Publicidad
No nos den por muertos Opinión

No nos den por muertos

Publicidad
José Toro
Por : José Toro Secretario general del PPD
Ver Más


En contra de los augurios de varios analistas, algunos de ellos con amplia tribuna, el PPD logró en esta última elección no solo mantener su existencia, sino que elegir a 7 diputados y 2 senadores, que se suman a otros 4 en ejercicio. Fortaleciendo, así, una activa presencia nacional.

Esos pronósticos fatalistas y apresurados, nos llaman hoy a una reflexión que va mucho más allá de la contingencia electoral y que nos remite a la importancia y la solidez que entregan los partidos a nuestro sistema democrático. Desde 1987, cuando se fundó el Partido por la Democracia, hemos sido una fuerza desafiante y audaz representando nuevos y progresistas anhelos para el país.

Creer que resulta trivial o irrelevante borrar de un plumazo ese liderazgo y esa historia, es no comprender el contexto en que estamos insertos. Ninguna fuerza se puede borrar trivialmente del mapa. En el fondo, esa ligereza desprecia a la ciudadanía que se identifica con una alternativa y no ve, o no quiere ver, qué corrientes de la sociedad representa. Cuando se deja de sopesar la significancia de disminuir la diversidad de representación, lo que prevalece es el sectarismo y la pobreza de análisis. Y esto, que es válido para nosotros, es por cierto también válido para otras fuerzas.

El lugar histórico del PPD entre las fuerzas políticas del país fue articular, con amplitud y determinación, la derrota de la dictadura. Sin embargo, a muy poco andar, se transformó en un factor de renovación de la izquierda. Su anclaje social y cultural se forjó desde ahí. Por eso, por muchos años, era la punta de lanza para los desafíos emergentes de la sociedad chilena: la lucha por el medio ambiente, la agenda de género, la defensa de los derechos de la diversidad, el impulso de las libertades culturales y civiles. Y, paralelamente, desde la raigambre popular de nuestros dirigentes y líderes ciudadanos, la defensa de los derechos de los consumidores, la protección de las pymes, el apoyo a los trabajadores, la reivindicación de sectores fuera de los centros de poder, como los crianceros, los pescadores artesanales y los pequeños productores. Y, en los grandes centros urbanos, estuvimos detrás de cada pavimentación participativa, comités de mejoramiento de los barrios y de vivienda, en la lucha contra la invasión de las inmobiliarias o contra las pretensiones de la infraestructura que avasallaba sectores enteros.

Como en muchos casos se trata de una microhistoria, algunos pasan por alto ese aterrizaje de la práctica política y social de una fuerza como el PPD. Y, sabiendo eso, encontrándonos en esas luchas con otros partidos, es que también somos conscientes de que ellas no fueron solo nuestras. Nuestra valoración de las alianzas progresistas amplias se funda en esa historia concreta, que algunos vendedores de papers no entienden.

Esos augurios tampoco consideraron los innumerables avances sociales que durante estos treinta años hemos empujado y que, sin duda, han calado hondo en la ciudadanía. Nuestros militantes han participado de discusiones trascendentales en la historia reciente de Chile y, no pocas veces, han sufrido consecuencias personales por la firmeza de sus posturas. Como ocurrió el año 2014, con la recién electa diputada por el distrito 10, la doctora Helia Molina, quien tuvo que dejar su cargo en el Ministerio de Salud, tras afirmar que en clínicas del sector oriente de Santiago algunas jóvenes adineradas solían abortar.

Por último, a quienes nos veían enterrando nuestros esfuerzos, vale la pena también hacerles ver que pecaron de ingenuos e ignoraron la audaz apuesta realizada por nuestra nueva mesa directiva: renovar rostros y oxigenar los aires internos del partido.

En momentos tan decisivos de nuestra historia, donde la posibilidad de que salga electo un gobierno de ultraderecha –que, claramente, sería un enorme retroceso para Chile– sigue vigente, comprendemos el rol histórico que cumple el Partido por la Democracia. Un conglomerado con más de tres décadas, que desde sus orígenes ha luchado por la democracia, ha defendido los derechos sociales de todas y todos los chilenos, y que, indudablemente, seguirá haciéndolo por muchos años más. Sobre la base de esa historia y de ese compromiso como fuerza política, nuestros parlamentarios electos y autoridades locales seguirán impulsando transformaciones en todos los niveles.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias