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La gestión internacional de los temas agroalimentarios urge, pero no avanza Opinión

La gestión internacional de los temas agroalimentarios urge, pero no avanza

Eduardo A. Santos Fuenzalida
Por : Eduardo A. Santos Fuenzalida Experto internacional en asuntos de comercio
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Sí las autoridades efectivamente proponen hacer de Chile un país que continúe destacando a nivel global con sus exportaciones agrícolas y alimentarias, se debería contar con una institucionalidad que nos permita alcanzar dicho objetivo y -luego- perfeccionar y mantener el estatus. Todo parece indicar que seguiremos profundizando el modelo agroexportador actual, sin tener ni la institucionalidad adecuada ni los profesionales que nos representen en el exterior en los temas comerciales agrícolas y alimentarios con la debida preparación y capacitación.


Estamos completando el primer año de Gobierno y me cuesta creer —y aceptar— que no veremos un cambio en contenido y dirección de nuestra política comercial, en especial en la política comercial agroalimentaria. Muy lamentable, en parte, porque significa un retroceso en lo comprometido. También, porque estamos abusando del uso de escasos recursos naturales y estamos hipotecando el desarrollo futuro de nuestra agricultura. Por último, porque estamos quedando estancados en la producción y exportación de recursos naturales de bajo valor agregado y, más importante, porque así seguiremos manteniendo las pobres condiciones de vida en el campo. Duro. Lo sé, pero no por ello debemos ignorarlo y aceptarlo en silencio.

He escrito varios artículos y columnas sugiriendo, solicitando y luego urgiendo el fortalecimiento de la actividad internacional del Ministerio de Agricultura y la necesidad de “redefinir”, “revitalizar” y últimamente, “refundar” su Departamento de Asuntos Internacionales. Recientemente también, he clamado por reformas profundas en toda la institucionalidad oficial vinculada a la producción y el comercio agroalimentario, incluso aquella existente en otros Ministerios y Servicios (El Mostrador, 9 de febrero). Siento gran amargura por lo que ocurre con el tratamiento de los temas internacionales en “Agricultura” y ahora intento ahondar y abogar por la profesionalización de este trabajo. Años atrás, fui responsable del Departamento de Asuntos Internacionales y lo dejé por las dificultades que enfrenté para empoderarlo. Y parece que seguimos estancados y sin capacidad de respuesta frente a los desafíos actuales y futuros.

Un par de días atrás, en busca de información en el Portal de ODEPA —Servicio del cual es parte el Departamento de Asuntos Internacionales de Agricultura— encontré una muy pobre sección dedicada a los temas internacionales. Nada en materia de objetivos de trabajo o de cómo proyectar internacionalmente el sector agroalimentario de Chile, solo la repetición de información “añeja”, heredada de administraciones anteriores. Nada sobre el vapuleado TPP-11, a pesar de haber entrado en vigencia recientemente y del impacto que tendrá en nuestro comercio agroalimentario. Ah, y después de un año de esta administración, sólo dos nombramientos de Agregados Agrícolas en Brasil y en China (recientemente); tres agregadurías aún vacantes (en India, Japón y México) y cinco agregados “heredados” de administraciones anteriores, algunos ahí por varios años. Parece necesario recordar que lo que podemos lograr en materia de comercio agroalimentario depende de mercados abiertos y sin distorsiones, y estos Agregados son esenciales en todo ello. Es incomprensible la situación actual: ¿Abandonamos esta labor o es simple incapacidad para actuar de manera efectiva? Estimados: esto no hace sino haciendo que el Ministerio de Agricultura sea un actor relevante en materias internacionales y en comercio. Encuentro trágico lo que ocurre.

Es cierto, la pandemia del covid ha sido una distracción y preocupación enorme y el Ministerio de Agricultura ha estado resolviendo los temas de abastecimiento y lidiando con el alza de los precios de los alimentos, fortaleciendo la seguridad y soberanía alimentaria y, ahora, combatiendo y lidiando con los incendios en áreas rurales, entre varios otros temas urgentes. Pero —como ya los he señalado en múltiples ocasiones— deberíamos estar en condiciones de “caminar y mascar chicle” al mismo tiempo. Y, en el caso de las agregadurías, ya no es disculpa (o excusa) un posible proceso de selección acucioso y extenso, ni la capacitación de posibles candidatos. Creo que nada de eso es efectivo. ¿Qué nos está ocurriendo?

