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Bomberos de Chile: pasado, presente y futuro Opinión

Bomberos de Chile: pasado, presente y futuro

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Rolando Garrido Quiroz
Por : Rolando Garrido Quiroz Presidente Ejecutivo de Instituto Incides. Innovación Colaborativa & Diálogo Estratégico
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Hoy existen condiciones razonables para que nuestros bomberos cumplan su misión en escenarios de alta complejidad e incertidumbre con reglas del juego flexibles, absorbiendo los avances científico-tecnológicos, potenciando una formación de calidad para su profesionalización.


La crisis ecológica global y su expresión más visible y sensible, reflejada en el cambio climático que estamos viviendo en este siglo XXI, requiere de la suma de nuestras experiencias ancestrales, conocimientos científico-tecnológicos, aprendizajes socioculturales, prácticas virtuosas y valores compartidos, para que su abordaje pueda desplegar inteligencia y sensibilidad. En este esfuerzo, la resignificación y valoración de nuestros bomberos es vital.

La ocurrencia de un incendio en 1850 desnudó las capacidades reales que tenía ese Chile decimonónico para hacer frente a una adversidad imprevista. En esa situación de emergencia surgió la convocatoria para crear el primer cuerpo de bomberos de Chile en 1851. Ambos eventos ocurrieron en la ciudad de Valparaíso. Una década después ocurrió el incendio en la iglesia Compañía de Jesús (1863) que implicó, por las mismas deficiencias para atender desastres, la creación del primer cuerpo de bomberos de Santiago en 1864. Ambos incendios revelaron la incapacidad para enfrentar catástrofes derivadas de la acción del fuego. 

Con el paso del tiempo, los bomberos chilenos han plasmado su voluntariedad con la creación de compañías de bomberos en la mayor parte del territorio nacional, incluyendo territorios insulares como Rapa Nui. Actualmente existen 314 cuerpos de bomberos en Chile, sumando más de 55.000 miembros activos. A nivel organizativo, si los bomberos fueran un partido político, serían el partido con mayor cantidad de militantes y si fueran una universidad serían la institución con mayor matrícula e infraestructura emplazada en el territorio nacional.

Bomberos de Chile es una institución y una cultura organizacional generosa en tradiciones, valores y capacidad de acción. Sus miembros son profesionales y personas de diversos oficios que dedican parte de su tiempo a atender las emergencias comunales, intercomunales, regionales e interregionales, según el emplazamiento de las compañías de bomberos, si el desastre y la necesidad de rescatar personas, apagar incendios, mitigar desastres, solucionar emergencias, atender accidentes y salvar vidas así lo amerita. 

El día 6 de febrero de este año 2024 fueron los buzos especializados de Bomberos quienes llegaron primero al lugar de los hechos y con tecnología ecosonda de la Armada, rescataron el cuerpo sin vida del ex Presidente Sebastián Piñera. Así ha ocurrido también para cada incendio que ha arrasado bosques y zonas urbanas en el país, tanto en el pasado, presente incierto y futuro complejo que tenemos por delante en un contexto de cambio climático creciente, con una diversidad de desastres naturales, sumado a la acción destructiva de la especie humana en los ecosistemas que posibilitan nuestra propia existencia.

Bomberos de Chile demanda no solo del coraje y decisión audaz de sus hombres y mujeres en su capacidad de acción, sino que también de un acompañamiento cotidiano y estratégico en cuanto a un mayor conocimiento científico y desarrollo tecnológico, conectado a una profesionalización institucional nacional con salida a carreras técnicas y profesionales, estudios de especialización, formación continua y posgrados para el perfeccionamiento profesional de sus miembros en permanente actualización.

Las soluciones de diseño para alcanzar este objetivo pueden ser variadas, complementarias e igualmente sinérgicas, y no el diseño de una solución como crear de cero “la Universidad de los Bomberos de Chile”. Las soluciones de diseño tienen que ser flexibles, sensibles y sostenibles en cuanto a su régimen presupuestario, institucionalidad, dependencias e interdependencias administrativas, ubicuidad territorial, homologaciones e innovaciones colaborativas para nuevos diseños curriculares, programas de estudios y entrenamiento, vínculos internacionales, líneas de investigación aplicadas, gestión institucional, innovaciones tecnológicas y vínculos dialógicos con las comunidades y sus territorios.

