Según Amnistía Internacional, entre el 18 de octubre y el 30 de noviembre de 2019 se pudo constatar más de 200 posibles abusos cometidos por funcionarios de Carabineros. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en su informe de diciembre de 2019, señaló su preocupación por el número de denuncias de violaciones a los derechos humanos y Human Rights Watch, tras una investigación, logró determinar que funcionarios de Carabineros usaron violencia desmedida contra los manifestantes (11.564 denuncias).
Antes, en noviembre de 2018 es muerto el comunero mapuche Camilo Catrillanca y durante el 2019, Gustavo Gatica, sumado a otros más de 500 chilenas y chilenos, fueron mutilados por perdigones.
Estas recientes violaciones a los derechos humanos, que se han logrado acreditar en procesos judiciales, nos hacen pensar en una franca regresión autoritaria en el país. Todo lo relatado hasta aquí es algo que cualquier ciudadana o ciudadano ha podido seguir en la televisión o en un diario de circulación nacional o internacional.
¿Son estos hechos posibles de transformar en contenidos “enseñables”? ¿existe algún contenido del currículum que permita tratar estos temas de la historia reciente? La verdad es que no. Probablemente pasen algunos años hasta que la siguiente reforma curricular incorpore el estallido social de 2019 o la muerte de Camilo Catrillanca como un contenido en una asignatura como podría ser Historia y Geografía y Ciencias Sociales.
No obstante, existen múltiples otros argumentos que avalan la decisión de una o un docente, como fue el caso del sucedido en el colegio Altazor de Con-Con, de incorporar los hechos recientes en sus clases. Puedo pensar en al menos cuatro:
Los desafíos de la pedagogía, hoy más que nunca, están relacionados con la “mediación”, es decir en las formas con que las y los profesores somos capaces de entusiasmar al estudiantado por aprender, por lograr un genuino interés en los campos de conocimiento. Esto se logra a través de enfoques que reconozcan mayor protagonismo en niñas, niños y jóvenes y también en los recursos (libros, videos, fotografías, otros) que permiten problematizar los aprendizajes.
Las y los educadores tenemos la obligación de buscar esas nuevas formas de acercar el aprendizaje, pero, sobre todo, problematizar las áreas de conocimiento con hechos y la relación que guardan con el interés público. Esto incluye los derechos humanos, la comprensión del Estado de Derecho y la valoración de la diversidad cultural, religiosa y sexual.