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El primer debate presidencial de EEUU: desorden e incertidumbre, la nueva normalidad en la política Opinión

El primer debate presidencial de EEUU: desorden e incertidumbre, la nueva normalidad en la política

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José Miguel Cabezas
Por : José Miguel Cabezas Doctor en Política y Gobierno de la Universidad de Maryland. Académico del Centro de Investigación en Sociedad y Salud de la Universidad Mayor
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La noche del martes 29 de septiembre presenciamos el primer debate presidencial  previo a la elección de Noviembre 3. Si tuviéramos que definir el debate en un par de palabras están serian caótica y agresiva.

El Presidente Trump, por medio de sus constantes interrupciones, logró llevar el programado debate a su arena, lleno de ataques directos evitando así la discusión de políticas públicas y de nuevas ideas. La plataforma política del Presidente se ha centrado en las últimas semanas en desacreditar las credenciales políticas y capacidades de Biden. El sentido último de las interrupciones y del desorden dirigido por el Presidente Trump buscaba descolocar y sacar de su zona de confort a su contrincante.

Joe Biden por su parte logró mantener la calma y no caer en el juego del ataque personal directo, durante gran parte del debate. De hecho durante los primeros 30 minutos, que es cuando los debates tienen su mayor sintonía, Biden simplemente no miró a Trump y rompió la cuarta pared hablándoles directamente a los televidentes. Tuvo un par de logros al poder evaluar el rol del Presidente Trump respecto del manejo de la pandemia y el número de muertes por el COVID19. De la misma forma logró convocar a los televidentes invitándolos a votar y recordarles que son ellos los principales responsables del resultado de la elección.

Más allá de lo anecdótico de este debate, el cual será recordado en la historia como el primero que rompe con una pompa y tradición republicana de diálogo y presentaciones de ideas o plataforma política, es también un debate en donde el incumbente o presidente en ejercicio buscando la reelección se quiere presentar como un outsider. No deja de llamar la atención que el Presidente Trump siga usando esa carta y quiera posicionarse como un Presidente/Candidato que no pertenece al establishment político. La frase que usa diciendo que él logró en 47 días lo que Biden no ha hecho en 47 años, claramente buscando caracterizar a Biden no sólo como parte del establishment, sino que también como un actor político no tan eficaz.

Un último punto que deja de manifiesto la liquidez y alta incertidumbre que ha cauterizado esta campaña, y la política general de la última década a nivel mundial, se manifiesta cuando los candidatos logran diferenciarse llegando al cierre del debate. Mientras el candidato desafiante le enviaba un mensaje convocante y de inclusión a los televidentes, el Presidente Trump atacó un posible resultado electoral adverso llamándolo fraudulento. Mencionó que habían supuestos casos de manipulación sistemática de votación vía correo tradicional. Nadie ataca o pone en duda un resultado electoral que crea que le va a favorecer, sino que por todo lo contrario, un candidato empieza a poner en duda un posible resultado cuando sabe o percibe que va a perder.

En síntesis, el primer debate presidencial no logró presentar ninguna idea o política nueva para el electorado. Ningún candidato logró convocar algún votante indeciso y menos hacer cambiar de opinión a algún candidato que ya tiene su decisión tomada. El debate apuntó, de parte de ambos candidatos, a fidelizar a sus electores y asegurarse que voten. Esta será también la tónica de los debates que vienen, ir en busca de reforzar sus votantes. Es probable que la sorpresa ocurra en el debate de los candidatos a Vice-Presidentes, pues son estos los que generalmente se encargan de los ataques directos a los candidatos a presidentes.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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