
Gabriel Boric como Jefe de Estado
Está claro que el Ejecutivo quiere sacar adelante su programa original de gobierno. Lo de la Constitución no prosperó. Difícil está que la oposición le dé los votos que necesita para las reformas previsional y tributaria y, por otro lado, lo de las isapres no pinta bien.
Al Presidente de la República, que es Jefe de Estado y Jefe de Gobierno, le quedan dos años en funciones. Desconozco si va a tener éxito en el desarrollo de su programa de gobierno, lo que obviamente es muy poco probable, considerando que no tiene mayorías que lo apoyen en el Congreso y que posee una baja popularidad, que ronda el 31%, todo lo cual hace pensar que va a tener pocas alegrías y muchos sinsabores. Por delante tiene dos grandes desafíos: la reactivación económica y mejorar la seguridad interior en el territorio de Chile, la que se encuentra complicada, entre otros factores, por grupos criminales organizados, muchos de los cuales son de origen importado y que operan con niveles de violencia nunca vistos por estas latitudes.
Independientemente de ser el jefe de la coalición gobernante, en su rol como Jefe de Estado se espera una particular dedicación del Presidente a los temas que afectan la seguridad y el orden público, la conducción de las relaciones internacionales, y la seguridad nacional, que considera, por cierto, la Defensa Nacional. Estos son los temas que se conocen como temas de Estado, que corresponden a las funciones principales que un Estado debe proveer a sus ciudadanos como parte del contrato social, los que ceden sus derechos en esta materia con el fin de recibir un servicio integral y eficaz que les garantice la seguridad que necesitan, cosa que no está sucediendo como se esperaría y que tiene a buena parte de los alcaldes y ciudadanos más expuestos a los delincuentes y pidiendo Estado de Excepción Constitucional de Emergencia y la intervención de las Fuerzas Armadas.
Está claro que el Ejecutivo quiere sacar adelante su programa original de gobierno. Lo de la Constitución no prosperó. Difícil está que la oposición le dé los votos que necesita para las reformas previsional y tributaria y, por otro lado, lo de las isapres no pinta bien, pudiendo estar frente a una calamidad de salud pública si no se resuelve adecuadamente.
Dado lo anterior, ¿qué deben hacer el Gobierno y en particular el Presidente de la República en sus dos años que quedan? Hacer lo que la gente le pide, es decir, actuar como Jefe de Estado y no como Jefe de Gobierno, actuar como lo hizo el Presidente Piñera después del estallido social. Para eso tiene que reactivar la economía porque, así como está, es un riesgo a la estabilidad social, y entregar seguridad en todo el territorio nacional. Si lo hace bien, lo más probable es que se pueda repetir el plato a futuro. A todos nos conviene que sea un buen Jefe de Estado, y quizás entienda que a él también le conviene focalizarse en lo que a Chile le importa. El resto, siendo realistas, quedó sepultado el 4 de septiembre del 2022.
En relación con lo anterior, y sin el ánimo de pautear al Presidente, algunas recomendaciones:
- Pídales a sus ministros y en particular al ministro de Hacienda que se focalicen en la agenda de crecimiento, en lo que genere empleo, en lo que genere actividad económica e inversión. El resto es música.
- Apúrese con el Ministerio de Seguridad Pública. La idea no me causa emoción, pero estimo que eso hará que seamos más efectivos en la conducción de las acciones antidelictivas. De lo contrario, dedique a su ministra del Interior solo a ese tema, pero antes de eso quizá le da unas vacaciones, ya que se nota estresada.
- Llamemos las cosas por su nombre y reconozcamos que en la denominada macrozona sur tenemos una insurgencia de grupos de origen mapuche. Son más que delincuentes y las soluciones policiales tienen un límite en lo que pueden lograr. Puede que recientemente se haya tenido algunos éxitos, pero no cambia mayormente el panorama y realidades como la de Temucuicui, en donde el Estado de Chile no existe y no está presente. Las insurgencias se tratan con estrategias de contrainsurgencia, en las que no solo los militares juegan un rol importante, sino que también todos los poderes y capacidades del Estado se hacen presente para su efectividad. Actuar ahora, asegura tranquilidad futura.
- Los militares no sirven para solucionar todos los problemas. Sí, efectivamente son obedientes y disciplinados, pero no les podemos pedir que sean a la vez bomberos, policías, salubristas y, si es que los vamos a usar en funciones distintas, por lo menos que les demos la protección legal correspondiente y los presupuestos necesarios, como también es recomendable asistir a sus ceremonias de graduación, como una muestra de agradecimiento por todo lo que les estamos pidiendo realizar, más aún si en esas ceremonias realizan su juramento a la bandera y porque, al final del día, son los únicos, juntos con las policías, que están presentes cuando las papas queman.
- Si bien es cierto no es lo más urgente, en los próximos dos años por favor tenga cuidado con las designaciones de embajadores, incluyendo a los que aparentemente son más maduros, ya que la imprudencia no es una virtud solo de los jóvenes. Con eso nos evitamos autogoles y problemas innecesarios, como los que recientemente nos ocasionaron Viera-Gallo y Valdés, o anteriormente algunos de nuestros representantes en el Viejo Continente.
- Siempre con la Argentina, váyase con cuidado y evite las contaminaciones e inestabilidades políticas que vienen del Perú y Bolivia. Vivimos en un mal barrio y es conveniente tomar las previsiones del caso, por lo que resguardar la frontera norte y noreste es buena idea.
- Y, finalmente, cuando no sepa, pregunte y, si es posible, contraste experiencia y conocimientos, ya que (según el contralor saliente) a su equipo de gobierno le faltan canas y kilometraje en la cosa pública. Los chilenos los necesitamos metiendo goles ahora.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.