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En Defensa del Servicio Público: no los metamos a todos en el mismo saco Opinión Cristóbal Escobar/AgenciaUno

En Defensa del Servicio Público: no los metamos a todos en el mismo saco

Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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Otro tema que quisiera introducir en la conversación de hoy es la necesidad de establecer -en el marco de un Servicio Público Nacional- una institucionalidad pública que permita dar respuestas efectivas a desafíos que hoy enfrenta Chile en materia de relaciones económicas internacionales y de comercio exterior: el Servicio Exterior Comercial. Para un país tan dependiente del comercio como es Chile es de vital importancia y debemos profesionalizar aún más esta actividad. Ya existen PROCHILE, la SUBREI y una serie de “Agregadurías” -incluyendo agrícolas-, por lo que es necesario preguntarse por qué necesitamos una nueva institucionalidad. Por las razones de siempre: en estas materias estamos muy lejos de nuestros socios de la OECD. 


Todos hemos conocido que, durante los últimos días, numerosas instituciones han sido cuestionadas seriamente por la aparente dificultad o incapacidad para gestionar correcta y honestamente el gasto y la inversión pública. Es cierto, en muchos casos ocurre así, pero no los metamos a todos en el mismo saco. La mala gestión o -incluso- posible deshonestidad, no se sitúa entre los miles de funcionarios públicos que se desempeñan honestamente, y no se resolverá imponiendo “nuevos” controles a servidores públicos. No necesitamos mayores controles: necesitamos profesionales de carrera mejor capacitados, efectiva fiscalización y un Servicio Público Nacional, que asegure el desarrollo profesional y continuidad para una gobernabilidad más efectiva. El problema radica en los pitutos y nombramiento de operadores políticos a la cabeza de instituciones y servicios públicos especializados, y en la gestión de millonarios proyectos, donde -más allá de la muñeca política- se requiere experiencia, conocimiento y capacidades técnicas ¿Me equivoco? ¿Quiénes son los presuntos responsables de lo ocurrido en los últimos meses? No son funcionarios públicos de trayectoria. Si me equivoco, ruego corregirme. Necesitamos un Servicio Público Nacional, que -como en otros países de la OECD (¡Cuánto nos gusta citarla!)- respetemos, y nos sintamos orgullosos de ser parte.

Hoy quiero referirme a estos temas, pero en este limitado espacio no es posible hacerlo para el conjunto de la Administración Pública. Mis comentarios estarán dirigidos a las áreas en donde me desempeñé y en donde tuve contactos profesionales, y que conozco algo mejor: el Ministerio de Agricultura, sus Servicios y dependencias, y la Cancillería, con particular referencia a la DIRECON/SUBREI y a PROCHILE. Tenemos profesionales de carrera en esos Servicios, en unos más estables o mayor que en otros –como es el caso del Servicio Diplomático-, pero no existe un Servicio Público Nacional, que ofrezca estabilidad laboral, homologue y estandarice la capacitación profesional de todos sus funcionarios a niveles internacionales, y en donde -en lo principal- cuente el mérito y se pueda aspirar (¿soñar?) con puestos de responsabilidad. Este Servicio ya existe en la Cancillería ¿Acaso no es hora de pensar en un “Servicio Público Nacional” de esas características? Insisto, NO necesitamos mayores controles, solo mejore y, sobre todo, necesitamos una Administración Pública respetada por todos los chilenos. Juguémonos por una gestión pública de primera.

Empecemos por “arriba”. Con frecuencia se destaca en medios de prensa que el Presidente o Presidenta de la República “… luego de un largo proceso y mediante un Concurso de Alta Dirección Pública ha seleccionado a “X” … para ocupar el cargo de … “Z”. Esto ocurre en todas las administraciones y me ha sorprendido que nadie haya notado que el sistema es muy vulnerable a manipulaciones y que, en diversas ocasiones, los resultados han sido “administrados” para favorecer a pitutos. Sugiero que terminemos con esta práctica, pues con ella pierde Chile. Fortalezcamos la función y el Servicio Público, en serio. En muchos países, estos cargos de dirección o de jefatura en los Servicios Públicos son adjudicados a funcionarios de trayectoria de la planta de los mismos servicios: en algunos casos mediante concurso, en otros usando el escalafón del Servicio y, algunos, son nominados “políticos” pero -aun así- esto ocurre al interior del Servicio. Si ese servicio es un servicio técnicamente especializado, con mayor razón aún. Creo que debemos “sincerar” las imperfecciones de este sistema. No sé si el sistema está dañado o si es solo manipulación, pero de que -en ocasiones- es manipulado, sí lo es. Por si hubiera alguna duda, no estoy sangrando por la herida. No he postulado a cargos a través de este sistema.

