visión de futuro. Será fundamental también el aporte de las universidades y organizaciones sociales, como entes que pongan el análisis técnico a disposición del proceso y el vínculo con la comunidad. Si logramos esto, y lo hacemos pronto, podremos salir de esta condición previa al caos, y fortalecidos con un marco de mayor equidad, con una clase política con mejor oído, con un mundo empresarial más abierto a compartir sus beneficios, en síntesis con más equidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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