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Las enormes reservas financieras de la humanidad para enfrentar el COVID-19 Opinión

Las enormes reservas financieras de la humanidad para enfrentar el COVID-19

Mauricio Quiroga Pascal
Por : Mauricio Quiroga Pascal Empresario, Profesor y Escritor
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Imprimir un billete de 100 dólares cuesta 0.123 dólares. Este pedazo de papel que costó 0.123 dólares vale 813 veces más porqué todos tenemos CONFIANZA en que dicho papel tiene ese valor. Todos estamos dispuestos a dar nuestros servicios y bienes por ese billete con valor intrínseco cercano a cero. Cuando el nivel de confianza en el valor del pedazo de papel baja, entonces se produce inflación. Cuando el nivel de confianza se va a cero, lo mismo pasa con el valor del billete y vemos casos con el de Venezuela con inflaciones de 10 millones por ciento.

El caso del oro y de otros commodities (platino, plata, cobre, petróleo, etc.) es distinto, estos materiales tienen diversos usos industriales, tienen valor intrínseco. Pero además del uso que les damos, también los utilizamos como el dinero, como medios de transacción. Tomemos el caso del oro, cómo es muy caro y peligroso de mover, entonces el oro está atesorado y protegido en cámaras de alta seguridad. Cuando su propietario quiere hacer una adquisición, lo que se hace es registrar que el oro guardado en la cámara de alta seguridad cambió de dueño. Este tipo de transacciones se hacen por millones diariamente y en forma electrónica. Más aún, muchos países tienen sus reservas de oro en las bodegas de la Reserva Federal de Nueva York. Cuando hacen transacciones entre ellos, simplemente la Reserva Federal de Nueva York hace un registro de que los lingotes de oro cambiaron de dueño sin que se muevan.

En resumen, hay enormes reservas de oro (y otros muchos commodities) y dinero estacionado en bodegas de alta seguridad. Los dueños de dichos commodities y dinero, compran de todo y lo único que sucede es un cambio de registro de quien es su propietario.

Las reservas probadas de los más diversos commodities que tiene nuestro planeta sobrepasan con creces la producción global: Platino, oro, plata, cobre, petróleo, etc. Materiales con valor, que sabemos dónde están pero que no hemos explotado. Por ejemplo, al día de hoy (22 de Mayo de 2020), solamente las reservas probadas de un commodity, el petróleo, del mundo alcanzan un valor de $ 52,738,989,010,989, lo que equivale a 2.46 veces el producto interno bruto de EEUU.

El sitio www.asterank.com hace un seguimiento de valor comercial que tienen los materiales de más de 600,000 asteroides que podremos explotar en pocas décadas más. En esta lógica, el congreso de los EE.UU. pasó la ley “SPACE Act Bill” donde se la da la propiedad de los materiales que se encuentren en los asteroides a quienes puedan traer dichos cuerpos celestes a distancias cercanas a la tierra que hagan rentable su explotación. Los 600,000 asteroides que ha podido valorizar www.asterank.com equivale a $ 100,000,000,000,000, un número ínfimo si pensamos que hay más de 100,000,000,000 de asteroides a “distancia explotable” de la tierra. Pero en el resto de este análisis, quiero dejar de lado la enorme riqueza que hay en el cinturón de asteroides, para muchos puede ser demasiado fantasioso (sin embargo, todos aceptamos cambiar servicios y propiedades por papeles sin valor intrínseco).

En esta emergencia sanitaria y económica, ha llegado el momento para la humanidad de girar fondos sobre el enorme valor de las reservas de commodities presentes en la tierra (y quizá en el cinturón de asteroides). Al igual que como sucede con las reservas de oro, para hacer transacciones, no es necesario mover las reservas de commodities sino que simplemente registrar los cambios de propiedad sobre las mismas. No hay otra manera de enfrentar esta pandemia, el nivel de endeudamiento de los gobiernos y de emisión fiduciaria de los Bancos Centrales se llenará pronto, es insostenible.

Las fórmulas para aprovechar esta enorme riqueza subyacente son infinitas, lo importante es lograr un modelo que haga su uso sustentable, que permita abordar la emergencia sanitaria y que le dé un impulso de largo plazo a la economía. Por ejemplo, evitar una escalada inflacionaria por un desequilibrio en el mercado del dinero relativo al mercado real. En esta línea, propondré en los siguientes párrafos una de las múltiples alternativas que se pueden adoptar. Como en cualquier modelo económico, hay variables fundamentales que se mueven para lograr diferentes objetivos. En este sentido, mi objetivo es abrir una ventana de discusión para que muchos aporten con ideas y nuevos modelos.