Otro tema que quisiera introducir en la conversación de hoy es la necesidad de establecer en el marco de un Servicio Público Nacional una institucionalidad pública que permita dar respuestas efectivas a desafíos que hoy enfrenta Chile en materia de relaciones económicas internacionales y de comercio exterior: el Servicio Exterior Comercial. Para un país tan dependiente del comercio como es Chile es de vital importancia y debemos profesionalizar aún más esta actividad. Ya existen PROCHILE, la SUBREI y una serie de “Agregadurías” -incluyendo agrícolas-, por lo que es necesario preguntarse por qué necesitamos una nueva institucionalidad. Por las razones de siempre: en estas materias estamos muy lejos de nuestros socios de la OECD.

En PROCHILE y en la SUBREI ya existe una “base” relativamente estable de personal capacitado en su trabajo, pero necesitamos una coordinación efectiva entre todos los servicios que estén involucrado en temas de comercio, una mejor capacitación y la estandarización de los procedimientos administrativos, en especial en la igualdad de oportunidades para las nominaciones a jefaturas y las designaciones a oficinas en el exterior, y la transparencia en la asignación y el manejo de los recursos financieros.  En suma, aún tenemos un largo camino que recorrer, pero debemos recordar que la mejor defensa en contra de posibles abusos y excesos, es un sistema nacional y transparente.

En síntesis, necesitamos un “sistema nacional” de comercio exterior integrado y mejor coordinado: un Servicio Exterior Comercial.  Sin duda hemos avanzado en la dirección correcta, pero todavía falta: el profesionalismo se diluye y empaña, en especial, si se trata de nominaciones a “jefaturas” en los Servicios y en las principales Oficinas Comerciales en el exterior. ¿Recuerdan el nombramiento en la Oficina de PROCHILE, en Nueva York, durante Piñera II? Fue un importante titular de prensa en el 2018.  Pero ésta es sólo una de las tantas anécdotas que podría enumerar, y el propósito de estas líneas no es victimizar a nadie. Solo intento ilustrar la necesidad de un “Servicio Exterior Comercial” que opere con reglas claras e iguales para todos -en el marco del Servicio Público Nacional– para enfrentar con éxito a nivel nacional, los desafíos de probidad y transparencia, pero cumpliendo a cabalidad con sus tareas y responsabilidades. No estoy sugiriendo gastarnos el Presupuesto de la Nación en este Servicio. La mayor parte de esta propuesta solo requiere coordinación, mejor gestión y voluntad política, y la pérdida de poder, en algunos casos. Necesitamos avanzar en la profesionalización del Servicio Público, pero de un Servicio Público Nacional, que nos dé garantías y opere para todos por igual.

Sin embargo, una propuesta para organizar un sistema público nacional de comercio integrado y coordinado, que a la vez permita “completar” la profesionalización del trabajo, no estará completa -valga la redundancia- si no incluimos a los sectores agrícola y alimentario. Lamentablemente, acá es dónde estamos muy “al debe”. Es posible que se deba -en parte importante- a que aún no se resuelve la creación del Ministerio de Agricultura y Alimentación o, probablemente, otro nombre. No obstante, un problema más inmediato es la institucionalidad responsable de los temas internacionales en la estructura administrativa actual de MINAGRI: en pocas palabras, no está en condiciones de ofrecer respuestas a los desafíos internacionales actuales del sector agroalimentario, en particular el comercio: el equipo de profesionales capacitado es pequeño y opera “encubierto” en ODEPA, sin acceso directo al Gabinete. La Jefatura de Asuntos Internacionales no tiene nivel de dirección.

La “jefatura” incluye 10 Agregadurías Agrícolas que, después de 30 años, aún no son profesionalizadas y, que en parte son pitutos o se usan para pagar favores políticos– y que son dependiente (a medias) de ODEPA y de la Cancillería, vía SUBREI – PROCHILE (¿Se entiende? Lo dudo). Además, esta Jefatura tiene una “débil” presencia ante la SUBREI para los temas comerciales. Es una situación entendible frente a la escasez de profesionales de planta capacitados estable. Es urgente que esta “Jjefatura” sea reestructura y reformulada como un servicio de MINAGRI, con una institucionalidad moderna, si es que efectivamente en Agricultura proponen ir por un sistema alimentario seguro al que las Pymes rurales accedan y puedan competir en las cadenas comerciales, en que las y los campesinas(os) se beneficien del comercio, y en que podamos seguir produciendo más y exportando alimentos, sin dañar el medio ambiente (El Mostrador, 24 de febrero). Necesitamos con urgencia una institucionalidad fuerte, profesionales de primer nivel en la “Jefatura” y capacitados a niveles internacionales.

Es cierto, gran parte de estos desafíos los heredamos de administraciones anteriores, pero debemos gerenciar el Estado de mejor manera. Trabajar en el Servicio Público es un honor, pero para ser parte del servicio debemos estar capacitados para hacerlo (o tener la oportunidad). Este servicio debe dar garantías de igualdad de oportunidades, seguridad y estabilidad laboral. No necesitamos controles inefectivos, necesitamos un Servicio Público Nacional moderno, que este a la altura de los actuales desafíos ¿No es lo que ocurre en los países de la OECD?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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