Cuatro trabajos publicados en las prestigiosas revistas Science y Nature, en los cuales se analizó la exposición a desinformación en el contexto de las elecciones estadounidenses de 2020, establecen que los mayores consumidores de noticias falsas son las personas identificadas con la derecha política.
Recientemente, las ministras Aisén Etcheverry y Camila Vallejo encabezaron un seminario, en el cual se dieron a conocer las principales conclusiones del primer informe de la Comisión Asesora contra la Desinformación. Tras tres meses de trabajo esta comisión, conformada por académicos(as) de diversas universidades nacionales, presentaba su primer informe, y en esos mismos tres meses ocurrieron dos cosas aparentemente no relacionadas: por un lado, una crítica permanente de la derecha chilena contra dicha comisión y, por otro, la publicación de cuatro trabajos científicos del más alto nivel, escritos por 16 académicos(as) de universidades estadounidenses y asociados con Meta, que analizó el problema de la desinformación en redes sociales (Facebook e Instagram), en época de campañas electorales.
La derecha chilena se opuso desde el primer día a la conformación de esta comisión contra la desinformación. Los medios de derecha editorializaron con fruición en su contra y también lo hicieron centros de pensamiento conservadores como el CEP. A su vez, Chile Vamos la consideró inconstitucional y, de hecho, llevó su reclamo al Tribunal Constitucional, aunque este no acogió el requerimiento.
¿Cómo entender esta cerrada y coordinada oposición a una comisión de expertos, cuya meta es abordar un problema que, a todas luces, es una seria y evidente amenaza para la salud democrática? Resulta difícil de entender, pero las conclusiones de las investigaciones estadounidenses mencionadas pueden ayudarnos a comprender esta postura ideológica de la derecha chilena.
Nos referimos a cuatro trabajos publicados en las prestigiosas revistas Science y Nature, en los cuales se analizó la exposición a desinformación en el contexto de las elecciones estadounidenses de 2020. Los investigadores tuvieron un inédito acceso, durante cuatro meses, a datos de 208 millones de usuarios de Facebook e Instagram. Las preguntas principales que guiaron esta empresa académica se referían al impacto de las redes sociales sobre la democracia y cómo estas inciden (o no) en las actitudes de las personas en relación con el gobierno y la democracia. Hay muchísima información interesante y relevante en este U.S. 2020 Facebook and Instagram Election Study, liderado por la académica española de la Universidad de Pensilvania, Sandra González-Bailón.
Las cuatro publicaciones dan cuenta de la relación entre la lógica algorítmica y la polarización de comunidades; otras se refieren a los hábitos digitales de los usuarios de acuerdo a los feed cronológicos de sus cuentas. También hay hallazgos relativos a la segregación ideológica de los usuarios, etc., pero para el caso específico que nos interesa –el de la información falsa que circula en el contexto digital– los hallazgos se pueden resumir en la siguiente afirmación: los usuarios de derecha comparten más, consumen más y gustan más de la desinformación. Tal como suena. Y no lo digo yo, lo dicen top académicos de EE.UU. que publican en Nature y Science.
Gonzáles-Bailon y otros (2023), por ejemplo, señalan que resulta evidente que “existe una asimetría entre las audiencias conservadoras y liberales, con una parte sustancial del ecosistema informativo consumido exclusivamente por conservadores; y la mayor parte de la desinformación identificada por el Programa de Verificación de Hechos de Terceros de Meta, existe en este rincón homogéneamente conservador, que no tiene equivalente en el lado liberal”.
En ese mismo artículo se destaca que los gráficos de densidad que el equipo elaboró “muestran que la mayoría de los dominios que se clasifican como ‘poco fiables’ están favorecidos por audiencias predominantemente conservadoras” y, a renglón seguido, informan que “el 76% de los dominios y páginas categorizadas como ‘poco fiables’ son seguidas por usuarios de derecha. Asimismo, afirman que estos mismos usuarios “tienen una mucho mayor inclinación a compartir contenido etiquetado como falso por Meta”. Además, en comparación con usuarios liberales, los autores descubrieron que los usuarios de derecha están mucho más aislados en sus fuentes de noticias y expuestos a mucha más desinformación.
Estos cuatro artículos son solo los primeros de un total de 16 que deben seguir saliendo en los próximos meses y que proporcionarán aun mayor información acerca de la relación entre redes sociales, usuarios y campañas electorales. De todos modos, la información hasta ahora proporcionada es muy robusta, aunque ya estudios anteriores apuntaban en esta dirección. El 2019, por ejemplo, la misma revista Science (vol. 363) publicaba un estudio de Grinberg y otros (2019) sobre las fake news, advirtiendo acerca de las conductas digitales de los usuarios de derecha, “mucho más proclives a compartir fake news que usuarios de izquierda o liberales”. Lo mismo afirma otro trabajo publicado ese mismo año en Science, de Guess y otros (2019), quienes sostienen que en Facebook “encontramos evidencia de que los usuarios más conservadores son más proclives a compartir ese tipo de contenido” (se refieren a las fake news).
Como vemos, los avances de la ciencia en el campo de la comunicación digital, provenientes de las más prestigiosas universidades de Occidente, y publicadas en las revistas de mayor impacto mundial, lo dejan bastante claro: la derecha usa y gusta de la desinformación en sus estrategias digito-comunicacionales.
Su férrea oposición entonces a que organismos científicos aborden en nuestro país el problema de la desinformación en redes sociales es entendible, pues buena parte de los hallazgos producidos en otras naciones, sin duda, serán similares en Chile.