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Migración: entre románticos y fascistas (la necesidad de una respuesta al colapso global) Opinión Crédito foto: Máximo Corvalán Pincheira, Artista visual

Migración: entre románticos y fascistas (la necesidad de una respuesta al colapso global)

Leslie Villegas, Pablo Riveros y Francisco Papas
Por : Leslie Villegas, Pablo Riveros y Francisco Papas Leslie Villegas Abogada en derecho ambiental Pablo Riveros Argel Ingeniero en Biotecnología Molecular Francisco Papas Artista visual
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Ni con muros, ni con protesta chovinista, ni con refugios humanitarios -no humanitarios- se solucionará el problema de la migración. El mundo es de todos, pero más allá del voluntarismo paternalista, es urgente construir un habitar en los derechos para los que están y los que llegan.

Las migraciones contemporáneas a EEUU y Europa no pueden desligarse de la propia condición imperialista de esos Estados. La historia de “las colonias” – que parecía terminada a mediados del siglo XX – tiene continuidad en la intervención económica, cultural, política y militar de los distintos territorios que, arrasados, parecen inviables para la vida. 

La migración como consecuencia política, tiene rostros, banderas, culpables. Aquí, los rostros son más difusos y la tierra que recibe es más pobre y árida. 

Máximo Corvalán Pincheira,  Artista visual

El mundo es de todos, pero dicha afirmación sin sustento en políticas públicas y respuestas humanitarias suenan a buenismo absorto de la vida de los habitantes que están y que llegan. La saturación de los sistemas de salud y ayuda social, la delincuencia como único sustento posible, la cohabitación en la precariedad, en plazas, en casas del centro, en campamentos, aparecen como resultados invisibles para las voces que hablan desde la comodidad. Esa indolencia es peligrosa. Detrás de la puerta, el fascismo se escabulle por rincones de frustración y pobreza. La violencia desatada en contra de los hermanos que viajan con sus carpas para tener donde dormir, suena a solución brutal pero consistente para los mensajeros del odio.

La negación de los estados-nación de abordar problemáticas globales de manera coordinada, no da respuesta ante el colapso derivado del despojo del agua, el cambio climático, las crisis económicas, y la falta de servicios básicos para una vida “digna”.

En una compleja ecuación, Sudamérica debería crear un organismo independiente de intervencionismos imperialistas y de la dirección política de los gobiernos de turno.  

pensar un bien común para la región, implica incluir una perspectiva integral, que aborde las desigualdades estructurales, la explotación del hombre y la naturaleza.

Los abordajes posibles son inciertos, quizás la única certeza es que no incluye ni a maduros ni a bolsonaros. Recuperar una visión latinoamericana, se hace urgente, un contrapunto al separatismo regional, que integre el panorama actual: sociedades nómades, cruzadas por un entorno en creciente cambio, sociedades que transitan escapando de las adversidades.

Máximo Corvalán Pincheira , Artista visual

Máximo Corvalán Pincheira,  Artista visual

En Colchane, quienes logran llegar, no solo son demonizados, sino que además, padecen la violencia del crimen organizado y los estados.  Trayectos como el de Venezuela-Chile, ilustran la barbarie contemporánea: robar comida, atocharse en camiones, largas caminatas bajo el sol y el frío, violencia sexual, niños burreros, son tránsitos que persisten en una tierra que los percibe como ajenos. La violencia que aparece lejana, como la de ISIS, el Cartel de Sinaloa, o la que sufren los migrantes en el  Tapón del Darién, están a la vuelta de la esquina, en el altiplano olvidado.  Quienes logran llegar, serán ganado disfrazado de mano de obra y los cuerpos muertos, serán el pellet de mascota de aquellos que aún no necesitan migrar. 

Las migraciones actuales no vienen acompañadas de bombardeos vistosos en televisores y redes sociales, con imágenes de aviones rusos sobre Siria, junto a una violencia que ha sobrepasado el límite, el escape, arrancarte de raíz sin saber si el sol quemará esas raíces  y  dejará cuerpos secos en el desierto chileno, olvidados e invisibilizados por la arena que los cubra. 

No sabemos si hay solución, más bien hay esbozos de respuestas, que si bien limitadas, dan luces:  la resistencia al racismo y a la aporofobia; la resistencia a los medios de comunicación que construyen un relato la demonización sensacionalista contra los pobres; la resistencia a las respuestas fáciles, a los que hablan desde el acomodo de la clínica privada, de la ciudad lejana, del barrio con seguridad ciudadana, de quienes no tienen la fatiga de habitar en el margen. 

Es necesario avanzar en una respuesta internacional y regional, independiente de la intervención imperialista, y que contemple una mirada que enfrente los problemas estructurales como la desigualdad, el hambre, el cambio climático, y las crisis sanitarias. Así parte de este avance contra la migración es también resistir a la farsa, donde la COP 26, o los acuerdos “ONU hambre cero” aparecen como una pantomima frente a la crisis global que llegó para quedarse.

  • Leslie Villegas , Abogada en derecho  ambiental, Pablo Riveros Argel , Ingeniero en Biotecnología Molecular
    y Francisco Papas,  Artista visual

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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