Es muy importante entender que emitir un medio de cambio apoyado en el valor de la riqueza subyacente (las reservas de commodities), no es lo mismo que el dinero. Esta emisión estaría basada sobre bienes con valor intrínseco por lo que su emisión es mucho más parecida al patrón oro que se utilizó en el mundo hasta principios de los años 70s. Para gamificar esta conversación, llamemos a esta nueva moneda “intrínsecus”. Gamificar es usar elementos de los juegos en otros ámbitos de manera de generar goce y mejorar los resultados como la productividad.

Los commodities inexplotados en nuestro planeta mayoritariamente son propiedad de los Estados y en mucho menor medida de compañías privadas. Por tanto, hay países mucho más ricos que otros en lo que a riqueza subyacente se refiere. Sin embargo, la emergencia sanitaria sobrepasa los conceptos humanos de las naciones; si un país del mundo sigue con la epidemia, entonces todo el resto está también en peligro. Por otro lado, la mayoría de los países pobres en riqueza subyacente, son los más desarrollados del mundo: por ejemplo, Japón y Europa. Es decir, tenemos una situación de negocios “gana-gana”; por un lado, países con enormes necesidades y capacidad de compra (por la riqueza subyacente) y, por otro lado, países con enorme capacidad de económica subutilizada. Además, los países pobres en riqueza subyacente son en general los que tiene la tecnología y el capital para lograr la extracción las reservas de commodities.

Modelo riqueza subyacente versión 1.0:

  1. Riqueza Subyacente: De acuerdo a la riqueza subyacente y a la riqueza medida en forma tradicional, hay cinco tipos de países:
  2. Subyacentemente Ricos, Tradicionalmente Pobres (SRTP): Países con reservas enormes de commodities pero sin suficiente capital ni know how para extraerlos. Por ejemplo, Angola, Bolivia y Mongolia.
  3. Subyacentemente Pobres, Tradicionalmente Ricos (SPTR): Países con pobres reservas de commodities pero altos niveles de capital y know how para extraerlos. Por ejemplo, Japón, Alemania e Israel.
  4. Subyacentemente Ricos, Tradicionalmente Ricos (SRTR): Países con enormes reservas de commodities y con altos niveles de capital y know how para extraerlos. Por ejemplo, EE.UU., Canadá y Australia.
  5. Subyacentemente Pobres, Tradicionalmente Pobres (SPTP): Países con pobres reservas de commodities y con bajos niveles de capital y know how para extraerlos. Por ejemplo, Haití, Moldavia y Burundi.
  6. Subyacentemente Ricos, Tradicionalmente de Clase Media (SRTM): Países con reservas enormes de commodities y con niveles de know how y capital que les permiten extraer parte importante de los recursos. Por ejemplo, Rusia, Chile, Brasil y México

 

Se calcula el valor de la riqueza subyacente (reservas de commodities) de cada país y se reparte dicha riqueza en tres tipos de países:

  • Aquellos países donde se encuentra el commodity
  • Aquellos países que tienen el capital y know how para extraer el commodity (que puede ser en parte también el país donde se encuentra la riqueza)
  • Países que no tienen el recurso ni tampoco el capital y know how para extraer el recurso.

Para determinar qué porcentaje de la riqueza del commodity presente en un país, corresponde a cada uno de los tres países anteriores, se utiliza el stock de capital y el “capital de salud” de cada país. El stock de capital corresponde a todo lo que le permite a un país producir (infraestructura, fábricas, know how, etc.). El “capital de salud” es un concepto nuevo y considera el hecho de que con la pandemia estamos en el juego de “todos o nadie”. Es decir, si un país sigue con la pandemia, el resto del planeta sigue con alto riesgo sanitario y económico. Así, que país sea capaz de superar la pandemia, es de valor para el resto. Por tanto, países incluso sin riqueza subyacente y sin las capacidades para extraerla, tienen capital en la forma de salud para el resto (capital de salud) y como sin salud, no hay futuro, entonces su nivel de pobreza es una “palanca” en la distribución de la riqueza subyacente.

Para la asignación final de la riqueza subyacente, se asigna un “porcentaje de responsabilidad” para cada uno de los tres países. Para los países sin riqueza subyacente ni los recursos para extraerla, se asigna un porcentaje fijo, llamémoslo alfa. Por ejemplo, si alfa es 10 %, significa que este tipo de países tendría acceso a un 10 % de la riqueza subyacente.

Una vez que se descuenta alfa de la riqueza subyacente, queda lo que se repartirá entre los países que están en el conjunto de los que tienen riqueza subyacente, capital o know how para extraer commodities. A cada país, se le asigna un porcentaje de dicha riqueza utilizando la razón entre el valor de sus stocks de capital y el valor de sus riquezas subyacentes. Utilizaremos la letra griega PSI para nombrar a este porcentaje. Así, para un commodity y un país en particular, otro país va a tener un PSI, si es que va a tener responsabilidad en la extracción futura de dicho commodity, en el país donde se encuentran las reservas. En concreto, se tienen múltiples PSIs que se cruzan entre países y commodities, un problema de optimización en una matriz de múltiples dimensiones para el que la Inteligencia Artificial nos brinda probados, variados y rápidos caminos de optimización que a su vez es un menú de escenarios para evaluar y aprobar. No es “ciencia espacial”.

Como ejemplo, en la “mezcla” (Bolivia, litio, Alemania), Alemania tendría un PSI más alto que en el caso de la mezcla (Chile, cobre, Alemania).

  1. Banco Central Global: Después de recibir la riqueza subyacente que les corresponde, todos los países del mundo hacen su aporte de capital a un Banco Central Global, manejado por la ONU. Contra dichos depósitos, se emite la nueva moneda, el intrínsecus.

 

  1. Pensión Global: Para que las personas tengan capacidad de consumo y las economías globales puedan volver a funcionar, el Banco Central Global hace transferencias directas a cada familia del mundo en la forma de una pensión mensual por el plazo de 3 años. De esta forma, se evita que la economía real se vea inundada de una nueva moneda causando inflación.

 

  1. Deuda de los Estados: La deuda de los Estados es insostenible, nadie lo quiere reconocer y la solución ha sido tener tasas de interés incluso negativas (EE.UU., Japón y Europa). Por tanto, para liberar la capacidad de gasto de los Estados para abordar la pandemia y la depresión, el Banco Central Global compra toda la deuda de los Estados. Para “borrar” ese enorme peso financiero, dicha deuda queda en el Balance del Banco Central Global en forma eterna con tasa de interés cero.

 

  1. Débitos y Créditos: La capitalización del Banco Central Global y la emisión de la moneda «intrínsecus», dejaría a algunos países con saldo acreedor y a otros con saldo deudor. Sin embargo, esta condición cambiaría constantemente en función del descubrimiento de nuevas reservas de commodities, de una minería espacial más tangible y de las mejoras exponenciales que se espera traigan las nuevas tecnologías (Inteligencia Artificial, Nanotecnología y Biotecnología).

La salida de largo plazo a esta crisis gemela sanitaria / depresión económica, es educación y salud de alto nivel y abundante. En efecto, como lo demuestra la evidencia empírica de la evolución de la enfermedad en el mundo, en los países con deficientes sistemas educativos, sus ciudadanos no entienden a cabalidad las razones de las medidas contra la pandemia. Si lo anterior sumamos un empleo precario, un bajo nivel de salud, entonces tenemos todos los ingredientes de una catástrofe e incluso de un violento estallido social.

El covid-19 no es algo nuevo, es la evolución de un proceso que viene produciéndose desde finales de los 70s. A medida que se destruyen ecosistemas que antes estaban asilados del hombre, se liberan virus que antes estaban “encapsulados”. Primero fue el SIDA, transmitido desde el chimpancé al hombre, después le han seguido la gripe aviar, el SARS, el MERS, el ébola, el Zika, entre otros. La diferencia con los otros virus es que el covid-19 es mucho más contagioso. Por tanto, como lo más probable es que este proceso continúe con nuevas pandemias, cuarentenas y depresiones económicas, entonces es muy caro para la humanidad que haya países con extrema pobreza. Cómo lo señalé anteriormente, en el juego de “todos o nada”, la salud del resto me es rentable, existe un enorme “capital de salud” global.

En definitiva, con este modelo habrá países que permanentemente tendrán un saldo deudor. En esta línea, dicho saldo deudor permanente es en realidad su aporte como “capital de salud” al resto de la humanidad.

Estamos viviendo una de las crisis más significativas de la humanidad. A las lamentables muertes por la pandemia, debemos sumar los muertos que producirá la fuerte depresión económica: hambre, otras enfermedades, suicidios, etc. Los costos al capital social y a la institucionalidad pueden ser desastrosos. Esto nos obliga a pensar fuera de la caja, el mundo ha cambiado para siempre, debemos tener un sistema económico y financiero adecuado a esta nueva realidad. Los sistemas deben estar al servicio del hombre y no al revés.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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