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De violencia, artistas urbanos en problemas con la ley y un Estado ausente en las poblaciones Opinión @crismjcl

De violencia, artistas urbanos en problemas con la ley y un Estado ausente en las poblaciones

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Álvaro Zavaleta Sahr
Por : Álvaro Zavaleta Sahr Cientista político, UDP.
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La violencia claramente no es el mejor ejemplo para los jóvenes. Sin embargo, esta problemática está intrínsecamente relacionada con el rol excesivo que la sociedad les otorga a estos artistas. Ellos, al igual que todos, van a actuar u opinar de ciertas formas y como cualquiera de nosotros se pueden equivocar, pero somos nosotros como sociedad quienes les exigimos a los artistas ser nuestros modelos a seguir.


Cristopher Álvarez García, más conocido como “Cris MJ”, fue detenido junto a otras tres personas por porte de drogas, teniendo que pagar una fianza de tres millones para poder salir del país. Esto se suma a los diversos problemas que tienen artistas urbanos con la ley y la violencia: “Pablo Chill-e” huyendo de Carabineros en un auto robado, “Pailita” peleando en Bellavista o el mismo “Cris MJ” cuando mostró una pistola durante una señal en vivo.

Estos problemas pueden resultar graves por la visibilidad que poseen estos artistas (el género musical más escuchado en Chile), siendo personas influyentes para una gran parte de la población, especialmente jóvenes.

La violencia claramente no es el mejor ejemplo para los jóvenes. Sin embargo, esta problemática está intrínsecamente relacionada con el rol excesivo que la sociedad les otorga a estos artistas. Ellos, al igual que todos, van a actuar u opinar de ciertas formas y como cualquiera de nosotros se pueden equivocar, pero somos nosotros como sociedad quienes les exigimos a los artistas ser nuestros modelos a seguir.

Esta elección del artista urbano no es al azar, pues aparte de ser un fenómeno popular, muchas veces existe una identificación con las personas, quienes viven lo que los artistas cantan e incluso, en algunos casos, lo que los artistas hacen en su día a día. En una entrevista “Pablo Chill-e” menciona esto: “Cantamos de violencia y lo que pasa en las calles, lo que nadie muestra lo mostramos nosotros, nuestras letras son crudas, muestran realidad”.

Podremos criticar cierto contenido violento, especialmente tratándose de una música que es tendencia en los jóvenes (y con las niñeces que deben ser protegidas), pero no podemos tapar el sol con un dedo, pues los artistas urbanos también exponen su realidad porque esa realidad justamente existe, está presente en Chile. Este rol de modelo también lo toman porque hay un vacío y es en lo social donde más destacan, muchas veces como solucionadores de problemas en sus comunidades.

Un ejemplo claro de esto es “Pablo Chill-e”, quien a través de la llamada Coordinadora Social Shishigan ayuda a campamentos y personas de escasos recursos, aparte de cooperar en diferentes eventos catastróficos que puedan suceder en Chile, siendo un ejemplo claro los 3.5 millones de pesos que reunió para ayudar a los damnificados del incendio en Viña del Mar.

Y acá está la problemática de fondo, ¿por qué los artistas urbanos tienen que tener este rol?, ¿existe acaso un vacío que el Estado no está pudiendo llenar? ¿Es el Estado ineficiente o hay algo más grande?

Justamente este problema se debe a las bases con las que se ha construido el país, un país desigual en lo económico, con un Estado neoliberal y subsidiario que no puede realmente garantizar derechos sociales, ni tampoco un piso mínimo de dignidad para algunos de sus habitantes.

Claramente no debemos idealizar a estas figuras, pero tampoco debemos ignorar el rol que cumplen muchas veces, frente a un Estado poco presente en ciertos espacios, por lo cual se debe acudir a acciones de la sociedad civil y esto no ocurre solamente por culpa del gobierno de turno, sino también por el sistema político ya existente.

Un ejemplo clásico de esto es la Teletón, porque por muchos problemas que esto posea (empresas que aprovechan donaciones para reducir impuestos, el prejuicio que ocasiona hacia las personas con discapacidad, etcétera) no podemos negar la ayuda que genera, llenando un vacío que deja el Estado y permitiendo que muchas personas tengan acceso a salud. Acá también opera un vacío del Estado, en el que por su estatus de Estado subsidiario no puede construir una salud pública de calidad, que abarque una atención de calidad para un mayor porcentaje de la población.

Por lo mismo, culpar de forma excesiva o satanizar a los artistas por sus errores resulta muchas veces excesivo, pues al final nosotros como sociedad también los posicionamos en ese pedestal. La mirada crítica sobre la situación es importante, pero criticar su actuar como personas solo porque están en la opinión pública no es lo más importante: debemos repensar qué estamos haciendo como sociedad para que estos artistas estén ahí donde están, qué problemas no estamos solucionando y qué rumbo debemos tomar.

El cambiar este modelo excesivamente neoliberal y subsidiario es de los primeros pasos, pero, para reducir esta desigualdad y estos vacíos que tiene el Estado, tendremos que ejecutar muchas políticas públicas más.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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