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Carta Republicana Abierta a los Convencionales Opinión

Carta Republicana Abierta a los Convencionales


El concepto e idea de República viene del latín rēs (cosa) y pūblica (pública) y pública viene de populum, o sea, pueblo, cosa del pueblo. Constatar, ante la supresión del vocablo expresada por algunos en estos días, que el concepto e idea de República ha estado presente y nos ha acompañado en todos nuestros textos constitucionales desde la Independencia de Chile hasta la Carta vigente. Por ello, y aunque sea de perogrullo, se denomina Constitución de la República de Chile.

Chile es una República única o una e indivisible, que se compone por el continuo histórico de sus ciudadanos con pluralidades de origen, culturas y creencias, pero una. En este sentido y contexto, me sumo a las voces de Agustín Squella y Cristián Warnken, quienes han manifestado su adhesión al concepto más genuino de República en el que se funda nuestra sociedad desde su formación (pluri)cultural, realidad histórico-sociológica que no se opone a la idea de República, sino que, al contrario, se explica a partir de ella y solo dentro de ella. Metafóricamente, desde lo marítimo, una nave con bandera e insignia y bitácora que se llama Chile y que trascienden los vaivenes temporales.

Esta claro que la Convención Constitucional tiene por cometido esencial proponer una nueva Constitución a los ciudadanos, quienes tendremos que expresar mediante sufragio si la aprobamos o no en el plebiscito de salida. Por ello, los ciudadanos esperamos un texto constitucional con calidad de forma y fondo, que recogiendo lo mejor de nuestra historia, tradiciones y cultura constitucional y experiencias que aporta el derecho constitucional democrático comparado, genere un texto fundamental e inclusivo digno de orgullo en su lectura en todo el país, que nos represente como sociedad y en nuestros más preciados ideales urgentes, presentes y futuros.

Asimismo, esperamos que la arquitectura de esa nueva Constitución sea absolutamente republicana, gobernada por la ley en cuanto expresión de la voluntad soberana del pueblo. Por ello, no se observa que se deba, ni que sea útil, abandonar el concepto e idea de República, ni tampoco el toponímico Chile, ni el binomio República de Chile o el trinomio de que Chile es una República Democrática, la que debe dar espacio y contener nuestro pluriculturalismo, como opuesto a cultura única, tal como lo cantó nuestro primer poema La Araucana, al decir “Chile, fértil provincia y señalada… /La gente que produce es tan granada, /Tan soberbia, gallarda y belicosa, /Que no ha sido por rey jamás regida /Ni a extranjero dominio sometida”. Indudablemente, el poema épico nos está dando en estos días una clave pluricultural que parece pertinente leer.

No debiera ser discutido que la base del debate constituyente de nuestra nueva Constitución de siglo XXI, se construye necesariamente con un diálogo de ideas inclusivo y ese diálogo necesario entre los convencionales debe animarse y seguir el camino de nuestro Pablo Neruda, quien al recibir el Premio Nobel concluyó señalando: “… Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia, dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano”. Parafraseando a Neruda, solo con diálogo republicano conquistaremos la espléndida Constitución que dará luz, justicia y dignidad a todas las personas que habitamos este país. Así el proceso constituyente no habrá sido en vano. Recordar también a los convencionales, en su magna y urgente tarea, que Gabriela Mistral también al recibir el Premio Nobel declaró ser “Hija de la Democracia chilena, me conmueve tener delante de mí a uno de los representantes de la tradición democrática de Suecia…”, otra clave para leer en este proceso constituyente.

Cerrar estas líneas, exhortado a los convencionales para que solo los anime el diálogo pluralista –sin exclusiones– y creativo en su labor constituyente, para mejorar nuestra República y que esta goce de la mejor salud posible para las próximas generaciones y desafiantes urgencias de las décadas por venir para Chile. En una frase, la nueva Constitución debe albergar a todos los chilenos. No es un texto, por su trascendencia, para el conversatorio, agrado, escritura y lectura solo de algunos, sino para la lectura democrática de la mayoría, en todos los lugares de la República de Chile.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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