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Serán olvidados Opinión Sanfuentes, Juan Luis, 1858-1930 – Obras Ilustradas Crédito: Memoria chilena

Serán olvidados


–¿Tienes idea de quién fue Juan Luis Sanfuentes? –le pregunté a un amigo.

–No… –me contestó, luego de una mueca que transmitía tanto desinterés como desconocimiento.

Al poco rato, y tras contarle que Sanfuentes había ejercido el cargo de Presidente de Chile hace aproximadamente un siglo –hecho que, por cierto, yo también hasta hace unos días desconocía– llegamos a una desalentadora conclusión; el ex Mandatario, al llegar a La Moneda, debe haber tenido la certeza de que quedaría en la memoria colectiva del país. Sin embargo, pareciera ser que su recuerdo ha quedado en el olvido; solo quienes se dedican a la historia, seguramente, tienen consciencia de su existencia.

El olvido en el que ha caído el ex Presidente, junto a tantas otras figuras de la historia, es aleccionador, sobre todo para una generación de políticos y activistas cuyo principal fin pareciera ser la trascendencia, o el sentirse parte de un proceso histórico. Aquello queda ampliamente de manifiesto cuando algunos definen el 18 de octubre como una ‘nueva Independencia’ o cuando otros, como sucedió luego del plebiscito, intentan conmemorar la jornada en que ganó la opción del Apruebo con un día festivo. A ellos se suman quienes, en un intento aún más extremo, se autoconvencen de que viven bajo la dictadura de Piñera. Se trata, en síntesis, de un grupo de ciudadanos que buscan desesperadamente la trascendencia y la anhelan como un fin en sí mismo, no como la consecuencia de una vida que merezca ser recordada.

Lo amargo de todo esto es que ninguno de quienes gritan a puño alzado, que son parte de un proceso histórico, trascenderán demasiado; bastarán un par de generaciones para que su legado quede inevitablemente olvidado. Nuestra consciencia y egolatría nos engañan, pero esta es la realidad que nos espera a la gran mayoría de nosotros.

La desmemoria en la que caerán quienes hoy se autodenominan como «agentes históricos» será aún más profunda y desgarradora que aquella que relegó al ex Presidente Sanfuentes a un lugar más bien oculto en el devenir de los sucesos. El legado del ex Mandatario tuvo que batallar con decenas o cientos de personajes y eventos que, una vez acontecidos, lo confinaron a un lugar más bien humilde, alejado de las grandes luces. Los «héroes» de hoy, en cambio, se verán enfrentados a un sinfín de hechos y figuras que, debido al auge de las comunicaciones, brotan y desaparecen a cada momento. La cantidad de información que se acumulará sobre los «históricos acontecimientos» que protagonizan quienes se jactan de ser parte de ellos, se convertirá en un muro difícil de franquear para quienes dentro de un siglo analicen nuestra historia.

El profundo anhelo de trascendencia que hoy muchos desesperadamente buscan, no es más que una ilusión. Sirve, por cierto, para alimentar el espíritu. Sin embargo, tomar consciencia de lo diminutas y limitadas que son nuestras vidas, debiera ayudar a que, quienes hoy se miran a sí mismos como «agentes históricos» y pretenden majaderamente dar lecciones a los demás acerca de lo que está bien y lo que está mal, reorienten sus esfuerzos e intenten, desde la humildad que nos es tan propia producto de la naturaleza, actuar con un fin que no sea trascender, sino que avanzar. Trascender no podrán, pues serán olvidados.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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