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Estrechando la brecha Opinión

Estrechando la brecha

Fernando Prieto
Por : Fernando Prieto Gerente general de Pixarron
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A nivel escolar, las estadísticas nos muestran que en Chile en matemáticas se pasa sólo un 40% y en lenguaje sólo un 50% de la materia anual. Aquí se genera una brecha de conocimiento que afecta todo, desde la adquisición de las competencias básicas. Porque la educación es como un árbol del conocimiento: si una rama se seca, todo lo que va hacia arriba va a estar seco también.

Esa brecha en la que se juega la calidad educativa se acumula de forma exponencial, y se expresa en evaluaciones como SIMCE y PSU. Si uno llevara esta última a una escala de 1 a 7, la mediana estaría en el 2,5, bajo los 450 puntos. Por otro lado, los estudiantes de primer año de los Centros de Formación Técnica saben en promedio menos del 20% de lo que deberían saber en matemáticas para enfrentar su carrera.

Normalmente la manera en que la educación superior trabaja para cerrar esa brecha es poco eficaz. Cada estudiante tiene vacíos distintos, pero los esfuerzos de nivelación y de repaso de la materia siempre apuntan al promedio. Además, los remediales que se generan para que los estudiantes tengan menores tasas de deserción y de retraso en sus carreras no funcionan, porque siguen la misma modalidad de “pasar materia” con la que los estudiantes ya no aprendieron en el colegio.

La falta de competencias básicas pone en riesgo la calidad del profesional que está egresando y su futuro laboral, hasta el punto en que, según el Banco Mundial, quien carece de ellas va a recibir la mitad de los ingresos en su vida laboral que quien sí las tiene. Además, se vulnera su integración social, pues quien carece de competencias básicas es por naturaleza alguien que se automargina de participar en la empresa y en las comunidades, y pasa a ser un lobo estepario fuera del sistema.

Es indispensable preparar a la gente para la economía que está surgiendo post pandemia, en un mundo digital y con aceleración de procesos de conversión. Sin embargo, los esfuerzos de capacitación están orientados a oficios específicos o a que la gente aprenda inglés o a hacer un sitio web. Deberían, en cambio, estar puestos primero en una realidad menos glamorosa: según un estudio de 2013 que realizó la OTIC de la Cámara Chilena de la Construcción, más del 80% de la población adulta chilena no es capaz de comparar e integrar información, así como tampoco realizar inferencias o cálculos matemáticos a partir de la misma.

Normalmente formar a una persona desde su niñez hasta su adultez es una inversión a 15 ó 20 años plazo. Pero si un adulto analfabeto funcional logra recuperar sus competencias básicas en un período corto de tiempo, puede sacarles provecho de inmediato. Por eso, no existe un programa de mayor rentabilidad social en Capacitación que diagnosticar y nivelar las competencias básicas de un adulto para dejarlo en condiciones de aprender.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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