Las leyes en la materia que se aprobaron bajo los gobiernos del ex Presidente seguirán salvando vidas por muchos años. Sin duda, una lección para el Gobierno actual, que habiendo tenido grandes pretensiones en salud pública, no ha logrado la aprobación de proyectos de similar trascendencia.
Tres leyes destacan como el principal legado legislativo en salud del ex Presidente Sebastián Piñera. Por otra parte, una ley es su principal deuda, y es la misma que carga la ex Presidenta Michelle Bachelet: no haber podido implementar una reforma de fondo al sistema de financiamiento en salud. Ahí, los honores se los lleva Ricardo Lagos, que logró aprobar la última gran reforma al sistema de financiamiento en salud, el GES. Desgraciadamente, desde entonces, han pasado casi veinte años, y la crisis actual del sistema de Isapres es un reflejo de esa parálisis legislativa.
La primera de estas leyes es la Ley de Tabaco, que estableció una amplia prohibición de fumar en lugares públicos restringiendo, además, en forma casi completa (salvo por los puntos de venta) la publicidad de cigarrillos. Al mismo tiempo, estableció advertencias gráficas en las mismas cajetillas respecto al daño que produce el tabaco a la salud.
El impacto de esta ley ha sido muy relevante. En una década, desde su implementación, se ha producido una caída de 25 a 17% en la proporción de personas entre 12 y 65 años que fuman todos los días. A esto hay que sumar una reducción de 8% en infartos dos años post implementación. Son cifras impactantes, considerando que el tabaco es aún la primera causa de muerte prevenible en el país. De hecho, fallecen 52 personas por día a causa de fumar, que representan el 16% de todos los fallecidos en el país. Con el paso de los años, comenzaremos a ver un descenso en los fallecidos por tabaquismo, producto del desfase natural que existe entre las curvas de fumadores y las de fallecidos por tabaco, donde primero se produce el descenso en el número de fumadores y años después, un descenso en fallecidos.
Una segunda ley es la de etiquetado de alimentos. Chile tiene el dudoso honor, junto con Estados Unidos, de ser de los dos países con la mayor proporción de adultos con obesidad y sobrepeso en la OECD (74%). La obesidad es un problema multifactorial debido al sedentarismo, falta de acceso a alimentación saludable y excesiva oferta de alimentos poco saludables e hipercalóricos. Sin embargo, también se encuentra influida por inadecuada información respecto al contenido nutricional de los alimentos.
La Ley de Etiquetado se enfrentó a este último punto, y tuvo resultados muy positivos, que se reflejan en modificaciones que hizo la industria de alimentos, para que sus productos quedaran “libres de sellos”. Al mismo tiempo, se observó una reducción del consumo de alimentos que eran percibidos como saludables, pero que en realidad no lo eran, como es el caso de los cereales altos en calorías. Del mismo modo, se evidenció un descenso del 7% en términos de calorías por dólar gastado en alimentos. No es la solución a la obesidad, pero sí un primer paso muy importante, en el cual Chile fue pionero. De hecho, la ley tuvo seguidores: México, Perú, Israel y Argentina, entre otros.
Una tercera ley clave es la extensión del post natal, que agregó 12 semanas a las 12 semanas ya existentes. Esto permitió facilitar la lactancia a miles de mujeres, y al mismo tiempo, sincerar la necesidad de cuidados esenciales y tiempo de los progenitores, que requieren niños y niñas en esos primeros meses de vida, y que frecuentemente era buscado a través de licencias por enfermedad de niño menor de un año.
Es importante recordar que algunos de estos proyectos contaron con la intensa oposición de diputados de su propio sector. Se argumentaba que la Ley de Tabaco “afectaba la libertad” (como si el límite natural de la libertad no fuera ese momento en que mi hábito de fumar en un lugar público, enferma a las personas que me rodean, incluyendo a los trabajadores de bares y restaurantes). Lo mismo con la Ley de Etiquetado de Alimentos, que contó con la oposición de parlamentarios y lobistas de su propio sector, que veían nuevamente amenazada la “libertad” de la industria de alimentos para vender lo que quiera como quiera, sin considerar el derecho de los consumidores a recibir información fácilmente comprensible, respecto al impacto negativo de ciertos alimentos en su salud.
Se argumenta que alguno de estos proyectos,fueron iniciativas de la oposición del momento. Esto es cierto, de hecho, la Ley de Etiquetado de Alimentos fue desarrollada por el exsenador Guido Girardi, el cual fue esencial para su aprobación. Sin embargo: ¿qué cosa habla mejor de un Presidente que la capacidad de aprobar proyectos relevantes para la salud pública, con la oposición de los extremos de su propia coalición y el apoyo de la oposición?
Finalmente, contra viento y marea, las leyes se aprobaron y son leyes que seguirán salvando vidas por muchos años más. Sin duda una lección para un Gobierno actual, que habiendo tenido grandes pretensiones en salud pública, no ha logrado la aprobación de proyectos de similar trascendencia. Porque mientras las buenas intenciones van y vienen, solo las leyes quedan.