Debemos terminar la “pausa”. Debido a la creciente importancia económica del sector agroalimentario y de sus exportaciones —que parece privilegiamos— urge trabajar en la “profesionalización” de las Agregadurías Agrícolas. Ya he sugerido que los Agregados Agrícolas sean funcionarios de un nuevo servicio de este ministerio, un servicio que sea responsable —y que esté en condiciones— de liderar todos los temas agrícolas y alimentarios que tengan una proyección internacional. Ahora quiero enfatizar la necesidad de profesionalizar los cargos de Agregados Agrícolas y los servicios que deben prestar. Para empezar, todos los Agregados deberían ser profesionales de carrera, que estén capacitados en materias técnicas de su competencia (por ejemplo, normativa comercial, sanitaria y de inocuidad) y para cumplir dicha labor en el exterior, prestando las asesorías que requieran las autoridades, así como productores y exportadores, y en especial los pequeños y medianos exportadores. No más pitutos o nombramientos políticos en pago de favores.

La “profesionalización” resolvería debilidades sistémicas, y diferentes problemas e irregularidades que acompañan al sistema actual de las Agregadurías. Durante los años que me correspondió desempeñarme como Agregado Agrícola (brevemente en la Unión Europea y en dos ocasiones en los Estados Unidos) y como Jefe del Departamento de Asuntos Internacionales (por casi dos años) pude observar “importante desprolijidad” en el sistema. En ocasiones, destacó la demora y falta de rigurosidad en los nombramientos. Pero, lo más relevante ha sido la falta de capacitación y preparación previa, y un “déficit” importante en materia de conducción que, en ocasiones, llevó a reinterpretaciones —muchas veces antojadizas— de las funciones y actividades que se debía realizar. No obstante, lo más ineficiente e irritante para la mayoría de los Agregados, ha sido la “doble dependencia” (o incluso triple) técnica y administrativa en que se ha debido desempeñar el trabajo. Por ello la inseparable relación entre la necesidad de “profesionalizar” a las Agregadurías y la necesidad de contar con un Servicio con musculatura técnica, política y económica que las represente ante otros Servicios, que las albergue y capacite profesionalmente y —al mismo tiempo— las lidere técnicamente. En gran parte, todo ello está aún en veremos.

Hasta hace dos años atrás —y no tengo información de que ello haya cambiado— una parte importante de los Agregados Agrícolas eran dependientes administrativa y contractualmente de la DIRECON / SUBREI pero dependientes “técnicamente” del Ministerio de Agricultura a través de Asuntos Internacionales de ODEPA. Un arreglo complicado de entender y difícil de explicar. Otros Agregados eran “presidenciales”, lo que introducía una nueva distorsión en el sistema y mayor discriminación. Y para terminar de enredarlo, algunos Agregados Agrícolas cumplían, además, la función de Agregados Comerciales en representación de PROCHILE. El sistema funciona ineficientemente y en algunas ocasiones simplemente no funciona.

Tengo claro que las reformas institucionales no ocurrirán de un día para otro y que —además— enfrentarán enormes dificultades administrativas y de orden político, por la posible “pérdida” de poder o influencia de algunos ministerios y/o servicios ¿Por cuántos años no hemos discutido la necesidad del nuevo ministerio? No obstante, sí las autoridades efectivamente proponen hacer de Chile un país que continúe destacando a nivel global con sus exportaciones agrícolas y alimentarias, se debería contar con una institucionalidad que nos permita alcanzar dicho objetivo y —luego— perfeccionar y mantener el estatus. Todo parece indicar que seguiremos profundizando el modelo agroexportador actual, sin tener ni la institucionalidad adecuada ni los profesionales que nos representen en el exterior en los temas comerciales agrícolas y alimentarios con la debida preparación y capacitación.

En la actualidad, nos enfrentamos a mercados distorsionados y —en muchos casos— protegidos por una variedad de barreras técnicas, sanitarias o para-arancelarias de diversa naturaleza ¿Qué harán los posibles nuevos Agregados en este contexto? ¿Sabemos qué se propone en materia de prioridades del comercio agroalimentario? ¿Cuáles son los mercados y productos prioritarios? Y, en consecuencia ¿mantendremos las mismas Agregadurías? Más importante aún, ¿sabemos qué haremos con los productores rurales, sus Pymes con potencial exportador y con la Agricultura Familiar Campesina? ODEPA y el Departamento de Asuntos Internacionales no incluyen información al respecto en el Portal institucional. Pareciera no existir información actualizada y detallada en ese ámbito ¿Está esto sancionado oficialmente o es un simple error de comunicación? Espero que sea lo último.

A riesgo de ser calificado de “catete” o de muy “mala onda”, destaco la falta de información y de transparencia, pues creo que es una clara señal de la débil institucionalidad que aún tenemos en Agricultura y de un sistema de apoyo a los temas internacionales aún no “profesionalizado”. Claramente, factores que impiden formular políticas de Estado de largo plazo en materias de comercio agroalimentario que —con matices— pasen de administración en administración. Lo siento, pero creo que estamos quedando cortos, muy cortos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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