Bomberos en el agua y su acción subacuática, bomberos en la ciudad, la floresta y territorios de difícil acceso, bomberos y su capacidad de acción en el aire, nos llevan a pensar en las dinámicas de acción de las Fuerzas Armadas o Fuerzas de la Defensa Nacional. Los bomberos chilenos no son militares, pero sí constituyen una fuerza uniformada, equipada y movilizada para el despliegue oportuno frente a las emergencias de diverso tipo. 

Tampoco son una fuerza policial, pero su capacidad de acción se orienta a brindar seguridad a la ciudadanía, “patrullan” la presencia o vestigios de fuego y elaboran informes técnicos periciales, que revelan el origen de un desastre, siniestro o accidente.  En tal sentido, el accionar de bomberos es cada vez más científico y tecnológico, ya que son diversas las ciencias que intervienen para dar cuenta de la fuerza y dinámicas de la naturaleza (física, geología, meteorología, biología, química, geografía, ingenierías e inteligencia artificial, entre otras) y debieran dar paso a desarrollos tecnológicos innovadores, diseños digitales, simuladores, soluciones hidráulicas, drones, conexiones satelitales, transportes orugas, etc.

Chile ya cuenta con la institucionalidad de “Bomberos de Chile” desde 1970, cuya misión es velar que el servicio bomberil sea eficaz por medio de una estandarización y sistematización de sus procesos, proyectándose como un organismo de alta calidad en la asignación de recursos, apoyo técnico y formación integral de Bomberos. 

Bomberos de Chile cuenta con una Academia Nacional que estandariza procesos de capacitación y entrenamiento, por tanto, cualquier proceso de transformación sistémica y adaptabilidad organizacional, debiese pasar por incorporar esta fortaleza institucional, para responder al incremento de requerimientos propios de la complejidad e incertidumbre que impone el cambio climático y la crisis ecológica global, tomando en consideración que este fenómeno actual es un animal de otro tamaño, naturaleza y proyección espacio temporal.

La transformación sistémica en relación con las capacidades actuales de Chile para atender emergencias y la necesaria adaptabilidad organizacional de los bomberos de Chile, no se debe plantear en contra de lo existente, para reemplazarlo por algo nuevo, porque ese esfuerzo es demasiado costoso y errático. Es decir, no se trata de un arrojo revolucionario, sino de propiciar un campo energético transformador, dónde ciencias, tecnologías, recursos humanos y soluciones de diseño institucionales funcionan dinámicamente en el marco de la crisis ecológica global y cambio climático en curso, brindando certidumbres y resultados plausibles en las zonas de lo incierto, complicado, complejo y caótico.

Ya contamos con universidades que desarrollan su quehacer en el campo científico, tecnológico y formativo, pero hoy necesitamos un diálogo estratégico entre las instituciones de educación superior y las organizaciones que abordan las emergencias, donde ambas instituciones tienen mucho que aprender una de la otra. También contamos con instancias público-privadas para atender problemáticas especiales. A nivel político administrativo hemos avanzado en la elección de gobernadores, aunque falta avanzar en autonomía y, sobre todo, presupuestos robustos y gestión inteligente para las regiones. 

Los recientes incendios en las provincias de Valparaíso y Marga Marga nos dejan varios aprendizajes y desafíos, entre otros, la acción preventiva de las comunidades e instituciones en los territorios como ocurrió en la comunidad Botania y la sede José Miguel Carrera de la Universidad Federico Santa María en el límite entre Quilpué y Viña del Mar, donde no avanzó la acción descontrolada del fuego por la anticipada gestión ambiental de los materiales combustibles en ambos casos. Lo propio en lo que se refiere a la actualización de los protocolos de evacuación de la población en las zonas de riesgo afectadas por incendios.

En suma, hoy existen condiciones razonables para que nuestros bomberos cumplan su misión en escenarios de alta complejidad e incertidumbre con reglas del juego flexibles, absorbiendo los avances científico-tecnológicos, potenciando una formación de calidad para su profesionalización y, con ello, una justa remuneración, un presupuesto incremental, acorde con el escenario de crisis ecológica y cambio climático, nuevas y ágiles dependencias e interdependencias administrativas, con resguardos y respeto por sus tradiciones, pasado heroico, presente relevante y futuro estratégico.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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